Casi todos los mexicanos deseamos una mayor y mejor seguridad en el país (excepto los que promueven la violencia). El daño causado por los criminales con o sin organizar, así como por los golpistas de la falsa izquierda que desean mediante la violencia lo que el pueblo les negó en las urnas, ciertamente es mayúsculo. La lista de daños va desde los anímicos hasta los económicos (la lista de ansiosos o deprimidos a causa de la violencia crece día con día).
Los vecinos de colonias y barrios de clase media hacia abajo, viven a diario el temor de ser asaltados y golpeados, los comerciantes extorsionados, las mujeres violadas, los hogares invadidos por ladrones, y como si faltara algo a este deprimente cuadro, los vendedores de drogas envenenando y envileciendo a millones de ciudadanos (sobre todo entre las nuevas generaciones), trayendo un baño de sangre nacional merced a las disputas entre delincuentes. Baño de horror al que se suman los consumidores de drogas capaces de matar incluso a sus padres o parientes por causa del dinero (para mantener sus vicios).
Atender un negocio, ser cajero de algún comercio, o llegar a casa después de que oscurece, mantiene bajo ansiedad e incluso terror, a millones de ciudadanos que se siente absolutamente desamparados por un estado (en los tres niveles de gobierno) que le cobra impuestos, pero no le devuelve a cambio la protección que establece la Constitución y leyes Estatales. El hartazgo social es mayúsculo y aunque el Presidente Peña Nieto lo tiene perfectamente claro, el problema es que gobernadores, presidentes municipales, partidos políticos y jefes policiacos no han querido hacer su parte; ya sea por imagen y cálculos electorales, o por simple cobardía para hacer valer la ley (y someter a delincuentes y anarquistas violentos).
El discurso del Presidente en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública en Los Pinos (19/Dic/2014) señala la posición cómoda y sin compromiso de quienes son actores y obligados en este azote social, pero que hasta ahora se han mantenido al margen esperando que el gobierno federal les resuelva todo.
Entre muchas otras directas, el Presidente les dijo: “He escuchado reflexiones, buena retórica, buenos discursos, buenas reflexiones, pero no pueden quedar solamente en eso…”. Luego subió la mira y apuntó directo hasta los gobernantes que hasta ahora nadan de muertito para no cumplir con su deber: “…Asumamos nuestra responsabilidad, que nadie suponga, que vendrá otra instancia, que vendrán las fuerzas armadas, que vendrá la Policía Federal, para relevarnos de la tarea que es propia, en algunos casos de los estados”.
Hasta ahora los gobiernos estatales y municipales han querido hacer creer a los ciudadanos (la ciudadanía es otra cosa) que el deber de poner orden corresponde al federal. De ser así, que devuelvan en el instante todo los recursos públicos que reciben para seguridad pública. Es un robo descarado que reciban cientos de miles de millones a nivel nacional por no hacer nada, ni combatir con firmeza la criminalidad. El Diario en el que el suscrito inició esta columna hace casi tres décadas, tenía un código de ética simple pero efectivo “el que tira recoge, el que ensucia limpia, y el que la hace la paga”. Igual debe ser en las calles de México bajo el cuidado de los distintos cuerpos policiacos con todo aquel que delinque (y no esperar que venga la PF a resolverles los problemas).
Los medios de comunicación si realmente quieren cumplir con su función social deberán remontar su corteza de miras. El chisme y la búsqueda del “rating” -dijera Fox- no son su tarea. El periodismo serio y trascendente ventila las verdaderas cosas que afectan positiva o negativamente un país en sus distintos niveles, de tal manera que la autoridad sea aplaudida o responda a sus obligaciones (según sea el caso). En doce años de panismo mega corrupto la mayoría de los medios guardaron silencio y las enormes fortunas amasadas durante esos sexenios permanecen intactas y sus dueños intocables. La crítica periodística solo aparece cuando el funcionario es priísta ¿los ladrones panistas, perredistas y demás saqueadores del erario no deben ser tocados? ¿Por qué razón nunca los tocan? –sería bueno saberlo- ¿no cree usted?.
Los matriculados de la normal de Ayotzinapa han sido presentados como “héroes” cuando la mayoría son vándalos, muchos de ellos redomados delincuentes. La destrucción de edificios públicos, robo de autobuses, quema de automóviles, saqueo de comercios y camiones de reparto, así como el robo de peaje de casetas y paralización de viajeros son actos delincuenciales ¿no lo saben los periodistas que apoyan descaradamente a estos golpistas? ¿De qué viven los familiares de los chamacos asesinados en Iguala, quién los refacciona, no tienen más familia que cuidar?
Urgidos de obra pública, que es el motor de la economía, la mayoría de los medios se dedica a cuestionar todas y cada una de las obras propuestas por el actual gobierno. A qué obedece su posición: ¿a celo del oficio o a pedido político?
Los derechos humanos son por su parte el mundo al revés. Obstinados hasta lo irracional por el destino y cuidado de los delincuentes, se olvidan absolutamente de las víctimas. La destrucción y quema de edificios públicos, del mobiliario, vehículos y demás bienes, implica la comisión de varios delitos. Han sido comprados con dineros del pueblo y los “derechos humanos” jamás se preocupan de las víctimas y de los agraviados (en este caso todos los mexicanos que pagan impuestos). A todas luces es manifiesto que los funcionarios de esta hibridez jurídica tienen un sentido de justicia pervertido y deformado. Se protege hasta lo irracional al victimario y se olvida de la víctima.
En esta tarea que suena titánica, pero no imposible, la sociedad debe sumarse en apoyo a sus autoridades si es que realmente queremos que la inseguridad decrezca y los hampones sean sometidos al orden legal. No podremos seguir adelante ni obtener buenos resultados si todo lo que hace el Presidente se le critica. Crítica auspiciada por sus enemigos políticos y los golpistas, en la que las redes sociales, sin averiguar si lo que dicen es verdad, lo replican como si fuese verdad o hechos reales, agravando con su irresponsabilidad la situación.
En esta lucha contra la inseguridad, Ejército y Policías son fundamentales. Pero no es criticándolos por todo como harán su difícil labor, como tampoco deben enviarlos sus jefes a manera de costales de patatas para que los anarquistas envalentonados por la impunidad cobardemente los golpeen, quemen o lesionen. Como representantes de la ley y el orden éste debe prevalecer; además de que como personas están obligadas a mantener su dignidad por encima de las órdenes. Ningún pelafustán puede agredir a otra persona y quedar impune. Una sociedad con semejante nivel estaría condenada al fracaso inmediato. Así que hagamos votos para que en este año 2015 cada uno hagamos nuestra parte y México recobre la tranquilidad perdida a causa de tanto delincuente impune.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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