Desde la última década del siglo pasado y en lo que corre del presente nos fuimos quedando sin gobiernos. Ambición, incapacidad y corrupción los fueron diluyendo hasta quedar estos grupos que se hacen pasar por ‘gobiernos’ pero que en lo único son efectivos es en el cobro de impuestos y en fastidiar al ciudadano trabajador y pacífico. En lo demás son ornamentales y onerosos. Demasiado onerosos.
En lo federal, estatal y municipal, la mayoría de los gobernados se encuentran a merced de la múltiple fauna delincuencial. Pocos son aquellos gobernantes que hacen el esfuerzo de cumplir con los votantes, aun cuando no les hayan favorecido con el sufragio. Para la inmensa mayoría de gobernantes lo suyo es declarar, de ofertar en campaña cosas que sabían no cumplirían una vez en el poder, formar grupos de amigos con aparente ideología (solo aparente) pero cuyo único interés es el poder y el dinero.
El actual presidente, que en lo personal considero no tiene nada de presidente, aunque haya obtenido el triunfo electoral (Fox también lo consiguió ¿y?). El simple hecho de promover su campaña desacreditando todos los días al presidente Peña Nieto y utilizar a legiones de sus incondicionales para que hicieran lo mismo en las redes sociales y en los espacios de los periódicos que utilizan también el internet, descubre su corrupción moral.
Corrupción que se agiganta al contender él, y la mayor parte de su equipo, a cargos públicos y de representación social sin tener la capacidad ni cubrir los requisitos mínimos. Los resultados saltan a la vista. Las intervenciones en el Senado y en la Cámara de Diputados a diario exhiben a ignorantes, chiflados y no pocos violentos (incluso delincuentes con cuentas pendientes con la ley) haciendo de tan importantes foros republicanos, espacios más parecidos a la Arena Coliseo o a alguna pulquería (de las muchas que hay en la capital). Eso es cinismo y corrupción ¿AMLO o alguno de sus cercanos incondicionales se subiría a un avión tripulado por una persona ‘honrada’, pero que no supiera pilotear?
Tanto López Obrador, como Enrique Alfaro (y otros gobernadores), al igual que Ismael del Toro y tantos y tantos presidentes municipales, prometieron acabar con la delincuencia, con meter al orden a tanto asesino, secuestrador, ladrón y extorsionador, y una vez en el poder lejos de cumplir con sus promesas, lo cierto es que los asesinatos han crecido hasta en un 30% respecto del primer trimestre de 2018. Eso, les guste o no es corrupción. Es mentir deliberadamente.
AMLO desde su campaña se acercó a los evangélicos los cuales cayeron en su engaño o participaron voluntariamente, haciéndose pasar el tabasqueño como uno de los suyos y utilizando algunos textos bíblicos para confundir a los neófitos. Cualquier cristiano de verdad sabe que López Obrador no es uno de los suyos. Arrodillarse el día de la toma de posesión ante brujos para que le hicieran una ‘limpia’ pública en el Zócalo de la capital, es propio de esotéricos y paganos, y cualquier cristiano (protestante o católico) que conozca la Biblia sabe que tal acción es considerada abominable por Dios.
Así que mentir, descalificar a sus oponentes con falsedad y utilizar a otros con el mismo fin, y contender por un cargo para el que no cubre el perfil, le hace reo de culpa, pues como dice la Escritura “en lo que a otros juzgas a ti mismo te condenas”. Queda dentro de la advertencia del británico C.S. Lewis: “Tampoco veo muy probable que la historia nos muestre un solo ejemplo de un hombre que, habiendo salido fuera de la moralidad tradicional y habiendo alcanzado el poder, haya usado ese poder en forma benevolente” (La Abolición del hombre).
Habiendo protestado cumplir y hacer cumplir la ley, López Obrador ha hecho exactamente lo contrario. Las bandas delincuenciales así como delincuentes solitarios y ocasionales han hecho lo que han querido sin que el presidente, ni los gobernadores (al menos el de Jalisco) y los presidentes municipales los toquen siquiera. La impunidad ha sido total y la ley letra muerta.
Con el pretexto de la Guardia Nacional han continuado en campaña prometiendo resultados a futuro cuando ya han pasado cinco meses y México, Jalisco y la zona metropolitana de Guadalajara (y muchas otras del país), se encuentran bañadas en sangre y el gobierno atina apenas a declarar aparentemente indignado, pero sin hacer nada efectivo para poner orden. Posición imperdonable cuando tienen cada uno bajo su responsabilidad y orden, cuerpos militares, policías federales, estatales y municipales, así como un sistema judicial a lo largo y ancho del país.
Al multimillonario robo de gasolinas en lugar de atacar con toda la fuerza del estado a las bandas de ladrones, con una lógica que ni Kafka hubiese imaginado, cerró los ductos y compró más de 500 pipas (sin licitación). En los pocos horarios que abrían los ductos, los ladrones de Tlahuelilpan Hidalgo, en un saqueo a manera de aquelarre, mueren 135 quemados. Qué pena, sí, pero ellos sabían lo que estaban haciendo y a lo que se exponían.
Sin embargo la mente y respuestas anormales del presidente nos asombran un día sí y otro también. En días recientes dio ayuda económica para los parientes de los muertos en la explosión. ¿Por qué no dar esa ayuda a familias mexicanas con necesidad que están en hospitales y son personas pobres y respetuosas de la ley?
La terquedad del presidente para no hacer valer la ley es imperdonable. Escudarse en la falsedad de que “él no va a reprimir a nadie” es absurdo e injustificable. No lo cree nadie, excepto algún bobo o ciego voluntario. Si él siempre vivió al margen de la ley o provocando a la autoridad es otra cosa. Quien delinque debe atenerse a las consecuencias, es parte del contrato social, del estado de derecho y de la auténtica democracia.
¿Cuántos de los criminales de la matanza de Minatitlán han sido detenidos? El miércoles 1 de mayo en el noticiero que dirige Ciro Gómez Leyva, pasaron como en otro pueblo de Veracruz asesinaron a sangre fría a 3 turistas que pagaron a un chamaco que les sirvió de guía para llevarlos a unas cascadas (y la turba estúpida les acusó de secuestradores). Las familias de esos inocentes asesinados, deshechas ante esta tragedia, señalaban que no hay gobierno. Y es totalmente cierto, no hay gobierno, solo violencia. Muchos ciudadanos nos preguntamos ¿de qué se ríe el presidente todas las mañanas? ¿En honor a qué mantiene todos los días esa sonrisa sardónica mientras que miles y miles de familias mexicanas lloran a sus muertos, o ante la desaparición de los suyos, o se mantienen aterrorizados a causa de los secuestros y los extorsionadores, de qué se ríe?
Ante la impunidad la delincuencia se ensoberbece y crece. El jueves en la madrugada una banda de delincuentes armados y encapuchados se metieron (por el rumbo de Agua Blanca) a robar casas y secuestrar a algunos de sus moradores, para finalmente soltarlos en la madrugada del viernes desnudos y golpeados. La Fiscalía no quiso aceptar denuncias a los familiares y en los medios no se supo nada ¿Manipulando las estadísticas creen que van a revertir tanta maldad permitida y alentada a causa de que no hay gobierno?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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