Pensar que de ganar las elecciones López Obrador y sus huestes cambiarían era un acto de ingenuidad, un salto al vacío, pues como advierte la sentencia divina “no puede un árbol malo dar buenos frutos” o como dice el profeta Jeremías: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer el bien, acostumbrados a hacer el mal?”. Considerar que solo por decir que ya había cambiado, cuando sus hechos y las amistades del entonces candidato, gran parte de ellas eran de pésimo testimonio social, era una especie de suicidio de la razón. Queda claro que la ley de grupo se impuso. Los lobos jamás podrán ser ovejas.
En un país harto desde su nacimiento de la corrupción; mal incrustado en gran parte de la sociedad en la que muchos de sus miembros tienen una doble o triple moral, que si llegan al cargo público lo que tanto criticaban en ellos se justifica porque “hay que aprovechar la oportunidad”; el prometer todos los días y a todas horas que combatiría tan arraigado cáncer social, logró que muchos bajaran las defensas del intelecto y siguieran al de Macuspana.
El primer día de su desgobierno, AMLO se mostró tal cual es, un incrédulo —aun cuando un grupo de pastores evangélicos (que no protestantes) le recogieran como uno de los suyos— saliendo a la Plaza de la Constitución y arriba del templete, se arrodillara ante brujos indígenas para que le hicieran una limpia y le practicaran ritos paganos. Ese día ratificó ser quien siempre ha sido.
Y para que no quedaran dudas de que era el mismo de siempre, exhibió al regiomontano que usó para engañar a bobos e ingenuos en las elecciones del año 2018 (Alfonso Romo), cancelando el Aeropuerto de Texcoco mediante una falsa y amañada encuesta, ofreciendo a cambio un aeropuerto patito y mintiendo al pueblo con los daños de la cancelación del NAIM, pues como declaró esta semana la Auditoría Superior de la Federación dichos daños se triplicaron, subiendo hasta los $331,000’000,000 trescientos treinta y un mil millones de pesos. ¡Mejor lo hubieran terminado, era una obra que se iba a pagar por los usuarios, en cambio Santa Lucía será a cargo de todos los mexicanos!
Apenas pasaron unos meses, algunos de los integrantes de su gabinete renunciaron ante aquel desorden; baste recordar al secretario de Hacienda, al director del IMSS, al titular de ese mamotreto llamado Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, quienes prefirieron dejar los cargos antes que ser cómplices de la farsa y corrupción, pues como señalara Jaime Cárdenas en su renuncia: …“Encontramos al inicio de nuestra función probables irregularidades administrativas —procedimiento
Llegada la epidemia de coronavirus los mexicanos nos enteramos de las raterías del hijo de Manuel Bartlett, quien vendió al gobierno 20 respiradores a $ 1 millón 550 mil pesos c/u, mientras que ventiladores iguales eran comprados a $880 mil pesos ¿lucrar en una situación semejante y de tan ruin manera no es a todas luces condenable? Pero no son iguales, afirma a diario el presidente.
La opinión pública también se enteró de la fortuna del papá y ahora director de la CFE. Un hombre con un imperio inmobiliario, con una insultante fortuna de cientos de millones de pesos; prototipo de la falsa izquierda que dizque gobierna México, pero que solo lo explota para su beneficio. De labios enemigos jurados de la riqueza, pero en la práctica adoradores del becerro de oro; que como decíamos de ellos en los años ’60, “arengan con la izquierda como Carlos Marx, pero amasan con la derecha fortunas como Carlos Trouyet” (un famoso banquero de la época). Díganlo si no la Sra. Eréndira Sandoval (Función Pública) y su marido John Ackerman, cuyos numerosos y costosos bienes les exhiben como parte de los burgueses que tanto critican.
Falsos y banales en todas sus acciones, prometieron acabar con la corrupción, y sí lo hicieron, pero con la de los anteriores para implantar ellos nuevos y más rápidos métodos. Sin olvidar que también es corrupción contender por cargos de enorme responsabilidad sin tener la formación y los conocimientos necesarios.
Un ejemplo: PEMEX, dirigida por un agrónomo, tan solo en 2019 y 2020 perdió nada menos que $829,000’000,000 ochocientos veintinueve mil millones de pesos lo cual en cualquier otro país de leyes ya hubieran caído y sido enjuiciados. Corrupción es mantener esta empresa en quiebra a cualquier precio, con la complicidad del personal y el sindicato, todos con salarios y prestaciones superiores a empresas europeas, con una improductividad imperdonable, pero que políticamente son aliados de López Obrador, quien para sostenerse requiere de cuanto grupo le apoye, y si son belicosos y dañinos para el país, cuánto mejor.
Y de acuerdo a la Revista Forbes. la CFE perdió tan solo en el primer trimestre de 2020 $121,799 millones de pesos (3/Jul/2020). Claro, con un político en la dirección que no tiene la menor idea de cómo mantener y mejorar una empresa fundamental para el desarrollo y progreso del país. Pero que sí sabe como negociar la complicidad de los empleados y de un sindicato cuyos sueldos, prestaciones y jubilaciones son varias veces por encima de lo que gana cualquier mexicano. De ahí su fidelidad a la 4-T. No quieren perder su vida de jeques.
Siempre mintiendo al pueblo, escudándose en encuestas que solo él conoce, López Obrador comenzó a desmantelar instituciones y organismos públicos, todo al escudo de la lucha contra la corrupción, falsa bandera con la cual ha cometido los peores atropellos jurídicos y traición a la Patria, llevándose cantidades estratosféricas de dinero a otros rumbos y SIN RENDIR CUENTAS NADIE pues para eso nombró a personas sometidas a sus deseos por encima de lo que diga o pueda decir la ley. El es la ley.
Esta semana se hizo público que en el año 2019 el gobierno de AMLO tuvo un faltante de $67,000’000,000 sesenta y siete mil millones de pesos (y faltan las cuentas del 2020). Es tal la corrupción y desorden en este remedo de gobierno que solo por mencionar algunos casos de 2019: en SEGALMEX desaparecieron 3,000’000,000 tres mil millones de pesos; en el Programa de los ‘servidores de la nación’ (eufemismo para nombrar a las brigadas castristas) inconsistencias por otros 561 millones de pesos; en la Secretaria de Economía no pudieron acreditar el destino de más de $2,000 millones de pesos (de supuestos microcréditos), así como otros $1,000 millones de pesos en sueldos sin acreditar. En el asunto de los ninis ni qué decir ¡Hasta los muertos están becados! La lista continúa, pero falta espacio, como también falta que se audite el 2020, año en que AMLO ha desviado verdaderas fortunas a rubros y fines desconocidos por el pueblo mexicano (al que esta obligado a rendir cuentas, Pues ganó unas elecciones, NO COMPRÓ EL PAÍS).
En el CONADE una auditoría le encuentran a Ana Gabriela Guevara nada menos que irregularidades por $187 millones de pesos (1,287 muestras de antidopaje sin comprobar, 29 entrenadores cubanos que nunca han venido, 3 perros de vigilancia que nadie vio, contratos de comedores inexistentes, gastos de ceremonias inflados, etcétera.
Pero los de la 4-T no son iguales, lo repite el presidente todos los días. Por supuesto que no son iguales ¡Son peores! La fórmula del nazi Goebbels de repetir una mentira hasta convertirla en verdad es falsa. Una mentira siempre será una mentira y los corruptos son corruptos, aunque pretendan disfrazarse de izquierdistas pues su ADN político les exhibe como simples y vulgares anarquistas ajenos al trabajo y el orden. Concluimos, y ya que el presidente se dice ‘cristiano’ se le recuerda la advertencia Divina: “¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes…? pues tú aborreces la corrección, y echas a tu espalda mis palabras. Si veías al ladrón, tú corrías con él, y con los adúlteros era tu parte” (Sal 50:16-18) ¿O no, Salgado Macedonio?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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