No le cayó “como anillo al dedo” como se atrevió a declarar públicamente el presidente. Al contrario, la epidemia de coronavirus le ha exhibido tal cual siempre ha sido y como muchos periodistas lo advertimos por años: un hombre limitado, incapacitado para tan alta responsabilidad, mentiroso, belicoso, amante de la anarquía, repudiador del orden y la legalidad, a lo que habrá que agregar una enfermedad quizá incurable, cancerosa social y moralmente: ¡su egolatría sin límites!
Así que la pandemia le ha dejado al descubierto ante los mexicanos enterados y ante aquellos cuya conciencia no ha sido comprada con dinero (producto del trabajo e impuestos de los conservadores que tanto odia y ofende a diario), no se diga ante los familiares de los más de 400 mil muertos directos por el coronavirus (covid 19) o los más de 300 mil muertos por falta de atención médica de otras enfermedades.
La destrucción de las redes de adquisición de medicamentos e insumos para el sector salud, así como la desaparición del Seguro Popular, trajeron como todos sabemos, no solo el terrible desabasto de medicinas en todo el país, sino el desorden y desintegración del sector salud público, dejando semejantes desatinos sin atención médica (de casi todo tipo) a la mayoría de las personas. Desatención y muertes que han procurado ocultar los de la 4-T pero que el Inegi y quienes se ocupan de las estadísticas harán públicas en su debido momento. Y con ello, se tendrá que pedir cuentas a los responsables.
Con un secretario de salud que solo existe en la nómina, y un sub secretario tan protagónico e indolente como AMLO, la epidemia cundió como reguero de pólvora ante la inútil estrategia oficial que, dicho sea de paso, aseguraba que no había peligro, que se abrazaran, que se reunieran, que salieran a comer juntos.
Hace unos días, el propio gobierno reconoció que la cifra de muertos por el coronavirus era de 322,139 (Mural, 29/Mar/2021); cifra que además de crecer todos los días, habrá que agregársele cuando menos otros 50 o 60 mil decesos, los cuales al ser recordados cotidianamente por la prensa les irrita y enderezan sus ofensas contra los medios, cuando lo cierto es que su ira debiera ser contra ellos mismos. Contra su incapacidad, indolencia, frivolidad y ausencia total de empatía ante el dolor humano (empatía que en lenguaje cristiano se llama amor y misericordia).
Rebasados el año pasado por las muertes, con panteones saturados y filas de carrozas en los crematorios, medio despertó el presidente y esa agrupación amorfa e inútil que por décadas se llamaba gabinete pero que en la actualidad es una cuadrilla de cortesanos al servicio del dictador. De pronto y al ver que los países del primer mundo estaban vacunando a sus ciudadanos quisieron hacer lo mismo. El asunto es que países como Israel compraron desde hace un año las vacunas (cuando apenas estaban en estudio e investigación) y como AMLO y los de la 4-T son tan listos, pues no compraron nada, ¿para qué? ya que haya buscarían las más baratas ¿o no? Además, ¿cuántos votos podrían ganar?, debieron pensar, (no cuantas vidas salvar) no valía la pena la inversión.
Y como la epidemia es un tema de vida o muerte, los gobernantes previsores protegieron anticipadamente a los suyos. López Obrador no lo hizo, y como gusta de arreglar todo con saliva, pues en las mañaneras NO SOLO DOMÓ LA PANDEMIA SABE CUANTAS VECES, sino que declaró también que ENTRE DICIEMBRE Y FEBRERO nos iba a vacunar a todos los viejos. Cosa que no sucedió. Ni vacunas había, bueno, algunas que le regaló su amigo golpista Donald Trump.
Lamento darle casi siempre la contra. Pero, habrá que decirle, que la realidad no cambia con mentiras, se modifica con verdad y acciones estudiadas y efectivas. Punto. Lo peor del caso es que su torpeza política se refleja en todos los ámbitos; su limitada visión y complejos (no ha salido del país a reunión internacional alguna), más que amigo, le hicieron cómplice de Trump, negando la felicitación al entonces candidato ganador Joe Biden. ¿Nadie le dijo que ganó legítimamente y que es nuestro principal socio comercial? Es decir: si Estados Unidos nos cierra la llave del dinero nuestra economía se hunde al instante, y no es un asunto de ideología, es de simple inteligencia elemental, de sentido común, se supervivencia.
Por si no le fuera suficiente su berrinche e impostura diplomática, en el intento de auto golpe de estado promovido por Trump, López Obrador guardó silencio cuanto las voces democráticas de todo el mundo condenaron los hechos. Desde las elecciones en noviembre de 2020 hasta la toma de protesta de Biden en enero de 2021 nunca tuvo una deferencia para él, una voz de amistad. Nada, silencio total y manifiesta negación a reconocer su triunfo electoral.
Se dice que las comparaciones son odiosas, pero Biden en tal solo 79 días en la presidencia de su país ya lleva vacunados a 170 millones de personas, mientras que López Obrador en México apenas lleva poco más de 9 millones. Compromiso social, visión, sensibilidad, capacidad e inteligencia marcan la diferencia. La gran diferencia.
En otro aspecto, el trato concedido a los viejos en la campaña de vacunación en México, en la mayoría de los casos ha sido reprobable y repugnante. Una improvisación digna de la 4-T ¿Dónde quedó el personal experimentado de la Secretaria de Salud que en una campaña de dos o tres semanas podía vacunar más de 10 millones de personas?
Ver por todo el país a viejos durmiendo en la banqueta de los lugares donde les vacunarían, expuestos a contagios y a asaltos, sin baños, alimentos, agua potable, impedidos para llevar sus tratamientos médicos y ser tratados indignamente por los chamacos que dizque ‘servidores’; mozalbetes que siguiendo la línea del presidente han tratado de hacer sentir a los ciudadanos que les están regalando la vacuna, cuando lo cierto es que NO ES REGALO Y SON PAGADAS CON LOS IMPUESTOS DE TODOS. Si algo le debemos al presidente respecto a las vacunas es que han llegado pocas, a destiempo, y su aplicación ha sido la desorganización casi total (por mucho que algunos medios extrañamente les aplaudan).
No haber comprado a tiempo las vacunas ha sido causa de miles de muertes, aunque habrá de decirse que día a día los recursos públicos comienzan a escasear (a causa de regalar sin estudio previo alguno ese dinero a viejos y jóvenes zánganos) y les pesó el codo invertir (no es gasto) en vacunas. Ahora bien, si tuvieran un poco más de visión, sensibilidad y afecto por los gobernados, ya hubieran permitido desde el principio la ayuda de hospitales y médicos privados para la compra y aplicación de vacunas lo que aumentaría el número de vacunados y de paso un ahorro para las finanzas públicas. Pero no, se trata de controlar políticamente la aplicación con mira a las elecciones de junio.
De hecho, es tanto el odio de López Obrador contra el sector privado—olvida que gracias a ellos, él, los burócratas, y la totalidad del sector público cobran sus jugosos salarios y se puede hacer y mantener la obra pública— que esta semana negó las vacunas a médicos y personal hospitalario del sector privado. Su desprecio público hacia ellos no tiene antecedente, quedando en evidencia su radicalismo supuestamente ‘ideológico’, cuando la realidad es que se trata de mero resentimiento social.
Así que no nos venga el presidente queriéndonos engañar con el asunto de las vacunas, pues como ya se dijo, lo único que ha quedado en claro con la compra y aplicación de éstas, es su incapacidad, indolencia y manipulación política.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
Email: mahergo1950@gmail.com