En su magistral obra Hamlet, Shakespeare pone en labios de uno de sus personajes la denuncia del grave suceso y origen de la trama ¡Algo huele a podrido en Dinamarca! Para desgracia nuestra, muchas cosas huelen a podrido en México y una de ellas es el problema magisterial.
Evocando de nuevo la literatura, cuando el respetado Dr. Jekyll bebe aquel brebaje que supuestamente le permitiría descubrir su lado malo de manera controlada, lo único que logra es transformarse en el horrendo Mr. Hyde.
En la metamorfosis el prestigiado doctor Jekyll echa por tierra la reputación de toda una vida para transformarse en un monstruo violento y antisocial. Algo semejante ha sufrido el gremio magisterial en México. De ser uno de los grupos sociales más respetados y queridos, en los últimos años han hecho todo lo posible por ganarse el repudio. En especial los de Oaxaca, Guerrero y Michoacán.
Dejando a salvo la reputación de aquellos profesores que mantienen su vocación en muy alta estima, una especie de apostolado; otro sector como ya se dijo, lamentablemente amplio y violento, ha claudicado a su noble labor para convertirse en mero agitador social, en un anarquista, un simple y vulgar vándalo a la vista de los mexicanos.
Construir una reputación conlleva muchos años de esfuerzo y sacrificios, sin embargo para perderla puede lograrse en unas horas incluso minutos. Al hablar de la mujer el sabio Salomón dice que “la sabia edifica su casa”, pero que “la necia con sus manos la derriba”. No hay duda: los vándalos que se dicen “maistros” en Guerrero, Oaxaca y Michoacán han derribado el prestigio que otras generaciones de profesores levantaron a través de toda una vida de dedicación formando legiones de mexicanos útiles. ¿Qué clases podrían impartir estos vándalos?: “cómo perder el tiempo en plazas y calles”, “cómo destruir comercios y edificios públicos en minutos” o “cómo exigir derechos sin cumplir con sus deberes”.
En su metamorfosis al estilo Mr. Hyde y para acrecentar la repulsa social, toman carreteras, obstruyen el tráfico de personas y mercancías, dañan la vida de inocentes de las más variadas formas, colocando en sus rostros capuchas que nos recuerdan la novela de Manuel Payno ¡Los Bandidos de Rio Frío!
En Michoacán estos “maistros” parasitarios secuestran autobuses, saquean comercios y vehículos de reparto con absoluta impunidad. Peor todavía. Los de las normales rurales exigen plazas automáticas y rechazan todo examen que cuestione su capacidad laboral. Semejante barbaridad es como si todos los pasantes de abogados, ingenieros, dentistas, arquitectos, etcétera, exigieran al gobierno plazas automáticas. Es tanta su ceguera y prepotencia (Fox y Calderón los dejaron crecer igual que a la fauna criminal) que ante los medios ¯que por supuesto les siguen el juego¯ dicen cómo y qué se debe hacer con la educación en el país ¿De cuándo acá los empleados dicen al patrón lo que debe producir la empresa y cómo?
Los engreídos “maistros” y sus socios anarquistas han corrompido hasta la metástasis el sindicalismo, haciendo de la protección laboral del trabajador una trinchera de zánganos que a todas horas exigen derechos, sin ofrecer nada a cambio que no sea su miserable actitud y el deterioro nacional, ofendiendo a la sociedad (que es la que les paga vía impuestos) y lastimando la reputación de los maestros que mantienen con dignidad tan alto llamado: ¡La educación de los niños y jóvenes mexicanos!
A los maestros de verdad: un sincero reconocimiento a su noble labor. A los vándalos encapuchados: el repudio social que no quieren saber ni aceptar, pero que se lo han ganado a pulso.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!