Los hechos demuestran casi siempre la realidad de las cosas exhibiendo de continuo palabras y promesas falsas. En asuntos de política, populistas y demagogos dicen o intentan mantener en el engaño a sus gobernados, diciéndoles cosas que nunca son ciertas o al menos no como pretenden endilgarlas.
En el caso de nuestro país y en lo que corre del presente siglo, la clase política cada vez es de menor capacidad intelectual y la ética es materia que no conocen o de plano la repudian (es ajena a su formación, mejor dicho, a su deformación).
Poblado el gobierno de gandallas, abusivos, avaros, oportunistas, resentidos sociales y revoltosos profesionales (sin distinción de partido), los ciudadanos han quedado a merced de grupos o bandas cuya preocupación es otra, menos la del bienestar de los gobernados. Lo suyo es enriquecerse rápido, sin problemas, y procurando acomodar las cosas y a los suyos para ganar la siguiente elección.
Sus promesas de campaña vistas una vez que llegan al poder son una ofensa continua contra el pueblo. Ese pueblo, en el caso de López Obrador, se conforma apenas con los maistros de la CNTE, autodefensas de la comandante Nestora Salgado, las falsas normales como la de Ayotzinapa, los padres de los 43 vándalos que mataron por andar delinquiendo con autobuses robados a 150 kilómetros de su escuela y a la 1:00 a.m., así como diversos grupos de alborotadores profesionales.
Grupos a los que ahora se están sumando los viejos y los chamacos, a los que con dinero está comprando su voluntad. Viejos y chamacos a los que no se les dice que AMLO no les da nada de su bolsa (nunca ha trabajado en nada), que es dinero que sale de los bolsillos de los mexicanos que trabajan. No de las grandes empresas, que proporcionalmente no pagan igual que los de media tabla hacia abajo.
El dinero para pensiones, becas y demás formas para comprar conciencias y aliados para hacerse del poder y no soltarlo, es decir, una dictadura, sale de los impuestos del señor de la tienda de abarrotes, del de la tlapalería, del taller de laminado y pintura, de la peluquería y del salón de belleza, de la fábrica o taller de zapatos, del que renta autos, de fondas, restaurantes, y cuanto negocio micro, pequeño y mediano existen en México. De sus impuestos es de donde se está regalando dinero. No de AMLO ni de Morena, ni del PRD, PAN, PRI, MC y cuanta franquicia política se oferta.
Para el verdadero pueblo solo hay desprecio, ofensas, abandono, elevadas cargas tributarias y una burocracia indolente, que además de tratarle con menosprecio le hace la vida imposible y busca la manera de dañarle, de hacerle saber cotidianamente que ellos son el poder (como si se tratara de alguna monarquía tiránica).
En el caso de López Obrador es tal su ceguera y desprecio por la mayoría de sus gobernados que no hay día que no corrobore lo anterior. En sus absurdas, y enfadosas reuniones matutinas todos los que no piensan como él “son fifís, adversarios, enemigos, conservadores” y cuanto calificativo conoce su reducido vocabulario y limitada capacidad para el cargo. Pasa por alto que es el presidente y que debe gobernar y respetar a todos los ciudadanos. Lamentablemente sigue en campaña o actúa como si así fuera, ofendiendo sin reparo incluso a la prensa que no le quema incienso o le aplaude a sus incontables y cuestionables acciones.
En su condenable maniqueísmo no existen los tonos grises, o es blanco (que él y sus huestes representan) o es negro, color que representa a los “neoliberales” corruptos y malvados ¿Nadie le ha dicho o le ha ayudado a entender que existimos millones de mexicanos que no somos neo liberales, que amamos a México, que estamos en contra de la corrupción, pero que no compartimos su cosmovisión, y que todas las mañanas nos ofende en sus enfadosos sermones?
Como también ofenden a los mexicanos los gobiernos estatales (y el federal) que indefectiblemente, ya sea para las vacaciones de semana santa y pascua, o en las de verano, se les ocurre ir a reparar las carreteras, haciendo de las vacaciones de los ciudadanos una tortura y una ofensa ¿Por qué no reparar antes o después?
Ayuntamientos como el de Guadalajara, que en lugar de hacer valer el Reglamento Municipal y obligar a los negocios a proporcionar los cajones de estacionamiento para sus clientes y empleados, dejan que las casas de los vecinos sean invadidas obligándoles a estacionarse afuera de sus casas (tapando sus propias cocheras, pero sin obstruir las banquetas) ¡Ah no, los fariseos al servicio de Ismael del Toro folio en mano salen en tropel a levantar multas de $ 3,800 pesos! Mientras, el ciudadano triplemente agraviado se pregunta ¿y porque no existe ese celo contra la fauna delincuencial, porque no detienen a las legiones de asesinos que andan sueltos en la calle, a los ladrones de automóviles, a los de autopartes, a los extorsionadores, a los asesinos y secuestradores de mujeres, a los vendedores de droga que envenenan a jóvenes y niños, a los que saquean las casas? ¿Por qué su celo se limita al ciudadano pacífico y ordenado?
Se han cebado contra la gran masa de ciudadanos ordenados y pacíficos y se han desentendido de los violadores de la ley. Esta semana nos enteramos de un incendio de maleza en un Parque Industrial de Tlajomulco y mientras los de Protección Civil luchaban contra aquella amenaza para las empresas, indolentes inspectores de la Secretaría del Trabajo las merodeaban con el fin de infraccionar o cerrar fuentes de trabajo ¿Qué les ha hecho el verdadero pueblo bueno, el que cubre sus quincenas?
El desprecio contra los ciudadanos es impresionante, pero los gobiernos, en sus tres niveles no lo quieren ver. Un caso más, aunque el lector debe tener en mente mucho otros, es la llamada Reforma Laboral, que dicho sea de paso ya estaba desde el gobierno anterior, lo que faltaba era adecuar las leyes secundarias. La cuestión es que quedaron de nueva cuenta las fuentes de trabajo a merced de bribones, de trabajadores mentirosos capaces de inventar las peores falacias y cuentos para hacerse ilícitamente de un dinero o acabar con una micro o pequeña empresa sin consecuencia alguna. El delito de perjurio es letra muerta, aun con la nueva legislación penal (y laboral).
Presidente, Gobernadores, Presidentes Municipales y dependencias públicas están obligadas a hacer un alto. Su trato despótico y su desprecio para el ciudadano han llegado al hartazgo. Es necesario oír la voz del pueblo. El cansancio es mucho ¿O usted que considera estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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