Apenas van a cumplir un año en el poder, y un enorme sector de los mexicanos (millones) ya están cansados del actual gobierno federal. Su incapacidad en casi todos los órdenes para resolver los problemas nacionales, su carencia de cuidado y respeto por la inmensa mayoría de los ciudadanos a los que han dividido y ofendido, un día sí y otro también, su insensibilidad, derroches y mentiras les han puesto en enemistad con el pueblo, con el mexicano (no con los incondicionales seguidores de AMLO, y con aquellos cuya voluntad han comprado con el dinero que se les regala de los que pagan impuestos).
Una incapacidad negada por la soberbia y la insensibilidad, que si bien se intenta ocultar con la retórica de una falsa ideología, lo cierto es que deja al descubierto su impreparación, su valemadrismo ante los grandes males que azotan al país. Su desprecio por todos aquellos que no comparten su cosmovisión violenta y totalitaria, para los que desean un México mejor lo cual solo se logra mediante el trabajo de todos, de pueblo y gobierno. No de un gobierno que se trepe y viva del pueblo.
Un gobierno corroído en sus entrañas por el odio y el revanchismo social, lo que le ha llevado a promover sin tapujos la división entre los mexicanos. Un gobierno que lejos de buscar la unidad –como es su deber- todos los días, desde la madrugada, se dedica a dividirnos, a emponzoñar los corazones de sus seguidores y de los insatisfechos. Un gobierno cuyo presidente se ríe todas las mañanas, no importa que los narcotraficantes hayan humillado al Ejército en Culiacán (y en tantas partes del país, impidiéndoles poner orden y hacer valer la ley), que los delincuentes que azotan al país de norte a sur y de costa a costa hayan asesinado en Chihuahua a una familia de mujeres y niños; no, en lugar de cumplir con su deber, sin sensibilidad ni madurez alguna, califica a cualquiera que no se someta a sus caprichos de “fifí, conservador, enemigo, opositor”, y una retahíla de ofensas en las que la prensa ha sido incluida y vilipendiada (por quien debiera ser su primer defensor).
La insensibilidad del actual gobierno se ha visto reflejada en la desaparición de guarderías, en la falta de medicamentos, en la desaparición del Seguro Popular y dejar a diabéticos y niños con cáncer (entre otros pacientes) sin la debida atención. En permanecer inmóvil y no aplicar la ley ante una delincuencia desbordada que tiene el suelo patrio regado en sangre en apenas 10 meses (con 30,000 asesinatos); una delincuencia que también secuestra, roba, asalta, extorsiona, cobra impuestos a todos por vivir (‘cobro de piso’) y demás delitos con los que mantiene aterrorizada a la gente que trabaja y mantiene de pie a este país (y mantiene al gobierno también).
Un gobierno que a grupos de delincuentes como es el caso de los maistros de la CNTE y los normalistas rurales, les permite secuestrar, robar, destruir, paralizar la productividad industrial y comercial (deteniendo trenes) sin que haga absolutamente nada. Para el gobierno de la 4T la ley y el estado de derecho no son nada. Un instrumento de riquillos, de burgueses explotadores, pues no debemos olvidar que MORENA (el partido de AMLO) toma su nombre del periódico Regeneración de Flores Magón. Un anarquista para el que la democracia se integraba por una trinidad satánica: GOBIERNO, CAPITAL, Y CLERO, trinidad que había que aniquilar.
Un gobierno derrochador, que con falsa austeridad promovió la reducción de salarios y recortes en seguridad, salud, universidades públicas, etcétera. Que incluso de manera hipócrita puso en venta el avión presidencial (que por cierto se debe una buena parte) viajando el presidente en vuelos comerciales -con todo lo que esto significa en problemas de logística, protección a su persona, incomodidades a los viajeros, retardos, etcétera- y ofrece, sin que nadie se lo pida, ASILO a EVO MORALES, que dicho sea de paso, él RENUNCIÒ a la presidencia, no hubo ningún golpe de estado. Y como AMLO se dice ‘creyente’ se le recuerda que la mentira es pecado.
Así que no se puede admitir que hable de austeridad y envíe un costoso avión de la Fuerza Aérea Mexicana para traer al renunciante mandatario boliviano. Un viaje que costó una verdadera fortuna en dinero y desgaste diplomático al tener que tocar la puerta de varios países para que dejaran pasar el avión y a su pasajero. Una incongruencia (e hipocresía) al traer al huido dictador de Bolivia en un viaje azaroso y hasta premiar con ascenso a general al piloto. En otras palabras: ¿Para traer al dictador todo el empeño y para atrapar al hijo del “chapo” en Culiacán ningún esfuerzo y humillación mundial para las fuerzas armadas? ¿Hay compromisos que impiden retornar al imperio de la ley o se trató de un rostro más de la incapacidad del gobierno lopezobradorista?
Un gobierno que sin máscara alguna anuncia su vocación de dictadura, implementando día con día los pasos para lograrlo: desde la polarización y división de la sociedad, hasta el afianzamiento de su proyecto: proyecto en el que la democracia no cabe por lo que los otros poderes ya han sido tomados, primero el legislativo y ahora el judicial, haciéndose en el inter de organismos autónomos como la CNDH y trabajando de manera rápida para hacerse también del INE, TRIFE, FGR, etcétera, en pocas palabras. Llegaron al poder por la democracia y sin disimulo y con descaro están destruyéndola para instalar una dictadura al peor estilo sudamericano. Pasando por alto tres cosas. Una, que los mexicanos votaron por un presidente que resolviera sus muchos problemas, no por un dictador que les oprimiera más. Dos, que además de ilegal, perverso y deleznable, están obrando fuera de la ley y sin cumplir con sus principales deberes. Y tres, que tomaron el Nombre de Dios en vano para engañar a católicos y evangélicos aparentando ser creyentes, ignorando que nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE ha quedado impune ante la presencia del Señor.
Un congreso que debiera velar por los intereses de los mexicanos, es ahora un simple grupo de empleados de AMLO dispuestos a someterse a sus caprichos y acelerar el paso de la democracia a la dictadura; injustos y desvergonzados, al grado de aportar casi el 70 por ciento del presupuesto destinado a los estados, para los 6 que controla Morena (que no gobierna), mientras que a los otros, que son la mayoría (12 gobernados por el PRI y 10 por el PAN) les dejan las sobras, es decir el 14 y 10 por ciento respectivamente. Claro, la intención es que no puedan hacer nada y en las próximas elecciones quedarse con todo lo que ahora no controlan y así hacerse de todo el país.
Los mexicanos deben abrir los ojos, estamos a tiempo para impedir semejante villanía y maldad, no se puede admitir que los Maduro y los Evo Morales se hagan del poder mediante la democracia (que tanto aborrecen) para luego destruirla y establecer una autocracia.
Hace casi 110 años tuvimos una Revolución social, la primera del siglo XX en el mundo y la más exitosa en América Latina. No debemos caer en las falsas promesas de este grupo de anarquistas y resentidos sociales que integran en su mayoría Morena, pues carecen de testimonio ya que las cartas de capacidad, integridad, formación, laboriosidad, respeto por el pueblo y las instituciones y el estado de derecho no aparecen en su bagaje. Su inclinación por la pereza, el desmadre, el repudio al orden y la aplicación de la ley les imposibilitan para estar en el poder. No solamente la corrupción es condenable, también lo es la incapacidad, el divisionismo, la insensibilidad, el derroche y la mentira, blasones de ignominia que adornan a este grupo amorfo que se hizo del poder en México, que no ven por su bien y futuro, sino por el de ellos mismos. Punto.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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