Opinión
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No ha sido necesario hacer nada para que todos los mexicanos se enteren de quienes son realmente los maistros de la CNTE; ellos mismos se han encargado de hacerlo. Su irresponsabilidad laboral, pereza, violencia, anarquía, vulgaridad y sindicalismo mafioso han sido su carta de presentación.

Carentes de todo sentido de respeto y solidaridad, mientras que en sus estados de origen (Guerrero, Oaxaca y Chiapas) millones de niños se encuentran sin clases y millones de sus coterráneos en desgracia a causa de los huracanes; estos vándalos reanudaron sus manifestaciones, bloqueos y demás actos de odio y caos en la ciudad de México, en tanto que sus compinches en Chiapas tomando casetas de autopistas y las instalaciones de PEMEX (amenazando con vender la gasolina de las pipas) ¿Y el gobierno del Estado y sus policías?

Si en verdad les importara el “pueblo” este era el momento de demostrarlo, de ayudarle en su desgracia, pero no, así como los manzanos dan manzanas, los alacranes nomás pican intentando matar, es su naturaleza. Igual con los maestros: intentan matar la educación de niños y adolescentes en sus Estados, como igual han intentado con la economía del centro, el aeropuerto y demás sitios de la capital por donde estos bichos pasan. Dinero, extorsión y control político es el único valor que conocen estos anarquistas alérgicos al trabajo.

Lamentablemente no son los únicos. En tanto que el país se lamenta por una economía derribada como consecuencia de la guerra calderonista (en la que el secuestro, saqueo, extorsión a todo tipo de negocios mediante el asesinato o la destrucción de bienes eran el precio a pagar y cosa de todos los días): hoy en día líderes de los partidos políticos dan rienda suelta a su lengua exhibiendo su egoísta posición. Mientras el gobierno federal intenta resolver y revertir mediante un enorme esfuerzo semejante clima de violencia; muchos de estos líderes cual vedettes en pasarela despotrican y encienden nuevas hogueras, cuando lo que se requiere es la autentica unidad nacional para apagar las existentes, levantar y reconstruir el país (y no solamente un pacto sujeto a personalidades veleidosas y partidos divorciados del pueblo).

En medio de tanta adversidad, no son pocos los medios y periodistas calienta cabezas. El miércoles anterior Carlos Loret de Mola arengaba a los televidentes contra el gobierno diciendo que “no se había hecho nada, que no había ayuda”. Y como él hay muchos otros que no han medido sus dichos y palabras lo que obliga a decir cuando menos un par de cosas: una, que las dimensiones de la catástrofe superan a cualquier gobierno, a cualquiera, y otra, que los gobiernos de los Estados son los primeros obligados (cosa que se olvida). En el caso de Guerrero queda de manifiesto que el hombre que cobra de gobernador es uno más de esos bucaneros que integran la nueva clase política mexicana. Saltimbanqui de todos los partidos y ególatra profesional, carece de amor alguno para sus gobernados. Se le nota.

Pero tampoco están solos. Las bandas de ladrones que vimos en la televisión saqueando tiendas en Acapulco llevándose todo tipo de muebles y aparatos electrónicos (cuando lo que se requería era comida) nos hicieron recordar las imágenes de Nueva Orleáns durante el huracán Catrina. Los cadáveres flotaban en el agua y los pillos sacando carros repletos de mercancías; actitudes que exhiben al ser humano sin Dios tal como es, sin retoques.

Deberán de reconocerse sin embargo las cosas buenas que también han sucedido. El Presidente Enrique Peña Nieto abandonó la cena en Palacio la noche del 15 (repleto de invitados) para preparar con su gente la estrategia de ayuda a los mexicanos en desgracia para la mañana siguiente. Verlo entre los que estaban sufriendo la tragedia, escucharlos, consolarlos y disponer la ayuda (lo cual requiere de planificación, rápida pero planificada), de trasladarse de un punto a otro, en camiones, en avenidas y calles inundadas, en medio de la tormenta, en una ciudad, en otra, en pueblos y viajar incluso de un Estado a otro en medio del temporal, muestra su calidad moral, su sensibilidad y don de gentes. En lo personal me queda claro que sus detractores políticos seguirán acusándole y calumniándole como siempre, pero todo mexicano de bien sabe que en el poder ejecutivo hay un hombre sensible que se duele y sufre. Regatear méritos es propio de corazones mezquinos.

Algunas lecciones quedan a los ciudadanos: no olvidar a los agentes del odio y el caos en las próximas elecciones, como también apoyar al Presidente y a toda autoridad estatal y local que se preocupe y ocupe de sus gobernados, de nuestra educación, seguridad, economía, futuro, de ayudar en las desgracias como ha sucedido en estos días ¿No le parece a usted?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

e-mail: mahergo50@hotmail.com

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