Desde el arribo al poder del PAN en Jalisco (1994) y al país entero (2000), funcionarios, burocracia y partidos políticos (sin excepción) se apartaron gradualmente del pueblo hasta llegar al distanciamiento casi total, que de no cambiar de actitud, téngalo por seguro que nos sumiremos en una crisis no vista desde 1910, y no me refiero a una revolución. La situación política del país ni detecta ideologías dignas de tener en consideración, ni líderes con capacidad y arraigo social, mucho menos aprobación. Claro, sobran charlatanes y falsos mesías, pero estos son parte del problema que nos tiene al borde del colapso.
Por enésima ocasión desde 1995 (en Jalisco) y posteriormente a partir del año 2000, desde esta columna se ha denunciado hasta el hastío la loca ambición de los funcionarios, que con el pretexto de que “para no robar” se subieron los sueldos en cientos de veces a como se hizo siempre (lo que Juárez nombraba austeridad republicana). De pronto regidores de un simple Ayuntamiento como el de Guadalajara, o diputados locales, que de tener sueldos menores a los $10 mil y $14 mil pesos mensuales, se aumentaron sus percepciones hasta los $200 mil por mes (a través de bonos, ayudas y demás trucos para justificar su saqueo).
El mal ejemplo cundió como cáncer y pronto los ciudadanos a lo largo y ancho del país expresaban su queja con indignación e impotencia, del robo descarado de los funcionarios no solo de los recursos públicos, que pronto les resultaron insuficientes; sino que perdidos en su danza ante el “becerro de oro” recurrieron irresponsablemente a préstamos internos y externos (danza frenética en la que se han acompañado por burócratas y sindicalistas).
El hartazgo y molestia ciudadana no ha querido ser escuchado. Prefieren pagar millonarias e inútiles encuestas para medir su “popularidad”, que enterarse de lo que realmente piensa el pueblo de la clase política y los partidos. En el colmo de su insensatez, por decirlo de manera decente, han vuelto a las larguísimas y derrochadoras campañas sin detenerse siquiera a pensar si tal cosa es acorde a la situación nacional. Con dos semanas sería más que suficiente.
Sólo partidos políticos y funcionarios públicos ignoran (o pretenden hacerlo) la situación económica y anímica de la sociedad. Ignorancia a la que tal parece los cortesanos han inducido al Presidente, pues por lo que se aprecia en la visión del estado solo existen los mega ricos y los mega pobres. A los primeros se les atiende de manera personal y con exenciones de todo tipo. A los segundos les han enviado a Rosario Robles, que reconociendo su noble y productiva labor, se limita a ese sector (se habla de 7 millones de personas).
El problema es que en medio queda el pueblo que trabaja y mantiene el país de todo a todo: el mediano, pequeño y micro empresario, contra el cual no hay contemplación ni cuidado alguno. Los secretarios de estado, así como la mayoría de las dependencias federales, estatales y municipales, actúan contra ellos como verdaderos sátrapas, encargando hacer sentir su poder a través de cientos de miles ¿o millones? de inspectores y empleados que actúan como enemigos declarados del pueblo ¿así los envían, con esa actitud o es por cuenta propia?
A ningún funcionario público le importa que el causante, sea el señor de la fábrica, de la tienda, la maderería, la bodega, la zapatería o el giro que usted quiera y guste, se encuentre desde la época de Fox sometido al estrés cotidiano por el asaltante, el que le cobra piso o extorsiona, del secuestrador. Tan es así que a manera de castigo –en lugar de someter a los que nunca pagan impuestos- le inventó una reforma fiscal, que además de complicada en extremo, le convierte a los ojos de la indolente burocracia recaudatoria en “evasor” potencial, por lo que la devolución del IVA está retenida y los negocios que sostienen realmente a México se descapitalizan día con día ¿No hay una sola persona sensata junto al Presidente y en Hacienda que le haga saber realmente lo que ocurre?
¿Cómo puede esperar justicia el mexicano cuando un ministro de la SCJN gana más de medio millón de pesos al mes y el asalariado promedio entre 4 y 6 mil? Cuando los empresarios y comerciantes luchan por apenas sobrevivir y los que representan la justicia se despachan con los impuestos pagados por ellos con total injusticia y desproporción. Y para remachar su ataúd de injusticias, nombran a un ministro que jamás ha sido secretario, juez, magistrado, ni nada que le haga merecedor de tan honroso cargo para el que se requiere de manera obligada una carrera judicial y un profundo conocimiento en la aplicación del derecho.
En Jalisco a pesar de que el INE tomará control en lo sucesivo de las elecciones locales, dejaron con vida el ornamental IEPCJ. El problema es que los inútiles consejeros se auto asignaron sueldos de $188,000.00 pesos mensuales, cuando lo cierto es que para lo que hacen a $30,000.00 nos salen carísimos (suma que se rebajaron estos ladrones cuando se supieron descubiertos) ¿O cómo se les puede considerar? ¿Alguna empresa privada sería capaz de contratarlos con semejantes sueldos?
Pero en Jalisco sucede como en el antiguo juego de Juan Pirulero “que cada quien atiende a su juego”. En la Junta Local de Conciliación y Arbitraje siguen dictándose laudos de demandas nunca notificadas a la parte actora, por lo que de pronto aparece la “autoridad” laboral exigiendo a las empresas pagos todos arriba de $400,000.00 pesos mensuales, que además de injustos (y con hechos falsos todos) están poniendo al borde de la quiebra a no pocas empresas ¿Y el gobernador, y presidente de la Junta Local? ¿No hay nadie que someta a estos zetas oficiales al imperio de la ley?
Los empresarios del Condominio Industrial Santa Cruz en Tlajomulco, se han quejado con indignación y molestia en las últimas semanas por la presencia de verdaderas hordas de inspectores de todo tipo de dependencias (IMSSS, INFONAVIT, Municipales, etcétera) que de manera arrogante y prepotente les han tratado. Bueno, los de Tlajomulco llegaron al extremo de clausurar ocho plantas, casi todas del ramo alimenticio ¿esa es la política para “mover a México? o los jefes de abajo no solo están divorciados del pueblo, sino que también de sus superiores. Porque si es política de estado el tratar de tan odiosa manera a sus ciudadanos, es de considerar que los brotes de repudio y expresiones de rebelión fiscal y de otro tipo están ya a la vuelta de la esquina.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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