Cuando la clase política británica le preguntó a Winston Churchill qué le ofrecía al pueblo inglés (ante la amenaza del nazismo), el hombre lo dijo claro y sin rodeos: “¡SANGRE, TRABAJO, SUDOR, Y LÁGRIMAS!”.En las últimas décadas le quitaron la segunda palabra a la frase, quizá porque no pocos en las nuevas generaciones son alérgicos a tan necesaria labor, sobre todo entre los gobernantes.
Para desgracia de los mexicanos la sentencia de Churchill se ha cumplido a partir del siglo posmoderno, aunque con variantes y sin haber amenaza alguna, sino a causa de una clase política que una vez en el gobierno (en los tres niveles) ha resultado nociva, inútil, corrupta, incapaz, mentirosa, extremadamente onerosa y ornamental.
Los llamados partidos políticos, que se han convertido para desgracia de todos, en simples franquicias de ambiciosos y bucaneros, promueven y ofertan a sus próceres de pacotilla como si fuesen reinas de la primavera, cuando lo que está en juego es nada menos que el país, la República.
Se oferta en base a la mercadotecnia, al bluff, al fotogénico, al simpático; no al capaz, al mejor preparado, al sabio, al reflexivo, al que conoce las necesidades (municipales, estatales o federales, dependiendo del cargo que se pretende) y sabe lo que se tiene qué hacer. Lo peor es que la masa votante no se encuentra mejor que estos líderes que hace unas cuántas décadas no hubieran salido electos ni en kermes escolar. Su incapacidad y torpeza se los impedirían.
Merced a esta nueva cepa de falsos líderes, de ambiciosos que confunden la grilla con la política y las arcas públicas con la conducción del estado, la mayoría de los municipios, Estados y el país en general se han hundido en casi todos los órdenes. Si todavía estamos de pie es simplemente por la misericordia Divina manifestada a través de algunos millones de mexicanos que desean un mejor país y un mejor futuro y para ello siguen haciendo su mejor esfuerzo (mexicanos de todas las clases sociales, pero que están comprometidos con su país; cosa que no sucede con la mayoría de sus gobernantes).
El mentiroso e incapaz de Vicente Fox arribó al poder engañando a gente sencilla y noble que deseaba y creyó en un ‘cambio’, dilapidando los enormes recursos petroleros que en su gobierno entraron como nunca (a causa del alto precio del petróleo) debilitando y corrompiendo todas las Instituciones públicas. Y al debilitarse el poder público los delincuentes de todos los niveles —con la anuencia y complicidad de los gobiernos—aprovecharon la oportunidad. Y al no pararlos como marca la ley las bandas criminales se crecieron ante la impunidad ofrecida por los novatos (y corruptos, más que los anteriores, pero lejos).
Para desgracia de México, al no haber gobiernos que los sometieran al imperio de la ley, ni jueces que hicieran válido el estado de derecho, el país se fue hundiendo en un pantano de violencia, en el que la sangre como en la visión del profeta ya llega a la brida de los caballos. Demasiada sangre y poco, muy poco gobierno. Una impunidad del 99 por ciento retrata de cuerpo entero al gobierno federal (de AMLO y sus antecesores), a casi todos los estatales y gran parte de los municipales. Pocas son las zonas del país que hay una relativa paz y orden.
Retornando a la oferta de Churchill, la sangre que advertía era para no caer en las garras del nazismo, en México la sangre ha sido derramada del todo inútilmente, permitida por gobiernos de adorno que prometieron cumplir y hacer cumplir la ley, pero que de inmediato se les olvidó, cayendo en el delito de perjurio y en responsabilidad penal a causa de su ineficacia, indiferencia, e incumplimiento de sus deberes.
Y mientras el británico a pesar de sus luchas con la depresión y de los enormes obstáculos que representaba el Eje del Mal, enseñó a su pueblo con el ejemplo (trabajando de manera incansable hasta alcanzar la meta fijada), en cambio en México, la mayoría de los gobernantes han holgazaneado de lo lindo haciendo de la pereza su blasón de ignominia. En Jalisco, basta transitar por cualquier carretera o autopista para dar fe de los anterior, entrar a un asqueroso baño de una costosa autopista certifica su flojera crónica, su desprecio por los gobernados, su interés único de esquilmarlos.
El centro de la ciudad de Guadalajara es una verdadera vergüenza, mugre y grafiti son el sello de una casa común que antaño era limpia, orgullo de sus moradores, pero que ahora avergüenza ante propios y extraños. El descuido casi total de parques, jardines y camellones es indignante, sobre todo cuando se conoce el monto de la nómina. Una nómina que creció casi al 600 por ciento luego de la llegada del PAN al poder, pero que se ha utilizado no para servir a los tapatíos, sino como fuerza electoral y de poder para la siguiente elección.
En los otros municipios de la zona metropolitana las cosas no están mejor ¿para qué buscaba la relección Pablo Lemus si la ciudad es un mugrero? Por señalar algunas cosas, de la glorieta de los cubos y toda la Avenida Vallarta la mugre, los matorrales y la falta de mantenimiento de jardinería y mobiliario urbano son evidentes. Este fin de semana crucé Ciudad Granja por la avenida Central y pude constatar el total descuido de la colonia (sucia, grafiteada, matorraluda, saturada de topes), basta decir que estaba mejor hace cincuenta años, cuando en realidad era una colonia exclusiva para granjas. Si olía a vacas, cerdos y gallinas era precisamente por su vocación, pero se veía y mantenía limpia. Hoy es un mugrero, parece abandonada. Fuera de la glorieta frente a la vieja casona de la familia Morquecho (que hoy es parte de una universidad privada), la cual sí está bien cuidada, toda la colonia luce horrenda, descuidada totalmente.
Ni qué decir de San Pedro, Tonalá y Tlajomulco, tal parece que los nuevos gobernantes no son de aquí, los genes de la gente limpia (como estábamos acostumbrados) no se reflejan en su quehacer, pero como ya dijimos, el trabajo no es parte de sus activos. Pereza y mugre son la nueva cara de la zona metropolitana, una zona que absurdamente crece en moradores y autos y sus ‘gobiernos’ achican las vialidades para que circulen bicicletas, metiendo en molestias cotidianas a los conductores y afectando de gravedad a los negocios, que dicho sea, son los que mantienen los gobiernos ¡Ver para creer!
En cuanto a las lágrimas que ofreció Churchill lo hizo a sabiendas de la maldad de los nazis y sus aliados. En cambio en México las lágrimas de más de 200 mil familias de personas asesinadas, más las que a diario se suman a la lista, son lágrimas estériles, que no importan ni conmueven a sus gobernantes, perdidos en su ambición económica y pseudo política. No importan tampoco las lágrimas y angustias de los secuestrados y sus familias, de los que son asaltados, extorsionados, robados en su patrimonio de una y mil formas, la IMPUNIDAD DEL 99 POR CIENTO QUE GOZAN LOS ASESINOS Y DELINCUENTES, con o sin organizar, con cuello blanco o gorra mugrosa y pasamontañas. Para los mexicanos del año 2019 solo hay SANGRE, PEREZA, MUGRE Y LÁGRIMAS, pero gobiernos, lo que se dice gobiernos, no hay.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
Email: mahergo50@hotmail.com