El capítulo 23 del Evangelio de Mateo es la mejor descripción de los falsos líderes religiosos, de aquellos que sin tener el llamado o prefiriendo los beneficios del cargo, se alejan de Dios y sus deberes espirituales, para acercarse o dedicarse a las cosas del mundo. Jesús enderezó contra estos una reprimenda durísima, que de ser tomada en cuenta muchos se abstendrían de su atrevimiento.
Y es que es fácil esconderse en la sotana o en el hábito religioso. La ignorancia y la superstición temen consecuencias negativas de un Dios que no conocen, que si lo conocieran, sabrían quien le sirve a Él y quien se sirve de Él. Conociendo las Escrituras y el testimonio de las personas es fácil distinguir la farsa. Es imposible caer en el engaño y el temor derivados de la manipulación.
Para no irnos siglos atrás, basta recordar que en México el cristianismo popular está cargado de sincretismo. Su pobreza doctrinal ha formado generaciones de indigentes espirituales, más a causa de un pésimo y desobligado magisterio eclesial que por deseo personal. Y es que la ignorancia de la revelación divina (Biblia) permite la manipulación y el engaño. Un engaño capaz de ocultar la verdad escritural y fomentar la mentira, presentado a la crédula feligresía como agradable lo que a Dios le resulta abominable ¡Cosas veredes, mío Cid!
En ese juego de engaños algunos líderes han sumado pecado a su pecado, pues en lugar de retornar a la ortodoxia escritural y doctrinal se han metido al reino del César con la sotana puesta. Es el caso del obispo Raúl Vera de Saltillo, que a nombre de una delegación de 40 mexicanos pertenecientes a organizaciones de derechos humanos, se entrevistó esta semana en Berlín con las autoridades alemanas, para solicitarles que no le vendan armas al gobierno mexicano.
De entrada habrá que preguntarse si al supuesto obispo lo enviaron los maistros guerrilleros del sureste, los capos narcotraficantes, o ¿quién lo envió? Porque los mexicanos que se dedican a trabajar y sostener el país, los que participan en la vía democrática y están sometidos al imperio de la ley, que se sepa nadie lo envió. Escudado en la sotana el señor Vera se atrevió a pedirles a los germanos: “si ustedes firman este acuerdo, estarán apoyando a un Gobierno que utiliza a las policías contra el pueblo” (Mural, 4/Feb/2015).
En primer orden este apologista de la herética teología de la liberación ―así como sus anfitriones europeos― tiene que saber que Alemania y México son naciones que mantienen sólidas relaciones diplomáticas. El chisme y la calumnia carecen de validez protocolaria, además, las ONG no son entes diplomáticos, de ser así ningún país en el planeta quedaría de pie.
Eso por un lado, por el otro ¿No aprendió en el seminario que la mentira es pecado? ¿No sabe que también es pecado hablar mal del prójimo y meter cizaña? ¿No le da vergüenza delante de Dios y de los hombres hacer un viaje trasatlántico para hablar mal y falazmente de su país y gobernantes, de minar el honor y la legalidad del estado mexicano? Seguro no, de lo contrario no se atrevería a tanto.
Pero para refrescarle la memoria de cosas que jamás debe olvidar, requisitos que a causa de su deformada educación ministerial es probable que haya olvidado (o quizá desconozca), hagamos un repaso a lo que se necesita para ser obispo: “Es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar: no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro, que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios?). No un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio con los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1ª Tim 3:1-7)
Por lo que se aprecia el señor Raúl Vera está muy, pero muy lejos de lo que Dios pide para ejercer el obispado. Su perfil y cosmovisión está más cerca de los maistros de la CNTE, que del mundo espiritual y el rescate de las almas. Pero, ¿usted cree que este hombre tendría el valor de renunciar al cargo y dejar de esconderse en la sotana para ser escuchado en los medios y por la gente? Es de dudarse, para eso se requiere de congruencia y valentía y en este mundo posmodernista la congruencia es algo cada vez más difícil de encontrar.
Es poco probable que abandonara el obispado y trabajara como cualquier hijo de vecino. El uniforme le produce beneficios y privilegios que como simple ciudadano no los tendría, que si de veras fuera congruente con su ideología renunciaría al cargo para no hacer daño espiritual a nadie. La eternidad de las almas está de por medio, pero a este tipo de apostasía o chambismo clerical (solo Dios y él conocen cuál es su caso) la salvación del pecador y su reconciliación con el Mesías es asunto no importante. Lo importante son los ayotzinapos y demás camaradas.
El propio Jesús separó el reino de Dios del reino político del César ¿acaso cree este guerrillero ensotanado que puede estar por encima de Jesús mismo? Su embotamiento ideológico quizá le aconseje que tal cosa es posible, sin embargo no ha nacido ni nacerá quien pueda hacerlo. Es ilusión producto de la soberbia en cualquiera de sus envoltorios y presentaciones.
Su desubicación, la del obispo Vera, es obvia. El estado mexicano compra armas a Alemania y a otros países para poder proteger tanto a los ciudadanos como a su territorio. No se diga en estos tiempos en que la fauna criminal creció durante doce años a causa de gobiernos ornamentales y dedicados al saqueo, y que ahora que se pretende poner orden en casa, este guerrillero de sacristía corre de chismoso y traidor con los alemanes a pedir que no le vendan armamento al gobierno ¡Ver para creer!
Concluimos pues con unas palabras de Jesucristo en espera que traigan salud y rectificación a los líderes religiosos descarriados: “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando… guías ciegos” (Mat 23:13,16).
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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