Opinión
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Han llegado demasiado lejos. La arrogancia, violencia, el descuido absoluto en las acciones y el lenguaje entre muchos de la clase política, exhibe un cuadro desagradable, por no decir repugnante, en el que como se aprecia, la inmensa mayoría no entiende los asuntos elementales de la política, la cual confunden en simple negocio para enriquecerse y hacerse del poder lo más pronto posible, asociándose a la manera de pandillas lo que antes eran partidos políticos, distorsionando y corrompiendo una actividad tan importante y necesaria para todos los pueblos como es la política.

     Nos recetaron una laaaaarga y costosísima campaña electoral, que en el caso de ya sabes quién, duró dieciocho años, derrochándose entre todos, decenas de millones de pesos tirados literalmente a la basura pues nadie se interesaba en sus anuncios (58 millones 536,576 spots que tenían a los mexicanos hartos con sus banalidades, mentiras y en no pocos casos, estupideces); dinero que hizo falta en hospitales, agua potable y otras urgencias sociales. ¿Cómo aceptar que en Jalisco muchos pacientes no eran atendidos de sus problemas de riñón (diálisis), como también por falta de medicamentos o materiales quirúrgicos, mientras que todos los días se tiraban a la basura  —bueno, a los bolsillos de los dueños de los medios de comunicación— esos dineros que hacían falta en atención para el pueblo. Ese pueblo al que quitan esos recursos para dárselos a próceres que no solo tienen pies de barro como la estatua vista por Nabucodonosor, sino que todos son de barro, peor aún, mal hechos, toscos e impresentables en muchos casos.

     Así que haber visto y escuchado a la dizque Yeidckol Polevnsky Gurwitz (que en realidad se llama Citlatli Ibañez Camacho, —en 1968 que entré a la Facultad de Derecho de la U. de G.. me enseñaron que estaba prohibido cambiarse el nombre pues presuponía la intención de evadir responsabilidades y cometer ilícitos—) quien, en una rueda de prensa, con insoportable petulancia y en una pose de perdonavidas (si fuera realmente presidenta de un partido político se comportaría como tal, pero no, se exhiben lo que son, simples testaferros) se atrevió a decir: “Yo soy presidenta de Morena y yo si me voy a meter y voy ir al fondo. ¡Que no se atrevan a querer un fraude porque sí se van a encontrar con el diablo” (El Financiero, 29/Jun/2018).

     ¿De qué habla esta señora? ¿Cuál fraude, acaso ignora, que no es de creerse, los cambios y mecanismos electorales que le han costado tantos años y dinero al país para que esto ya no ocurra, que tal cosa ya no es posible? Es obvio que al sentir perdida la elección a pesar de tantas mentiras, de pagar múltiples encuestas y legiones de guerrilleros en la red (para sembrar mentiras a favor de ya sabes quién, gatilleros cibernéticos que hubieran hecho palidecer de envidia al mismo Goebbels) perdió toda compostura y dejó salir a la anarquista que mora dentro.

      Está rotundamente equivocada esta mujer, así como muchos otros políticos y candidatos de otros partidos. Los ciudadanos no somos ganado ni estamos marcado con fierro como si fuésemos propiedad de establo alguno. Hablan de democracia, pero se comportan como casas reales que se estuvieran disputando a súbditos sin derechos ni valor alguno. No se equivoquen, somos personas con dignidad, derechos y pensamientos propios y como tales les merecemos todo respeto; quizá algunos no entienden esto a causa de su soberbia y patanería congénita, pero están obligados a hacerlo. Cuando menos a intentarlo.

     Thomas Paine, el revolucionario de América y Europa en el siglo XVIII condenaba todo tipo de insolencia en el poder público: “Un gobierno insolente es despótico, pero cuando se le añade el desdén se convierte en algo peor, y pagar por ser desdeñado es el extremo de la esclavitud”(Los derechos del hombre, FCE, pág. 134).

     Aldo Moro, catedrático, legislador constitucionalista de Italia y dos veces primer ministro de ese país (a quien algunos comunistas violentos asesinaran), advertía también acerca de la insolencia y cómo debe de ser el comportamiento de los políticos: “La insolencia y el desorden han interrumpido en la vida social, de manera nueva o con formas nuevas… —como lo acaba de hacer la presidenta del partido de referencia— Las conclusiones políticas deben ser tratadas con la necesaria mesura y prudencia. Quienes tienen la responsabilidad de comprender, de proponer, de dirigir, y quienes podrían ser legítimamente acusados de complicar lo que es simple, deben actuar con más prudencia y mesura que otros… teniendo en cuenta que en política nada es simple y, por el contrario, todo es complejo. Pero lo que es complejo es igualmente susceptible de desarrollos positivos” (artículo de A. Moro titulado “Para vencer la violencia”, 27/mayo/1997, y publicado en el diario Il Giorno).

     Al escribir este artículo todavía no se celebran las elecciones y esta mujer, su patrón y sus huestes, salen con semejantes insolencias que no podemos admitir. De ninguna manera. El pueblo mexicano está harto de tanto vividor del erario a cuya ubre se le han pegado toda clase de alimañas (sin distinción de partido), de legiones de hombres y mujeres enfermos del corazón y de la cabeza que se creen próceres esperados cuando son simples ambiciosos de poder y dinero que solo han sumido al país en la desesperación, violencia y pobreza, aunque en muchísimos casos, son seres violentos alérgicos al trabajo y enormemente productivos en la destrucción.

      Así que lo que menos necesitamos ahora son amenazas, ni de esta mujer, ni de nadie, menos de la clase política. México requiere de los mejores ciudadanos, de hombres y mujeres de bien, capaces de someterse al imperio de la ley y de llegar al cargo, someter a ese imperio a la fauna delincuencial que azota al país de frontera a frontera y de costa a costa. El pueblo agobiado y cansado eso espera, no insolencias y amenazas de quienes pretenden equivocadamente el poder a la fuerza.

NUEVO LIBRO

     Hago del conocimiento de mis amigos y lectores en general, que he publicado mi nuevo libro titulado «PERIODISMO PARA GOBIERNOS SORDOS» el cual lo pueden adquirir en la cadena de Librerías Gonvill o directamente con el autor (basta enviar un correo a mi dirección electrónica que aparece al final). Espero que la lectura sea de su interés y agrado. En cuanto a las elecciones, quiera Dios (no creó en Alá, por eso no digo ojalá) que quienes voten usen la inteligencia y no las vísceras pues el destino de México está de por medio.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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