Con la salud del pueblo no se juega y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador lo hizo y tenemos las consecuencias a la vista de todos. Aunque nadie esperaba la epidemia de coronavirus que azota al mundo (hasta que a finales de 2019 aparecieron las primeras notas provenientes de China), lo cierto es que el actual régimen se inició desmantelando el sector salud.
Con el pretexto de la corrupción —argumentando contratos dañinos al erario— y para reordenar las compras de medicamentos e insumos, pusieron en tan delicado asunto a personas improvisadas que no tenían la menor idea de lo que hacían, ni de la importancia que sus pésimas decisiones ocasionarían, dañando de manera grave la provisión de suministros y con ello dejando al sistema hospitalario como una especie de gran ejército sin armas ni balas.
Como chivos en cristalería destruyeron las redes de compra y distribución de medicamentos e insumos que el gobierno había implementado a través de décadas. Nadie duda que hubiera corrupción. El problema es que en lugar de poner un alto a compras amañadas y consignar a los culpables, tiraron, como reza el viejo refrán, al niño con todo y agua sucia de la tina. Todo pasó: dejaron sin medicinas a hospitales y clínicas de todo el país y los supuestos corruptos tan libres como el viento.
Quiere decir que realmente las intenciones del entonces gobierno entrante eran otras. Quizá desde el principio la idea era negociar con los chinos o algún otro país antaño comunista (ahora simples dictaduras con gustos burgueses, pero que mantienen a sus pueblos tiranizados con mano férrea) y acabar con la industria farmacéutica nacional. La balandronada de que “tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca” puede entenderse como fanfarronería, un pretexto para sus absurdos y pueriles cambios en un sistema de salud que, si no era bueno, podía mejorarse con atención y sapiencia. No la hubo: solo destrucción e incapacidad.
Y es que, la improvisación y la incapacidad ha sido el sello del gobierno lopezobradorista; legiones de otrora marchistas, de eternos manifestantes y paristas, de pronto, y sin cubrir el perfil requerido, fueron colocados en cargos públicos por el único mérito de haber sido parte de la campaña y triunfo electoral del tabasqueño. Los resultados y consecuencias los estamos padeciendo todos los mexicanos. Bueno, no todos, tanto AMLO como la mayor parte de sus incondicionales no parecen darse cuenta de lo que sucede, viven en una realidad alterna inventada por el inquilino de Palacio Nacional. Los lacayos miran las hermosas vestiduras del monarca cuando la realidad es que se encuentra totalmente desnudo (como en “El traje nuevo del emperador” de Hans Christian Andersen).
El presidente mexicano camina desnudo, y su corte de aduladores le celebra y festeja sus falsos logros y nulas acciones como si realmente existieran. Atrapados por una pandemia ya sin control que mantiene aterrorizados a los mexicanos pensantes y conscientes de lo que sucede (ya que hay otros millones de irresponsables que se quedaron en el consejo que AMLO les dio en los primeros meses, es decir, que no era grave la cosa, que se abrazaran que no pasaba nada, que salieran, que los cubrebocas no servían”, mientras que su escudero en salud, el hablantín Dr. López Gatell afirmaba que el coronavirus era cosa no grave, que era peor la influenza, y tantas y tantas mentiras con las que inocularon a ese sector de la población contra la verdad) AMLO, como en la historia mencionada, en la que el rey descubre la realidad y el engaño con el niño que grita que el monarca va desnudo; el presidente parece entender apenas la gravedad y magnitud de la desgracia de salud que nos azota.
Al día de hoy los muertos por el coronavirus ya suman 117,249 (18/Dic/2020) y los contagios 1’301,546 (sin contar a los que no están en la estadística oficial y que se considera es superior). Lo peor de todo es que el presidente en lugar de hacer un alto, de hacer caso al consejo de los expertos en estos delicados temas (como es el caso de los ex secretarios de Salud) y recibir orientación y asesoría por el bien de los mexicanos y de México; se sube de nuevo a su trineo de fantasías (que él considera falsamente ideología) y contrata de nuevo y a espaldas de los mexicanos a 500 doctores cubanos para que ataquen la pandemia (Mural, 18/Dic/2020).
En verdad, se necesita odiar y detestar mucho a los mexicanos y tener un hambre irracional de poder para traer a estos hombres que ni necesitamos ni son bienvenidos. Hay miles de médicos mexicanos sin una plaza y que es el momento de abrirles la puerta —y conceder un respiro a los fatigados médicos que han estado al frente— y en lugar de contratarlos, dilapida los pocos dineros que nos quedan regalándoselos a los de fuera. En verdad, cuánta incongruencia y perversión.
Le pesó comprar las medicinas para los niños con cáncer y para muchas otras enfermedades ¿y no le pesa traer estos extranjeros que van a costar cientos de millones de pesos? Queda claro que otras son las razones, sobre todo políticas, para traer a estos cubanos. Nada tienen qué enseñar a nuestros médicos. Lo que necesitan nuestros sufridos y ya fatigados médicos son medicinas, equipo e instrumentos necesarios y urgentes para hacer su labor sin tantas carencias (como ha sucedido hasta ahora). ¿Por qué no abrir nuevas plazas o contratos por un año a médicos mexicanos?
En un mundo polarizado en el que algunos líderes políticos usan falsamente la bandera del “comunismo” para justificar sus dictaduras, aunque este ya no exista, como es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la manera del cadáver del Cid campeador matizan o barnizan algunas de sus acciones con lenguaje ideológico para dar aparente legitimación. Lo dicho con la salud no se juega, y AMLO solo ha mostrado improvisación, incapacidad y fantasías.
ASESINATO DE ARISTÓTELES SANDOVAL
El asesinato del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval en Puerto Vallarta, corrobora por enésima vez la incapacidad del actual gobierno. La expresión airada de Jesús Zambrano (PRD), un auténtico hombre de izquierda (y ex guerrillero), describe en pocas palabras la situación y desnudez del régimen: “El lamentable asesinato de Aristóteles Sandoval reafirma el fracaso de la estúpida estrategia de “abrazos, no balazos” contra la inseguridad. Levantar memoriales como en Bavispe, Sonora, es mera demagogia presidencial”. (Twitter, 18/Dic/2020)
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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