El presente artículo fue pospuesto a causa del terremoto de la semana pasada. Era necesario hacer ese espacio. Muerte y destrucción que azotaron Oaxaca y Chiapas y que requerirán de ayuda por mucho tiempo, ameritaban espacio, difusión y reflexión. Aun así, hay otros temas que no pueden soslayarse y necesitan ser ventilados en la vida nacional, en especial el de esta semana (que de alguna forma se relaciona con el de la semana anterior).
El ataque lanzado por los ‘maistros’ pseudo guerrilleros de la CNTE en Oaxaca en contra de la comitiva del Presidente de la República, que afectó un helicóptero y puso en riesgo la vida de varias personas (jueves 7/Sep/2017), muestra con toda crudeza el límite al que han llegado estos vividores y señores del caos, que a la manera de talibanes y estado islámico, aprovechan las libertades concedidas por un estado democrático que a diario repudian, para simplemente sembrar el terror (con total impunidad). Su aportación a la Patria fuera de su violencia, haraganería parasitaria, y predica política irracional, es nula. Son carga para todos y un daño continuo al erario público y a la sociedad en general; mayor sobre todo para la gente que sí trabaja y produce en ese Estado a la que afectan de una y mil formas con su violencia y actos de anarquía.
Los musulmanes al amparo de un credo violento de origen (eso encuentran en el Corán y sus líderes los radicalizan) se lanzan a dañar lo más que se pueda, siempre a gente inocente que no puede defenderse. Los ayatolas oaxaqueños (y guerrerenses y chiapanecos) hacen casi lo mismo con causas por demás trilladas y sin ningún sustento, ya que si fueran un poco congruentes, aunque fuera un poco, su jueguito de “guerrilleros” lo harían frente al Ejército o contra los cuerpos de Policía, contra grupos que pudieran defenderse.
Pero no, siempre es contra los civiles, contra los que van en tránsito en carreteras, contra los centros comerciales, contra tráileres con mercancías y camiones de reparto (para saciar su instinto bestial y ladrón saqueando y destruyendo cuanto se pueda), contra palacios municipales y edificios públicos (quemándolos, destruyendo mobiliario, archivos, aparatos, y por supuesto, el saqueo), contra maestros que cobran pero sí trabajan (no ‘maistros’ como ellos), contra comercios y cuanto negocio produzca algo. Tal parece que odian a los que trabajan y producen.
Han ido demasiado lejos, mejor dicho, les han permitido ir demasiado lejos. En un país de leyes años ha que se hubiese puesto orden con estos anarquistas perniciosos, pues no se trata ni de ideologías ni de reprimir, sino de vivir todos bajo el régimen de la ley. Punto.
De nadie es un secreto que esta mafia pseudo magisterial, está integrada por vándalos que juegan al guerrillero bajo la máscara de un sindicalismo absurdo que rechaza reglas en el trabajo (en ninguna empresa o institución las cosas funcionan así), que tampoco admite capacitación y actualización, indispensables en la educación, que dicho sea de paso es la puerta al bienestar y desarrollo de cualquier nación. Estos ayatolas huehuenches engrosan sus filas con cuanto gorila violento se adhiera a la banda, o bien mediante herencia, no importa que el hijo no haya estudiado nada, al fin y al cabo ni dan clases ni dan nada, bueno sí, problemas y vergüenza nacional.
Los últimos gobernadores oaxaqueños ayudaron a que este Frankenstein creciera, dándole del erario fuertes sumas a manera de extorsión, e incluso para ser utilizados como fuerza de choque en caso de ser necesario.
En suma: dejaron ir demasiado lejos a estos delincuentes. Las causas sociales ―que en el caso de la CNTE no existen, pues se trata de una anti causa― deben tener cuando menos una bandera legítima que justifique su existencia. Desde su aparición esta mafia anarquista y mega ladrona lo único que ha visto es el presupuesto público como botín y el poder como meta a alcanzar. Lo peor del caso, es que con la complacencia o indiferencia de todos los poderes y todas las instancias, incluso con apoyo poco simulado de cierta prensa que juega al “guerrillero” y se olvida de su deber de informar y de opinar con objetividad.
El día de la visita presidencial estos agitadores perniciosos quemaron dos camiones repartidores(propiedad obviamente de empresas) así como llantas con la intención de bloquear los accesos al Centro de Convenciones oaxaqueño. Sin embargo su violencia impune les llevó lejos, pero mucho más lejos.
¡De pensar que en el helicóptero atacado por los ‘maistros’ de la CNTE haya ido el Presidente Peña Nieto y que el aparato haya caído, causa a cualquier ciudadano pensante y responsable verdadero pavor! Las consecuencias para el país hubiesen sido catastróficas y los daños incalculables en muchos sentidos. Un atraso de casi un siglo con la posibilidad de caer en el caos total (y pensar que hay muchos ciudadanos que ni por enterados se dan de lo que ocurre o poco les importa).
De manera que en esta ocasión el gobierno federal y el gobierno local deben hacer cumplir la ley y hacer pagar a quien cometió semejante atentado que pudo convertirse en magnicidio. A las cosas se les tiene que decir por su nombre. México no puede continuar tolerando estas mafias violentas que día con día sumen al país en el pantano de la violencia.
La reciente declaración ―aunque ya la desmintieron, sí debió decirlo― del general John Kelly, jefe del gabinete de Donald Trump al New York Times, de que: “México vive al borde del colapso y puede encaminarse a una situación como la de Venezuela” debe ser una urgente llamada de atención y retornar al imperio de la ley, no solo en la retórica y en los medios, sino en la realidad cotidiana. ¿O usted que considera, estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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