Pensar que con la entrada de la Guardia Nacional la criminalidad desbordada se va acabar, además de ingenuo raya en tontería. Leyes hay, cuerpos de policía y poder judicial también, lo que no hay es voluntad de aplicar la ley, de hacer valer el estado de derecho, que, dicho sea de paso, cuestan verdaderas fortunas a los mexicanos sin que reciba a cambio nada que no sea inseguridad, secuestros, asesinatos, robos, extorsiones, desapariciones de familiares, asaltos y todos los etcéteras que se quiera y guste.
Si López Obrador, los gobernadores y los presidentes municipales realmente desearan poner orden y someter al imperio de la ley a la fauna criminal que mantiene aterrorizada a la población de costa a costa y frontera a frontera, con los recursos y elementos que disponen ya hubieran hecho algo, que téngalo por seguro, ya se hubiese reflejado en una mejoría. Pero no, solo promesas, solo darle largas al asunto, ofreciendo —como si continuaran en campaña— una solución a futuro mediante un inexistente cuerpo que por lo que dicen es posible traigan para la guardia nacional elementos de Suecia o algún otro país cuyo pecado no sea la corrupción, la transa, lo chueco, el robo, el soborno.
En ese marco de adversidad que exhibe al gobierno mexicano, en sus tres niveles, como inútil, permisivo, ornamental, laxo, barco, cómplice, o como usted quiera nombrarle, las manifestaciones vistas en esta semana que concluye nos muestran que el artículo 9º constitucional es respetado por unos cuantos a los que el gobierno orilla hasta el extremo de tener que hacerlo, mientras que vándalos y delincuentes tienen varios lustros de haber encontrado en esta garantía fundamental el pretexto idóneo para delinquir, sin que el gobierno les haga absolutamente nada.
Para aquellos ciudadanos que no conocen el texto de dicho artículo, se reproduce, sirve de muchos funcionarios lo conozcan o lo recuerden (según sea el caso, que es de considerar que la balanza se carga en la primera opción):
—“No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada, tiene derecho a deliberar.
No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee”.
Como se desprende del propio texto constitucional (las negritas han sido puestas por este periodista para remarcar lo que a diario se viola y la autoridad lo permite) la inmensa mayoría de las manifestaciones son ilegales de origen, o rompen la legalidad en el curso de su expresión.
Veamos un caso, no raro, rarísimo, pero que es el modelo correcto y exacto que contemplaron los legisladores de 1917; una manifestación ocurrida esta semana y organizada por médicos residentes de la ciudad de México. Y es que, además de que durante esa etapa profesional el estado se cobra con exceso la preparación de estos profesionistas, la poca ayuda que reciben les ha sido detenida, situación que les obligó a manifestarse.
Sin embargo, su manifestación que llegó hasta Palacio Nacional no paralizó el tráfico, no molestó a otros ciudadanos. Con sus batas blancas y porte digno, caminaron por las banquetas hasta llegar a su destino. Ya en Palacio, unos cuantos de ellos hicieron saber a la autoridad la razón de su manifestación y reclamo (absurdo kafkiano; sobre todo en un gobierno que se desvive en regalar el dinero a todo mundo, incluso a las multitudes de ladrones de gasolinas y sus familias ‘para que no roben’) y los que benefician y bendicen al país tienen que salir a reclamar a papá gobierno que no se olvide de sus deberes.
Resulta absurdo y reprobable que a los perezosos (para no decirles haraganes) que ahora se les conoce como “ninis,” el gobierno federal les pague por su linda cara, y a los que cuidan lo más preciado de una sociedad, la salud, se les regatee y atore el necesario pago para subsistir. Increíble.
Bueno, pues los médicos reclamantes son ejemplo de cómo se debe manifestar cualquier grupo que tenga algo que pedir o reclamar. Su salida a la calle dejó un precedente de cómo se deben llevar a cabo las manifestaciones y someterse voluntariamente al imperio de la ley. En este caso a la Constitución, y es que, si no obedecemos la Carta Magna ¿quedará algo por respetar?
La cara opuesta en cuanto a este derecho, el derecho a manifestarse, lo realizaron para variar un poco, los maistros vándalos de la CNTE, que para llevar a cabo sus manifestaciones, robaron autobuses, obstruyeron avenidas, profirieron injurias contra la autoridad, hicieron uso de múltiples expresiones de violencia, bloquearon calles y avenidas, tomaron casetas de autopistas (asunto que implica la comisión de varios delitos), bueno, en Guerrero asaltaron en el estricto sentido de la palabra, el edificio de Finanzas en Acapulco, quemando y destruyendo mobiliario y documentos. Con el rostro cubierto (como lo hacen los bandoleros y los cobardes) los maistros sureños cometieron sus múltiples delitos con daños muy cuantiosos, que no los pagan los funcionarios, los paga el pueblo mexicano con sus impuestos, sin que el gobierno federal estatal o municipal, haya intervenido o movido un dedo siquiera.
¿Para qué queremos gobierno? ¿Para qué se celebran elecciones si cada tres o seis años nomas cambiamos de exactores, y en algunos casos de opresores o cómplices de los criminales? Abreviemos: si en verdad el gobierno tiene la intención de garantizar la paz social y el estado de derecho, no tiene porque esperarse a la guardia nacional, con lo que cuenta, que es mucho y muy costoso, puede iniciar, y las manifestaciones aquí señaladas, marcan el modo legal y correcto, como el ilegal e incorrecto. Si sus declaraciones en este rubro son de verdad, con someter al imperio de la ley a los maistros delincuentes de la CNTE lo pueden demostrar. De lo contrario, solo retórica y manipulación nos esperan a los mexicanos
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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