El hábito no hace al monje, advierte el viejo refrán. Los señores que se visten como confesores, pero que cobran como magnates, nos referimos a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, han perdido totalmente el sentido común. El de justicia tiempo ha que lo perdieron.
Y es que, no es posible que quienes dicen ―no es lo mismo decir que hacer―, representar la justicia en este país, se auto asignen (todos los ministros) salarios superiores al medio millón de pesos cada mes, que acrecentado con el abundante menú de prestaciones, su ingreso se dispara hasta la cúspide de la corrupción. No se le puede nombrar de otra manera.
En su desvarío económico han perdido toda conexión con la realidad de manera que su importantísimo puesto no corresponde con la justicia que reclama a gritos la sociedad mexicana, de frontera a frontera y de costa a costa.
Viven aislados en un mundo de fantasías y coreografías legales. Sus enormes ingresos, vehículos costosos, choferes y demás elementos de su pequeño mundo (tan ajeno a la realidad de los mexicanos) les impiden ver desde hace mucho tiempo las injusticias y violencias a las que está sujeto todo ciudadano. Excepto, claro está, la monarquía huehuenche de la cual son parte muy exclusiva.
Enfrascados a diario en discusiones bizantinas, nunca o casi nunca se abocan a los padecimientos de los mexicanos, lo suyo son los derechos humanos, la protección del delincuente, defenderle de un estado “abusivo” del que curiosa y paradójicamente reciben sus abultadísimos emolumentos, en tanto que más de 100 millones de ciudadanos sufren a manos de una fauna delincuencial cada vez mayor, mas sanguinaria y agresiva, sin que nadie les proteja ni vele por ellos.
Los excesos y desvaríos de la Corte piden a gritos por un relevo total de ministros pues sus resoluciones parecen de juez gringo despilfarrador y no de la más alta autoridad judicial (de la que se espera justicia, moderación y probidad). En días recientes su resolución de obligar a pagar 6 o 7 millones a un hospital público en el Estado de México (eso se escuchó en la televisión) porque entregó dos niños a padres equivocados, refleja de manera perfecta su fijación por el dinero ¿Acaso ignoran que los hospitales públicos se manejan bajo presupuestos fijos? ¿Piensan que el director o los responsables pagarán de su bolsa semejantes cantidades? Es obvio que su resolución además de injusta es ajena absolutamente a la realidad mexicana, ni que decir de la institucionalidad.
Si hubo negligencia médica, de las enfermeras, de cuneros o de quien sea, que se investigue y responda quien resulte responsable de lo sucedido, basándose al efecto en el Código Penal de ese Estado y en lo que marquen las Leyes de Salud. Los dineros públicos no pueden estar entregándose a cualquiera por carretadas nomás porque los ministros (que los ganan por carretadas) lo dicen frente a la televisión. ¿No les estará haciendo daño también salir en la tele a diario?
Para complicar más su extravío los ministros resolvieron esta semana (primera de julio de 2017) que muchos de los delincuentes más peligrosos del país pueden ya abandonar la cárcel mediante libertad provisional. Estamos hablando de delitos como la posesión de armas de uso exclusivo del Ejército, robo calificado, extorsión, contrabando, asalto en carreteras, evasión de reos, sustracción de hidrocarburos, ataque a las vías de comunicación, entre otros.
México a merced de cuanto delincuente hay y se puede imaginar, fauna que se multiplica día con día a causa de la impunidad, y los señores ministros de la SCJN procurando como soltarlos o como evitar que pisen la cárcel. Así, es imposible que este clima de violencia que nos tiene sumidos en el terror y la ansiedad social se revierta. Una de dos: o el exceso de dinero los perdió, o carecen del perfil para tan importantísimos cargos.
En este país, nadie, excepto el Presidente de la República, los gobernadores y secretarios federales, debe de ganar más de $100 mil pesos al mes. Es lo justo y de acuerdo a la economía de más del 90 por ciento de los mexicanos, porque si fuera por los altísimos salarios que se han auto asignado en el gobierno (a partir de que llegó el PAN al poder en 1994 en Jalisco y en el 2000 a nivel nacional) y que desangran quincena tras quincena las finanzas nacionales, México estaría muy por encima de los niveles de bienestar de Suecia, Noruega, Suiza, Alemania y demás países del primer mundo.
Lamentablemente nuestra realidad violenta, dominada por los criminales, por algunos gobernadores mega ladrones, presidentes municipales ídem, amapoleros, maistros de la CNTE, huachicoleros y demás, nos demuestra que no es así, de hecho es absolutamente contraria. Tal parece que muchos en el gobierno trabajan para entregarle el país al falso mesías que todos conocemos y que muchos no coincidimos en NADA CON EL, excepto el país en el que nacimos y vivimos. Y mientras el país pide a gritos por justicia, padecemos una que se llama ¿SUPREMA CORTE DE QUÉ…?
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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