El gobierno federal está cometiendo un gravísimo error al permitir que la banda de los ayotzinapos cometa todos los días un sinfín de delitos y todos queden impunes. Para desgracia de México y del estado de derecho: un fanatismo a lo políticamente correcto, así como un sometimiento a las ONG’S extranjeras buscabullas, y un horror al que dirá la “prensa” que vive del escándalo se ha apoderado de quienes dirigen el país.
Resulta una verdadera desgracia nacional que al gobierno le importe más el destino y protección de una extraña guerrilla(integrada por autoridades y alumnos de la Normal de Ayotzinapa, padres de familia de muchos estudiantes, maistros de la CNTE, así como grupos locales de anarquistas, el gobierno saliente de Guerrero, y por supuesto, con el aval de los dizque “intelectuales” de la UNAM encabezados como siempre por la Poniatowska) que la vida de 70 u 80 millones de mexicanos, que por lo que se observa le importan un verdadero comino. Y que dicho sea de paso, son los que trabajan y mantienen de pie este país.
No podemos olvidar que en la “hermana república del Pedregal”, es decir, la UNAM se enseña y cree (no importa que no sea cierto, pero ellos así lo creen) que el destino del país se dicta desde sus aulas. Dicho en otras palabras, la sabiduría y los destinos de la nación solo pueden ser trazados desde ese campus.
A propósito de la UNAM, aunque la guerrilla de los ayotzinapos salió de una retrógrada y silvestre normal pueblerina -ante la falta de ideología y hombres de valor para cambiar un régimen entre los defeños universitarios de los goyas y cachunes-, lo cierto es que la Poniatowska y socios han dado desde el principio su apoyo incondicional a los delincuentes de Ayotzinapa. Sí, desde el campo de la ley eso son, delincuentes.
En realidad no se trata de una guerrilla en el sentido estricto de la palabra, que desde la farsa de Marcos en Chiapas, se ha visto que ese modelo ya pasó de moda. Ahora son cobardes que jamás enfrentarían a estado alguno. Simples anarquistas carentes de disciplina alguna (alérgicos al trabajo) que son aleccionados a exigir toda clase de derechos, a oponerse a cuanta cosa no les guste, a robar y destruir en nombre de su causa, pero eso sí, llorones como jamás se ha visto en la historia, corriendo en tropel a los medios, los derechos humanos y a las ONG’S solapadoras en caso de que la fuerza pública llegue a lastimar a los nenes(as) durante la comisión de alguno de sus múltiples delitos (siempre impunes, repito, impunes).
En uno de sus deleitosos libros, llenos de inteligencia y sabiduría, Gabriel Zaid describe puntualmente lo que está sucediendo en el país, aunque el regiomontano lo escribió en 1988. Veamos:
– “La guerrilla universitaria busca ante todo llamar la atención, producir noticias en la capital, más que la mera supervivencia o el avance militar. Así, tomar y abandonar varias veces la misma plaza, que no es un gran avance militar en el campo, es un avance político en la capital, si cada vez resulta noticia, si cada vez llama la atención sobre la presencia de la guerrilla y hace ver la impotencia del régimen…
– La guerrilla universitaria es como un proceso de producción mediática que recurre a las armas para generar tomas visuales y noticias de primera plana. Monta las operaciones necesarias para ganar batallas en la guerra psicológica…
– La guerrilla es como el departamento de producción teatral de un noticiero; produce hechos noticiables. La prensa (armada con grabadoras y con cámaras) pelea la noticia y la gana; es como una segunda guerrilla que amplifica las señales de la primera. La guerrilla necesita la ampliación de su mensaje. La prensa necesita un buen espectáculo…
– La guerrilla universitaria sabe que no puede vencer militarmente; que su victoria consiste en ganar la atención de la capital y convencer como espectáculo…” (De los libros al poder, págs. 221-225).
La radiografía de Zaid es tan certera a tantos lustros de distancia, que solo un ciego podría negar su atinada descripción. Ante la falta de acción de los universitarios defeños, ya impuestos a vivir de la ubre presupuestal (vía presupuesto UNAM, gobierno del D.F., etcétera), avalaron la guerrilla de los salvajes ayotzinapos, toda vez que el pretexto del 2 de octubre ya se agotó y requerían muertos nuevos para justificar su pereza y manera violenta de enfrentarse a la vida, pero siempre medrando de los dineros públicos.
En procuración de un análisis objetivo que beneficie a México, en la balanza de las acciones, un gobierno reformador siempre será superior a cualquier mesianismo político violento, pues como decía Octavio Paz: “El reformista es un revolucionario que ha escogido el camino de la evolución y no el de la violencia” (Las palabras y los días, pág. 146).
Lamentablemente el gobierno del Presidente Peña Nieto; teniendo de su lado una serie de grandes reformas, la ley y la legitimación venida de las urnas; extrañamente ha estado capitulando ante los violentos, legitimando a los guerrilleros y dando la espalda al ciudadano que le llevó al poder, así como a todos aquellos que aunque no votaron por él deseen vivir en un régimen de derecho.
Está visto que los ayotzinapos y socios anarquistas, lo único que quieren es tumbar al gobierno y subir a su líder, que ¡sorpréndase lector, sería AMLO!. Estamos en una encrucijada en la que el Presidente y su gabinete tienen que decidir si gobiernan con la ley en la mano para todos los mexicanos (así protestaron hacerlo) y establecer el estado de derecho que urge y reclama este país; o entregarlo a la guerrilla de los ayotzinapos -caballo de Troya de los golpistas- cuyas victorias mediáticas han logrado convertir sus miles de delitos en una causa, ganando un terreno que el propio estado mexicano la ha ido entregando, traicionando así el voto de la mayoría de los mexicanos. Estamos a tiempo de que se rectifique el rumbo ¿No cree usted, estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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