Uno de los temas más incómodos para el mexicano es el religioso. Octavio Paz, en su Laberinto de la Soledad señala que el mexicano más que creer en Dios siente empatía con su Hijo Jesús, lo que de ninguna manera asegura que entienda su fe cristiana: “El mexicano venera a Cristo sangrante y humillado, golpeado por los soldados, condenado por los jueces, porque ve en él la imagen transfigurada de su propio destino”.
Por lo general se teme lo que se desconoce, pocos son los espíritus capaces de aceptar su ignorancia de algo (en este caso la religión) y atreverse a transitar en el camino desconocido que puede ilustrarlos, en este caso en particular nos referimos a la Biblia. Paradójicamente más del 90 por ciento de los mexicanos se declara cristiano en cualquiera de sus corrientes, pero la inmensa mayoría nunca ha leído la Biblia o lo ha hecho de manera parcial.
Nadie se pondría en manos de un médico que desconozca la anatomía o que la conozca parcialmente ¿En caso de problemas legales quién entregaría su defensa a un abogado que desconozca la Constitución y los Códigos Penales? ¿Se daría la construcción de una casa a un ingeniero que no sepa nada de cálculo y de resistencia de materiales? En toda materia se requiere de sólidos conocimientos, no se diga en las cuestiones de fe ¡la eternidad de la persona está de por medio!
El refrán popular dice “que el hábito no se hace al monje”, lo cierto es que vestiduras de Papa no hacen tampoco a un siervo de Dios. Cuando mucho a un líder religioso en eminencia. El propio Jesucristo reprobó al clero de su época diciéndoles entre otras muchas cosas: “son ciegos guías de ciegos; y si un ciego guiare al ciego ambos caerán en el hoyo.” (Mat 15:14)
Partiendo del principio que tanto la teología como el periodismo su compromiso es con la verdad ―aunque a algunos no les guste y otros se molesten―, recientes declaraciones del Papa Francisco obligan respuesta para que sus oyentes pongan en la balanza las cosas y formen su criterio, no en el decir humano, sino en la voluntad divina revelada en las Escrituras.
De entrada se ha de decir que Jesús no fue el fundador del cristianismo. El es judío de raza y de religión. Nació, vivió, y resucitó dentro del judaísmo, lo que hizo una vez resucitado es enviar a sus discípulos a “predicar a todas las naciones”.
José, María, los apóstoles y los miles de discípulos que creyeron en Jesús como Mesías y le siguieron también era judíos, asistían a la sinagoga y cumplían fielmente con las shalosh regalim (fiestas de peregrinaje –Pesaj, Shavuot y Sucot). En síntesis, Jesucristo declaró “no haber venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a darles su cabal cumplimiento”. En otras palabras, en su persona y obra el judaísmo cobró plenitud, por lo que el cristianismo no es otra cosa que la versión gentil de la fe de los patriarcas de Israel.
Cuando el creyente, incluso cualquier lector de la Biblia transita por el Nuevo pacto, una de las primeras cosas que advierte es el valor que Jesús concede a las Escrituras (en este caso al A.T.), valor y cimiento de los escritos de Pablo, Pedro, Jacobo (San Iacob-Santiago) y demás autores bíblicos.
Por miles de años así ha sido y tiene que ser entre judíos y cristianos. El problema es que el Papa Francisco (como muchos de sus antecesores, no todos) ni siquiera usa la Biblia. Como buen jesuita es experto en el manejo de medios, olvidando lo que Jesús sentencio al respecto: “gloria de los hombres no recibo” (Juan 5:41)
En la primer semana de enero (2016) el Vaticano difundió una grabación en la que el Papa alienta al ecumenismo, olvidando a quien sirve y lo que enseñan las Sagradas Escrituras. Si se tratara de reunir a las religiones para que todas se sometan al marco legal qué bueno, el problema es que se intenta llegar a D-os por caminos no avalados por la Biblia, bastará con recordar un par de textos para echar por tierra semejante atrevimiento:
―“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, si no es por mi” (Juan 14:6)
―”Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (Es decir, Jesús en su naturaleza humana)(1ª Tim 2:5).
¿Acaso no sabe que Alá es una deidad inventada por Mahoma? ¿Desconoce que el Corán nos considera infieles a judíos y cristianos y que instiga al musulmán a ejercer violencia y muerte contra nosotros? Por decir lo mínimo. Pero como sí lo sabe, las cosas cobran otro rumbo.
Entre sus declaraciones también dijo “que todos somos hijos de Dios”, lo cual es falso. Conforme a la Biblia todos los seres humanos hemos sido creados por Dios, pero para ser considerado hijo se requiere de fe y una reconciliación con Él a través del Mesías. La Escritura lo expresa de manera clara y precisa: “Mas a los que le recibieron, a los que creen en su nombre, des dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
Hasta ahora el Papa Francisco se ha caracterizado por su manejo político y mediático, pero totalmente vacío de las cosas espirituales. Jamás se le ve una Biblia ni apoyarse en las Escrituras para llevar el mensaje redentor de Jesucristo a las masas perdidas y hambrientas del pan de vida. Y con pena y dolor lo digo, su superficialidad está a la par de la mostrada por las muchedumbres, puesto que Dios está ausente (pecándose contra el primer mandamiento) y una lista de buenos deseos y retórica melosa suplen al mensaje revelado, lo cual es terrible delante del Creador, puesto que el deber fundamental de un Papa es llevar el mensaje divino de esperanza a los hombres caídos por el pecado (que lo somos todos).
Pero se ha buscado la popularidad y el caer bien, cuando su función es llevar al pecador a un encuentro con Dios. Muchos en la generación de Jesús le rechazaron cuando les exigió fe y compromiso ―como se lee a continuación― y con esto concluimos: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:66-68). Cierto, solo Dios tiene palabras de vida eterna y están en la Biblia.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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