Opinión
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La locuacidad de López Obrador carece de frenos y límites. A tal grado llegan sus mentiras y cinismo que se considera (con la seriedad necesaria) si está realmente sano de la mente, ya que no es posible llegar a los excesos a los que se ha atrevido. De hecho, no hay día que no mienta, todos, sin excepción inventa una realidad alterna, como tampoco jamás acepta sus yerros, del tamaño que sean. Siempre tiene a la mano la acusación para el otro, la descarga de la responsabilidad propia en el prójimo; genio del escapismo moral y de la responsabilidad oficial a sus cotidianos yerros, no pocos de ellos graves o muy graves.

Uno de ellos es la estrategia implementada para enfrentar la pandemia del coronavirus, si es que se puede llamar así a la improvisación, indolencia, tacañería y el valemadrismo. Más de 400 mil muertos en el país, con un promedio de 1,500 diarios en las últimas semanas, 10 mil contagios también diarios, hospitales saturados y sin los medicamentos suficientes y necesarios, con carencias de implementos y equipos para enfrentar esta terrible plaga, son los resultados de un gobernante y un gobierno que no estaba preparado para hacerlo, ocasionando en su atrevimiento e indolencia daños terribles a México hasta ahora no cuantificados e irreparables (que como ya se dijo solo de muertos por el coronavirus superan los 400 mil, siendo el país con el índice de mortalidad más alto en el planeta).

Lo peor de todo es que en medio de este cuadro dantesco en el que se encuentra el país, con hospitales colapsados y los panteones a rebosar y con largas filas de carrozas ya sea para sepultar o para incinerar los cuerpos (la mayoría a causa del coronavirus), el pasado día 15 en rueda de prensa, López Obrador se atrevió a decir “que le gustaría pasar a la historia como EL PRESIDENTE DE LA SALUD ¿En verdad, es en serio? ¿Cómo entender semejante atrevimiento? De plano, o está mal de sus facultades mentales o es una persona cínica y sin escrúpulos, un ser ególatra hasta lo irracional, incapaz de medir sus acciones y palabras.

Sin embargo, y como es costumbre en él, jamás concede paso a la auto crítica, al contrario, a la manera de Eva y Adán siempre proyecta la culpa en otros, así que para construir su fantasía de ser “el presidente de la salud”, echó mano de nueva cuenta a su gastadísimo (y falso) discurso contra la corrupción, intentando con ello cubrir su TERRIBLE FRACASO para ENFRENTAR LA PANDEMIA: “No obstante… este proceso está lleno de obstáculos que hay que ir brincando, pero lo más importante es no cansarse, (nuestros) adversarios los corruptos apuestan como estrategia que nos desmoralicemos y aceptemos que no se puede o que hay que transar, no nada, seguir adelante, transformado, y haber quien se cansa primero” (El Universal, 16/Feb/2021).

¿De qué habla el presidente? ¿En qué mundo vive? Incapaz nunca de aceptar sus cotidianos yerros, sus decisiones improvisadas y no pocas veces absurdas y contrarias a las necesidades, ya olvidó que con precisamente por sus decisiones anteriores a la llegada de la epidemia y las tomadas para enfrentar ésta, SON LA CAUSA DIRECTA DE LA HECATOMBE, de este exterminio u holocausto, que pudo evitarse (en un gran número de muertes y contagios) si se hubiesen tomado las medidas sanitarias adecuadas. Pero no, se impuso la tozudez y miserable visión política del mandatario, cuya mente no conoce la diferencia entre éste y el mandante. Tiene complejo de dueño.

¿Ya se olvidó que fue él precisamente quien destruyó —con el pretexto de una corrupción que no ha combatido excepto de saliva— las redes de compras y distribución de medicinas que llevaron décadas para implementarse? ¿Ya se le olvidó que encargó las compras de medicamentos a personas fieles a él, pero que no tenían ninguna relación ni conocimiento con las medicinas, su uso, necesidades, requerimientos de temperatura, transportación y distribución a nivel nacional? ¿Ya se le olvidó que dejó de inmediato sin medicinas a los niños con cáncer, a diabéticos y otros enfermos? ¿Ya se le olvidó que a causa de sus pésimas decisiones las cirugías (esperadas por largo tiempo por los pacientes) o se pospusieron o se cancelaron? ¿Cuántas muertes no contabilizadas aun por estas decisiones?

¿Es su amnesia o simple cinismo recordar que fue él quien canceló el Seguro Popular?, un servicio que siempre se concedió a los que carecían de Seguro Social y que proporcionaba Salubridad (Secretaría de Salud), seguro al que Vicente Fox le agregó un costo de $1,000 pesos anuales y le puso nombre, pero que a decenas de millones de mexicanos les era benéfico y necesario, eliminándolo con el INSABI, un mamotreto que solo existe en la mente del tabasqueño.

    ¿Ya olvidó el presidente que fue él, y solo él, el que nombró al merolico López Gatell, que aunque cuenta con buen currículum, su personalidad es de político al estilo Morena, pero no de un científico necesario para enfrentar a tan terrible plaga. Por lo que en su momento tanto el presidente López Obrador como su delfín López Gatell tendrán que rendir cuentas de tantas muertes y tantos infectados (que pudieron evitarse).

¿Ya olvidó el presidente que tuvo cuando menos tres meses para prepararse antes de que llegara la epidemia de coronavirus y no lo hizo? ¿Ya olvidó que minimizó las cosas a su llegada diciendo de manera pública que ‘se abrazaran?, ‘que salieran a comer’, ‘que no pasaba nada’…

     ¿Ya olvidó el presidente que para no desviar dinero de sus obsesiones políticas (electorales y electoreras en primer orden) no quiso gastar en pruebas para detectar contagios, como tampoco en adquirir equipos, medicamentos y vacunas (como lo hicieron todos los países que ya están muy avanzados en las vacunas), y que las pocas que nos llegaron no las compró, sino que se las regaló su amigo el golpista Donald Trump?

      ¿Ya olvidó el presidente que se opuso —y sigue oponiendo— al uso de medidas sanitarias para evitar los contagios, como es el caso del cubrebocas, provocando con su mal ejemplo confusión y promoviendo conductas antisociales en sus seguidores colapsando con ello hospitales y la economía nacional?

      ¿Ya olvidó el presidente que a causa de su pésima estrategia la economía del país se colapsó?, que tardarán varios años, cuando menos un lustro, para volver los negocios al punto en que se encontraban al llegar la pandemia; y que para ese momento la economía lejos de crecer había quedado en 0.1 por ciento (y en el 2020 bajó hasta el -8.5).

¿Ya olvidó el presidente que durante el azote de esta peste posmoderna llamada coronavirus no ha tocado a las bandas delincuenciales y tanto la Guardia Nacional como el Poder Judicial se convirtieron meros adornos de costo multimillonario?

Y podríamos continuar con la lista, pero el espacio obliga reducción, terminando con una pregunta por demás molesta e hiriente para prácticamente la mayoría de los mexicanos, no se diga para todos los que han perdido familiares o han enfermado (excepto para sus cómplices y lacayos) ¿El presidente de la salud? ¡Por favor, ya es demasiado…!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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