La espiral de violencia en la que está sumido el país, agravado en los gobiernos de López Obrador y Enrique Alfaro, no permite más excusas y obliga una intervención firme contra la fauna de asesinos y delincuentes que azota el país de frontera a frontera y de costa a costa; sobre todo en ciertas zonas como Jalisco y Guanajuato, donde hay que robar, claro, regiones en que la sociedad no tiene gobierno que le proteja. Lo hay solo para el cobro de impuestos, multas y todo aquello mediante lo cual los gobernantes exprimen el fruto del trabajo social, para gastarlo ellos, y darlo, —asómbrate Ripley— para los que no trabajan o son posibles delincuentes (para que no caigan en la tentación).
Aunque no le guste al presidente, desde su llegada al poder ejecutivo las bandas de facinerosos además de multiplicarse se han engallado, derramando sangre hasta convertir esto en tierra de nadie, sumiendo a la sociedad en una era de terror, mientras que sus gobernantes ―en los tres niveles― se limitan a declarar y componer las cosas con palabras, cuando lo que se requiere es el uso de la ley y la fuerza del estado (con todo su poder).
Nada de que son “traviesos” como les ha llamado AMLO a los delincuentes, son asesinos y malhechores, si tanto le gusta llamar a las cosas por su nombre, debe admitir que sus buenos deseos solo les han crecido al sentir que gozan de total impunidad, de protección oficial. ¿Acaso dar dinero a los que viven junto a los ductos de gasolina no es un desatino? Bajo esa óptica absurda, a todos los que viven cerca de la Av. Vallarta en Guadalalara, o de Paseo de la Reforma en la capital del país, tendrán que darles dinero también para que no se les ocurra ir a asaltar los negocios.
Tanto que AMLO cita al Presidente Juárez, en la práctica no sigue su ejemplo en absoluto. Y es que, en cuanto Juárez pudo hacerlo, combatió con toda la fuerza del estado a las bandas de forajidos que se multiplicaron durante la invasión francesa (que debilitó a la República), acabando finalmente con “los plateados” y otras bandas (como las del archi asesino Tigre de Alica que tenía al occidente del país bajo su terror y dominio). No lo hizo desde el púlpito, y mira que era un cristiano profundo y maduro, lo hizo con la ley en la mano y toda la fuerza y poder del estado hasta someter a los criminales.
En el caso de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez para llegar primero a la presidencia municipal de Guadalajara, prometió combatir a los delincuentes y volver la paz a la capital del Estado. No fue así, al contrario, se multiplicaron los asesinatos al grado de aparecer camionetas repletas con cadáveres (colonia Morelos). Ya como gobernador, en otro artículo reciente, se señaló desde este espacio que en tan solo 6 días hubo 44 asesinatos; veamos que ha sucedido en los siguientes:
Martes 12/Feb/2019 ——————— 11 asesinatos (Mural 13/Feb/2019)
Miércoles 13/Feb/2019 —————— 7 asesinatos (Mural 14/Feb/2019)
Jueves 14/Feb/2019 ——————— 10 asesinatos (Mural 15/Feb/2019)
Viernes 15/Feb/2019 ——————– 5 asesinatos (Mural 16/Feb/2019)
Sábado 16/Feb/2019 ——————– 10 asesinatos (Mural 17/Feb/2019)
Domingo 17/Feb/2019 ——————- 4 asesinatos (Mural 18/Feb/2019)
Lunes 18/Feb/2019 ———————– 5 asesinatos (Mural 19/Feb/2019)
Martes 19/Feb/2019 ———————- 8 asesinatos (Mural 20/Feb/2019)
Miércoles 20/Feb/2019 ——————- 23 asesinatos (El Informador 21/Feb/2019)
Lunes 25/Feb/2019 ————————— 8 asesinatos (Mural 26/Feb/2019)
Como se observa, en tan solo 10 días de febrero, 91 asesinatos se cometieron en Jalisco, todos impunes, mientras que Enrique Alfaro que cobra de ‘gobernador’, asistía feliz con un séquito de incondicionales (en primera fila) a un partido de basketball de la NBA en la ciudad de Los Angeles, boletos que costaron muchos miles de pesos (o dólares). Las cifras muestran una realidad que el gobernador no desea ver, así que le recordamos que del 1º de enero al 27 de febrero de este 2019, se cometieron en Jalisco 472 asesinatos.
También es corrupción contender por cargos para los que se carece de la capacidad y el perfil. No basta conocer los modos y mañas para ganar una elección pues no se trata de reinas de la primavera, sino del destino de una sociedad, la de Jalisco (y de aquellos que hacen negocios aquí o nos visitan).
Y mientras el Estado de hunde en un mar de sangre, bueno, hasta los inspectores de la Secretaría del Trabajo (estatal) han organizado su propio cartel para extorsionar constructoras (y otras empresas). El secretario de gobierno (Lic. Enrique Ibarra P.) apenas atina a declarar que:“Es un fenómeno que se replica en todos los espacios del territorio nacional y es precisamente el gran desafío que todos los órdenes de gobierno tenemos… Se está haciendo todo el esfuerzo y esperamos que haya resultados a la brevedad” (Mural, 25/Feb/2019).
Por los resultados vistos, el esfuerzo del gobierno de Jalisco es inútil, vano, se requiere de un gobierno que en verdad dé resultados, que haga valer la ley y retorne el estado de derecho. Que los policías detengan a los criminales, los agentes del ministerio público los consignen y los jueces los procesen y condenen conforme a los delitos cometidos. El hartazgo social ante tanta impunidad para los criminales y la incapacidad de los gobernantes ha llegado al límite. Hartazgo que debe ser entendido también por el presidente, pues con sermones matutinos largos y tediosos los criminales ni se detienen ni se redimen. El único lenguaje que conocen es el de la fuerza pública y la reclusión carcelaria, por lo que urge además que las prisiones vuelvan a ser controladas por el estado y no por las mafias.
Están apostando todo a la Guardia Nacional, qué bueno que se esté formando, pero esto puede llevarse meses y no podemos como país esperar a que esto suceda. El gobierno federal, los estatales y municipales tienen que trabajar de inmediato con los recursos que ahora tienen y eficientarlos, pero, si creen no poder, la renuncia es una salida decorosa ¿O usted qué opina estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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