Vivimos en el mundo de los absurdos y la incongruencia y México es la capital mundial. Nuestra clase política ha llegado a tal límite de cinismo, que ha creado el Sistema Nacional Anticorrupción en la época más corrupta en la historia de nuestro país. Algo así como si en el prostíbulo se creara una “Liga para la decencia”.
Sin embargo el problema va mucho, pero mucho más allá del gobierno en todos sus niveles e instancias. Algo que la mayoría no quiere ver pues resulta más fácil echarle la culpa al gobierno, es más cómodo, y así han sido enseñados todos o la mayoría de los mexicanos. El corrupto es el gobernante, el funcionario, o el empleado público y el ciudadano la víctima, así han funcionado los roles en este drama centenario.
En esta tragedia o tragicomedia, según se le quiera ver, los papeles al estar definidos de antemano, los espectadores, a la manera de los fariseos de la época de Jesús miran la paja en el ojo ajeno cuando gran parte de las butacas y las plateas apestan a causa de las vigas podridas acumuladas que impiden ver con claridad lo que sucede en el escenario. Peor todavía. Para poder acusar al otro de corrupto.
Vayamos a los hechos. De unos años a la fecha un sinnúmero organismos “civiles” ─¿acaso no todos son civiles?─ luchan en apariencia contra los abusos y corrupción del gobierno. Curiosamente ya que logran ser escuchados y detectados en los medios, al poco tiempo muchos de sus líderes son sumados a cargos u organismos públicos con salarios muy bien remunerados.
Congresos, Ayuntamientos y dependencias se han ido llenando poco a poco de “civiles” que de acusadores indignados pasaron a ser funcionarios prototipo ─según ellos, claro─ ¿Y su lucha apá? Esa era su lucha, los hechos lo demuestran. Como se aprecia la corrupción también sabe de disfraces.
Los que secuestran son civiles, los que asaltan son civiles, los que extorsionan son civiles, los que cobran piso son civiles, los que buscan la complicidad del funcionario público para hacer negocios y latrocinio con los dinero públicos son civiles, como lo es también el taxista que cobra de más, el mesero que altera la cuenta, etcétera, etcétera.
El ingeniero que cobra de más a su cliente al inflar el proyecto y los materiales es tan corrupto como el funcionario o el empleado público. El médico que provoca la operación y la sube de costo es también corrupto, como también lo son sus compinches de los hospitales que cobran sus hospedajes más caros que en la Riviera francesa y sus tiempos en los quirófanos como si estuvieran en la NASA en algún proyecto galáctico que requiere de la mejor tecnología.
Corruptos son también Colegios y Universidades privadas que pagan a sus maestros sueldos de miseria y cobran a los padres altísimas sumas que no tienen nada que ver ni con la educación que dan y mucho menos con la realidad del país. Gran parte de sus egresados verán a sus padres sufrir por años y privarse de tantas cosas para que al final no tengan trabajo o ganen un sueldo de $6,000.00 pesos.
Corruptos son aquellos líderes religiosos que utilizan lo más puro y noble que puede existir para hacer del mundo espiritual un simple negocio, incluso para dar rienda suelta a sus más bajos instintos y perversiones. Aclarando, y dicho sea de paso, que si de la justicia de los hombres se escapan (a causa precisamente de a corrupción y la impunidad), de la Divina no se escaparán, ténganlo por seguro.
Corruptos son los defensores de los derechos humanos que desde su creación luchan con todo a favor y protección del delincuente, mientras que las víctimas son olvidadas y su daño se acrecienta ante el desprecio, el peligro de ser agredidos de nueva cuenta y la presión a favor del mañoso que les perjudicó.
Corruptos son aquellos sindicalistas cuyo control de la clase trabajadora es justamente la razón de su pobreza, ¿acaso no es y ha sido siempre el trabajo la fuente de la riqueza? Pero, ¿quién concederá un buen sueldo a sus trabajadores mientras la Ley Federal del Trabajo sea utilizada como arma de vil extorsión entre sindicatos, Juntas de Conciliación, y bufetes de delincuentes con título de abogado?
Corruptos son los partidos políticos que en lugar de recoger las inquietudes y necesidades sociales, nutren su filas con hordas de bribones ambiciosos cuya visión de servicio al pueblo está tan alejada como el cielo de la tierra.
En el lado gubernamental partamos de Jalisco: corruptos son aquellos jueces y magistrados que venden las resoluciones; y que nadie pida pruebas pues de sus fechorías no entregan factura ni recibos. Corruptos son en la Fiscalía y los Ministerios Públicos que con el pretexto del nuevo Sistema Penal sueltan a más del 90 por ciento de los delincuentes y no detienen casi a nadie, promoviendo con su corrupción una impunidad mayor al 99 por ciento.
Corruptos son presidentes municipales, regidores y demás integrantes del cabildo capaces de cobrar más de $40,000 pesos por un trabajo que en la mayoría de los casos, además de mediocre no ve por los ciudadanos sino por ellos mismos y su pandilla (llamados pomposamente “partidos políticos”). Como corruptos son los diputados locales y federales de Jalisco que además de cobrar más de la suma ya mencionada, carecen del perfil y la capacidad para legislar, pues en su mayoría son meros grillos acompañados de un séquito de gorrones e incondicionales (todos anotados a la nómina pública), provocando el desequilibrio entre los poderes y la ausencia de una auténtica representación del pueblo.
Corruptos son los Presidentes de las Juntas de Conciliación que admiten sin revisión cuanta demanda laboral se les presenta, muchas de las cuales son simple extorsión de despachos dedicados al robo de negocios y empresas –como es el caso de los llamados “talibanes” y otros- haciendo de la justicia laboral un verdadero albañal que denigra al estado mexicano, al estado de derecho, daña de manera grave a la planta productiva y afecta la moral y ética social.
Mientras el ciudadano no vea tras las rejas a los gobernadores mega ladrones (en funciones o ex), a los grandes funcionarios y a los delincuentes comunes quedarse dentro una vez que son detenidos y reconocidos por los ciudadanos agraviados, su Sistema Nacional Anticorrupción solo será una oficina pública más, de las muchas que abundan, y que lejos de servir, solo agregan peso a la nómina oficial. Un costoso ornamento para dar chamba a los cuates, cuando la solución es tan simple: ¡Que se aplique la ley a todo el que delinca y que los sueldos de funcionarios y burócratas de media tabla hacia abajo vuelvan a los límites de la normalidad, se acaben las prestaciones corruptas y se modifique la LFT eliminando al servidor público de trienio o sexenio del derecho a demandar!
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
Email: mahergo50@hotmail.com