12 DE OCTUBRE DEL ’68 NO SE OLVIDA
Sí, leyó usted bien, 12 de octubre de 1968. El estadio olímpico de la ciudad de México estaba repleto, majestuoso, imponente, las banderas de los 112 países participantes ondeaban junto a la bandera olímpica y las cámaras de televisión transmitían por primera vez en directo a todo el mundo y a todo color (lo cual era un adelanto tecnológico). Como también y por primera vez en Latinoamérica se celebraban unas Olimpiadas, de hecho, la XIX de la era moderna.
A la entrada del estadio una atleta joven, bonita, alta, recibe la antorcha con la llama olímpica, quien con carrera firme y armoniosa realiza el recorrido de la pista en el repleto estadio, luego, sube con elegancia y fortaleza los noventa escalones hasta el pebetero. Con aplomo y con la solemnidad requerida, saluda a todos los puntos cardinales del planeta, extiende con firmeza su brazo derecho y enciende el pebetero olímpico, dando inicio a los juegos en medio de un gran júbilo. Su nombre: Enriqueta Basilio, la primera mujer en la historia de estos juegos que lo hiciera (lo cual nos muestra que la mujer en México era más respetada y querida hace medio siglo, que hoy que se pregona tanto la igualdad, los derechos humanos, etc.).
La preparación de los atletas locales y de todo el mundo, tenía años de dedicación, de privaciones y limitaciones, de entrega y compromiso. Ni qué decir del gobierno de México que para que se pudiera llevar a cabo esta memorable justa deportiva hizo un enorme esfuerzo en capital humano, inteligencia y recursos económicos, baste decir que su impecable organización, construcciones deportivas y habitacionales (Villa Olímpica), así como el trato cálido y cordial para atletas, dirigentes deportivos y prensa fueron ejemplo para todos, cobrando nuestro país una imagen y respeto que otros pretendían empañar y denigrar por medio de la violencia y el caos. Claro, siempre será más fácil destruir que construir.
México como país anfitrión, tuvo que remontar una campaña de difamación organizada poco antes de las Olimpiadas, lo peor del caso que por jóvenes estudiantes de la capital, que manipulados por intereses políticos extranjeros e intoxicados de ideologías ajenas a nuestra esencia y destino (forjado con enorme trabajo, esfuerzo y disciplina de tres generaciones); diez días antes de las Olimpiadas, retan por última vez en un mitin en Tlatelolco al gobierno de la época, que sin entrar en discusiones ajenas a este artículo, hizo lo que creyó necesario para que la estabilidad del país se mantuviera y el enorme esfuerzo humano y económico ya realizado para la organización de los juegos no se fuera al basurero.
Y mientras unos pocos jugando al guerrillero retaban a un gobierno firme en sus decisiones (se trató del último gobierno emanado de la Revolución Mexicana), al que desde las aulas se le calificaba de autoritario, por otra parte, era un gobierno entregado a su pueblo, que procuró un destino mejor y de mayor altura internacional para todos (y en todos los sentidos). Las Olimpiadas son prueba irrefutable de lo anterior. Las naciones visitantes a los juegos y el resto que lo hicieron por televisión, reconocieron y dieron su beneplácito al gobierno de México. Quizá esto no guste algunos, pero la historia es la historia.
Ante la falta de espacio para hacer una narrativa más amplia y justa a la dimensión de los sucesos, me limito a recordar algunos de los logros obtenidos por México en esta inolvidable Olimpiada:
1) Primeros juegos olímpicos en Latinoamérica
2) Se encendió el pebetero olímpico por primera vez en la historia, por una mujer (Enriqueta Basilio)
3) Se rompieron 23 récords olímpicos
4) Se transmitieron por primera vez unas Olimpiadas a todo el mundo y en directo vía satélite
5) Por primera ocasión se hacen pruebas de dopaje a los atletas participantes
6) Se utilizan por primera ocasión sistemas electrónicos para calificar pruebas y publicar resultados
7) Se gana la primera medalla de oro para México en Juegos Olímpicos (Felipe Muñoz Kapamas en natación)
8) Se utiliza la primera pista sintética de tartán (para las pruebas de atletismo)
9) Por primera vez en la historia de estos juegos México obtiene 9 medallas (3 de oro, 3 de plata y 3 de bronce)
Cuando se observan los videos de la clausura de las Olimpiadas de México del año de 1968, en el internet hay muchos (aquí se comparte uno realizado por el Canal 22), no puede un mexicano más que sentirse verdaderamente orgulloso:
Recordando las Olimpiadas se puede apreciar en su justa medida tanto el suceso como el clima político y social imperante en el país. El reconocimiento de todas las naciones a México es el mejor certificado y prueba de un buen trabajo y de un pueblo que vivía en paz, trabajando y forjándose un mejor futuro para sus hijos. Aunque, como muchos mexicanos saben, en las nuevas generaciones pocos, hubo algunos que traicionando a la Patria se dedicaron a agitar y a pretender sabotear los Juegos Olímpicos, lo cual continúan haciendo, son aquellos que salen o azuzan a la turba anarquista que grita “2 de octubre no se olvida”, cuando la verdad es que, la fecha que realmente es significativa y digna de todo reconocimiento es con la que iniciamos: 12 DE OCTUBRE DEL ’68 NO SE OLVIDA.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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