El Estado de Jalisco pasa por una de las etapas más oscuras de toda su historia. Ni siquiera en el siglo XIX en el que proliferaron las bandas de delincuentes merced a la traición de los conservadores (que repudiaron la República para traer un emperador europeo) llegaron al extremo en que nos encontramos.
Si revisamos la novela histórica de Don Manuel Payno (Los Bandidos de Río Frío) en cuyas páginas se recrea y describe también la situación imperante en nuestro Estado, podremos darnos cuenta que a pesar de los enormes recursos del gobierno actual estamos en absoluta desgracia y peor que entonces ¿De qué sirve tener enormes edificios para la Fiscalía, policías de elite, un sinfín de jueces y juzgados, si la impunidad campea en Jalisco como señora absoluta?
Es obvio que el actual gobernador no entendió lo sucedido en las urnas cuando se le concedió el voto hace casi ya seis años. Hastiados los jaliscienses de tanta violencia e incompetencia acumulados en los gobiernos panistas, pero acrecentado el cuadro con gravedad por Emilio González Márquez; el gobernador Aristóteles pensó quizá que se votaba por su persona, cuando lo cierto es que los ciudadanos votaron por el partido que podía ofrecerles estabilidad, vuelta al orden y al estado de derecho. Nada de esto sucedió, al contrario.
Las multitudes que acuden diariamente a la Procuraduría (o Fiscalía, es lo mismo, los cambios de nombre no resuelven los problemas) son una enorme bola de nieve cuesta abajo, que de no comenzar a detener, resolver y consignar a quienes delinquen, tarde o temprano esa masa de indignación pasará por encima de quienes hasta ahora han jugado a la procuración de justicia, pero que en la práctica tienen años negándosela a los jaliscienses.
Las filas que a diario se hacen para denunciar delitos (con la perdida de tiempo para el ciudadano y la inutilidad del hecho que solo sirve para engordar el archivo) debieron ser desde años vistas desde Palacio, sin embargo, ha reinado la indiferencia, la incapacidad y la insensibilidad (política y social).
Y quien escribe esto puede hablar con autoridad y conocimiento de causa, conozco de manera personal y directa un caso que afectó a un familiar muy cercano. La denuncia se presentó ya hace 1 año y 10 meses, se comprobó y archi comprobó el delito (administración fraudulenta y delincuencia organizada en cierta modalidad). Existe el peritaje contable rendido por el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses y el de un Despacho contable externo, ambos coincidentes, como existen también pruebas y muchos otros indicios de la comisión de los delitos, además de ser confrontadas las mentiras sin fin declaradas por los acusados (y exhibidas por el contralor de la verdad). A pesar de todo esto, la Agencia del M.P. para Delitos Patrimoniales No Violentos no actúa. Como los coyotes da vueltas en el potrero de la indefinición que permite y abona la impunidad.
En este clima de injusticia solo los delincuentes y los despachos de abogados que se han enriquecido con la ilegalidad están felices, mientras que una sociedad agraviada espera las urnas, o un momento en el que pueda cobrárselos, lo cual además de condenable, agravaría nuestra condición social.
Por más de siete décadas el Ministerio Público conocía su función y como representante de la sociedad entregaba a quienes delinquían al juez para su debido proceso y sentencia. Con el nuevo sistema penal, el M.P. se ha perdido o en la corrupción (como es el caso de algunos que ponen trabas para provocar de las partes lo que todos saben), o en la indecisión de los honestos, que los hay, pero que poseídos por el temor a que la averiguación (hoy torpemente llamada “carpeta de investigación”) sea devuelta por el juez, que o corrupto o que por desconocer su función social —que no es otra que IMPARTIR JUSTICIA y procurar que se REPAREN LOS DAÑOS CAUSADOS a las víctimas—: entre todos han agravado este horrendo cuadro social en el que los únicos ganadores son los delincuentes y los despachos de abogados corruptos (obviamente que con la complicidad de aquellos funcionarios que les acomodan las cosas).
¿De qué sirve a la sociedad pagar cientos de policías investigadores si los políticos y sus familias los traen de guardaespaldas? Por cuestiones de mi trabajo como periodista y escritor, llevé amistad con los ex Gobernadores Don Alberto Orozco Romero y Flavio Romero de Velasco, y ninguno de los dos traía quien les cuidara. De hecho, no lo necesitaron nunca. Su trabajo como gobernadores les defendía pues fueron queridos y respetados por los jaliscienses.
¿En qué líos andan metidos nuestros gobernantes actuales o a qué le temen que los policías que deberían de andar investigando y deteniendo delincuentes para acabar con la impunidad, los traen ellos?
La gran fortaleza del PRI se encuentra en haber creado o fortalecido las instituciones públicas, en crear la infraestructura nacional y en dar estabilidad y seguridad al país. Lamentablemente han permitido que sus enemigos políticos impidan al pueblo ver todos estos logros y enderezar en su contra una larga campaña a causa de los corruptos, que los han tenido (aunque no menos que los demás partidos).
Así que urge que el gobierno del Estado haga ya algo en la Fiscalía y comiencen a mandar las Carpetas de Investigación a los jueces, y éstos (esperando que no se corrompan) hagan pagar a quienes delinquen. Basta de impunidad, basta de violencia, basta de inseguridad.
En buena la hora que la visita del candidato José Antonio Meade a Jalisco sirva de acicate para que las autoridades locales dejen su vida fantasiosa y apliquen el tiempo que les queda a restaurar el orden y el estado de derecho. Jalisco ha vivido demasiados años sin justicia, y el hartazgo a causa de tanta impunidad ya es peligroso. Los ciudadanos esperan su respuesta.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
Email: mahergo50@hotmail.com