La actitud extraviada e irreflexiva del actual gobierno federal debe de alertar a todos los mexicanos. Sus decisiones equivocadas, absurdas, contrarias a las necesidades nacionales y regionales son manifiestas. Empecinarse en un proyecto que de acuerdo a las condiciones actuales del país y del mundo es ya a todas luces inviable, muestra su incapacidad, carencia de inteligencia y sentido común. Urgidos por otras necesidades comunes (de salud, laborales, económicas, financieras, educativas, comerciales, de SEGURIDAD, etcétera.) el presidente y su gabinete se empecinan en dar la contra a la realidad. Siempre ser oposición tal parece que se les metió hasta las células, pues ahora se oponen a una realidad que les obliga a un cambio radical de proyecto.
Lamentablemente ni el presidente ni nadie en su equipo quieren ver lo que sucede (¿no hay una sola persona con suficiente inteligencia e integridad que se atreva a hablarle con la verdad, incluso confrontarlo de ser necesario?). Su rechazo a enfrentar la realidad —provocada por una pandemia que nadie esperaba— les exhibe a manera de enanos en una silla que requiere de grandeza de miras, sabiduría, e inteligencia.
Pero, qué se podía esperar de un grupo de eternos manifestantes que jamás han sabido construir, solo destruir; que solo saben criticar, pero no edificar; que mandaron siempre las instituciones al diablo y ahora que las tienen bajo su responsabilidad les queman las manos.
Observar a un presidente hasta el extremo ególatra (y no es un asunto de partidos políticos, ni de ideologías, es de personalidad y conducta) que sigue empecinado en fundamentar su gobierno en los ingresos del petróleo; desatendiendo la quiebra de la empresa (provocada no solo por la corrupción de los altos funcionarios de gobiernos anteriores, sino por el sindicato y por toda, absolutamente toda la crecida plantilla laboral, que en unidad con los electricistas, han vivido como reyes exprimiendo con elevadísimos sueldos e incontables prestaciones fuera de la realidad nacional, una empresa que jamás ha sido de los mexicanos, sino de ellos; ni qué decir de su improductividad, produciendo siempre un barril de petróleo muy, pero muy encima de los costos internacionales) que no quiere aceptar tampoco la caída nunca antes vista de los precios del petróleo, sino inyectarle a este barril sin fondo recursos que urgen en otras áreas, y por si no le fuera suficiente, continuar la supuesta refinería de 2 Bocas (que nunca lograría terminarla en este sexenio) muestra sin duda síntomas de enfermedad o agotamiento mental.
Y aunque quiera mejorar su imagen, no hay peor enemigo de AMLO que él mismo. Atreverse a decir públicamente que “la epidemia le cayó como anillo al dedo a la 4-T” lo exhibió como un hombre malo e irreflexivo. Un presidente al que no le importan nada sus gobernados, que son seres humanos (amenazados por una terrible peste) al que sólo le importa su proyecto político y su paso a la historia. Una historia que sin duda le juzgará con una severidad que ni siquiera imagina.
Su posición frente a las bandas criminales que azotan al país, sugiere amistad y compromiso con algunos de ellos, pues no se entiende de otra manera su tibieza o nula aplicación de la ley. Abonando a ese pensamiento la liberación del “chapito” y su reciente visita a Badiraguato en la que mostró notoria amistad con la madre del archi criminal. De ahí que su regaño a los asesinos del lunes pasado debió de provocarles un ataque de risa: “…No vengan ahora a decir ‘estamos entregando despensas’. No, mejor bájenle, bájenle y piensen en sus familias… Ustedes mismos, los que se dedican a esas actividades… hay que tenerle amor a la vida, es lo más sublime, es una bendición” (Mural, 21/Abr/2020).
Para desgracia del presidente, pero sobre todo de los mexicanos, AMLO no está a la altura del cargo obtenido en las urnas. Su desprecio por los empresarios micro, pequeño y medianos, mismos que generan el 80% de los empleos, además de injustificable es incomprensible. Es obvio que lo que se dijo por muchos años en esta columna (y por otros periodistas) era apegado a la realidad, ya que al no haber trabajado jamás, al no saber cómo se gana el pan de cada día fuera de la nómina gubernamental, nunca ha entendido cómo se produce la riqueza y qué papel social juega.
Y si a los valientes que se atreven a poner un negocito creando 5, 10, 15 o 20 empleos les detesta, su menosprecio por los grandes empleadores (20%) es proverbial, no hay día en que no les haga objeto de sus ofensas y ataques (pirrurris, fifís, conservadores, enemigos, etc.). Sin duda que los psicólogos podrán ofrecernos una descripción precisa de su belicosa conducta, pero sobre todo desde el campo espiritual (de la fe judeocristiana) el presidente queda exhibido y sin defensa alguna.
¿Pero qué se podía esperar si para integrar su gabinete y equipo se rodeó de marchantes y manifestantes eternos, de individuos que solo saben pedir y destruir, más no crear y construir. El hermoso libro de los Proverbios dice al efecto: “Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos” (26:10).
Herido de muerte su proyecto (4-T), todos los días endereza su ira contra todo el que no le diga que sí, contra el que le contradiga. El pasado día 22 desde su púlpito en Palacio Nacional arremetió de nuevo contra la prensa (uno más), en el que poseído por su habitual furia se atrevió a decir: “En México no hay periodismo profesional independiente o ético… antes El Universal se presumía de que tenían una línea gobiernista pero sus articulistas eran independientes, había pluralidad en los editoriales porque escribía un dirigente de oposición, algún escritor destacado, verdaderamente independiente… (hoy) en medios como El Universal, Excelsior, Televisa y TV Azteca ya hay puro conservador”.
Nomás falta que alguno de sus corifeos imitando a Andrei A. Shdanov, quien por orden de Stalin, proclama la subordinación de los escritores soviéticos al dictado del Partido (agosto de 1946) nos pretenda callar a todos.
En un momento que obligaba a cambiar de plan y estrategias para salvar al país de la ruina total (asunto en el que nada tienen que ver las ideologías), López Obrador empecinado en construir su refinería, su tren maya, y su aeropuerto en Santa Lucía. Su achicamiento ante la crisis es tal que ni siquiera ha mencionado que el Turismo, las Remesas y el Comercio Internacional son los que aportan los mayores ingresos al país y a los tres los tiene en el olvido.
El primero se encuentra herido de muerte y urge que además de ayudas inmediatas para ese golpeadísimo sector, se implemente a manera de ya un programa ambicioso y apegado a nuestra nueva realidad económica que le reactive (se avecina una época de mucha hambre y pobreza). Bajas tarifas, promociones semanales, comidas más baratas, vuelos baratos, etcétera. Mejora y conclusión de carreteras (como la autopista a Puerto Vallarta) son asuntos prioritarios para el gobierno.
De las remesas no hay mucho que esperar por cuanto gran parte de los que las envían se han quedado sin trabajo o sus ingresos se han reducido. Peor todavía, muchos mexicanos han muerto en Estados Unidos por coronavirus o están enfermos (olvidándose totalmente el gobierno mexicano de estos ciudadanos cuyos envíos hacen posible una mejoría de vida de cientos de miles de familias).
En cuanto al comercio internacional las cadenas de producción se han interrumpido, incluso las que tenemos con ineludible compromiso (TLC), que si bien para AMLO no son prioritarias para nuestros socios sí. Doloroso y lamentable es que NADIE en el gobierno de López Obrador tenga la visión ni haya pensado en un PROYECTO DE REACTIVACIÓN ECONÓMICA INMEDIATO, en el que observadas las reglas para evitar contagios, se volviera a echar andar la economía.
Es absurdo y enormemente dañino que continuemos con las mismas medidas. LOS QUE SE DEBEN AISLAR SON LOS ENFERMOS Y LOS PORTADORES, de implementarse a manera de ya campañas en todos los medios obligando a los enfermos y portadores a buscar la ayuda médica y a quedarse en sus casas (u hospitalizarse). Asunto que requiere ser acompañado de pruebas contra el coronavirus al alcance del pueblo, sobre todo en ciudades o zonas donde se han detectado la mayor parte de los contagiados. La reclusión se ha convertido en palos de ciego que nos están causando terribles daños y que traerán una enorme pobreza, hambre e inseguridad.
El gobierno está obligado a cambiar. No es traición de principios, son necesidades distintas en un país distinto al que recibieron. Ya hablaremos en su momento del alquiler de locales comerciales e industriales que se ha convertido en otro gravísimo problema, como lo serán también los juicios laborales, que de no remediar antes, lo cierto es que se convertirán en la Inquisición que acabe con gran parte de los empleos y la planta productiva nacional. Hoy nos alargamos en espacio, pero los problemas lo requieren.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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