Los mexicanos no debemos permitir que Andrés Manuel López Obrador, continúe al frente del poder ejecutivo, ya que él mismo ha mostrado con su inacción, incapacidad, e incluso confesado públicamente, su deseo de NO CUMPLIR NI HACER CUMPLIR LA LEY, contraviniendo con ello lo mandatado en la Constitución.
Hace unos días en uno de sus shows mañaneros, entretenimiento pseudo político que solo sirve para que López Obrador satisfaga su mórbido deseo de ser visto e idolatrado, y como consecuencia de haber sido confrontado por el periodista tapatío radicado en Estados Unidos (Jorge Ramos) quien trabaja para una televisora de aquel país, entre otras cosas, le refregó en su cara la sangre derramada a diario en México (un promedio de 100 homicidios por día) y el fracaso estrepitoso de su absurda política de “abrazos, no balazos”. Sin argumentos que pudieran evitar el ser llevado al paredón de la incapacidad y la historia, el populista se atrevió a declarar:
-“No estoy de acuerdo con la vía violenta, soy pacifista; que, aunque se burlen, tengo una razón de fondo, aunque se burlen, voy a seguir diciendo: Abrazos, no balazos. La paz es fruto de la justicia”.
Increíble en verdad que haya llegado a tanto cinismo. Esta declaración en automático debe ser tomada por el Congreso para iniciar el proceso de destitución. A confesión de parte relevo de pruebas, reza la máxima jurídica, ya que el que cobra como presidente, al no querer ejercer tan honroso cargo (con sus enormes responsabilidades, entre ellas la de cumplir y hacer cumplir la ley; deber fundamental para poner orden en un país y meter en cintura a los delincuentes, que en el caso de México se han multiplicado más que las fieras del Serengueti) ha caído en rebelión y desacato a sus deberes constitucionales.
Es del dominio público que AMLO fue pésimo estudiante de la UNAM, un fósil en el estricto sentido de la palabra, no obstante, no se considera, ni siquiera a manera de broma, que desconozca que entre los deberes para ser Presidente de la República estaba la seguridad nacional, es decir, hacer valer el estado de derecho. La carta magna ordena al respecto:
Artículo 87.- El presidente, al tomar posesión de su cargo, protestará ante el Congreso de la Unión… la siguiente protesta: «Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido…».
Su protesta fue falsa, vana, inútil, pues ni ha guardado u obedecido la Constitución y las leyes penales que de ella emanan, ni tampoco ha hecho que las multiplicadas bandas delincuenciales lo hagan, permitiendo con su incapacidad y cobardía que el país se hunda y quede en manos de los criminales.
Que no venga a los mexicanos con el cuento de que es ‘pacifista’ si desde que apareció en la escena pública ha sido un agitador violento ¿Ya se le olvidó la toma de 51 pozos petroleros en Tabasco los cuales amenazaba con incendiar? ¿Ya se le olvidó la toma violenta de Paseo de la Reforma en 2006 y los daños multimillonarios que ocasionó a los hoteles y negocios de la zona (todos del ramo turístico), así como el daño causado a los automovilistas y el transporte público? Valga decir que tan solo en la primera quincena de su plantón los daños fueron superiores a los 3 mil millones de pesos y 809 empleos perdidos (El Financiero, 30/Jul/2018). ¿Ya se le olvidó su actitud siempre beligerante, opuesta al orden legal establecido? ¿El feroz tigre se convirtió en la madre Teresa?
Su postura de pacifista es ridícula y absurda. Cualquier ciudadano, el más pobre e iletrado sabe que es deber de un Presidente de la República poner orden y hacer valer la ley. Tan solo por no dejar, en sus memorias, el primer presidente de Checoslovaquia, Václav Havel, escribió: “cuando accedí a ser candidato,también acepté las diversas obligaciones que se derivaban de ello” (Sea Breve, Por favor, Pensamientos y Recuerdos, pág. 115).
López Obrador sabía perfectamente esto, así como todos los demás deberes que le esperaban en caso de ganar las elecciones. Por doce años estuvo tras ese sueño, sueño doloso y enfermizo que está cancerando nuestra Patria y que nada tiene que ver con ideologías, sino con su persona, inacciones, incapacidad y actitud. En su corazón ególatra hasta el infinito luchó por un cargo de gran honor para el que no debió hacerlo jamás; una responsabilidad gigantesca para su espíritu enano y nula capacidad.
El artículo 89 constitucional, dice que entre sus obligaciones está “…ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia”. NO LO QUIERE HACER, ASÍ LO ACABA DE DECLARAR, por tanto, está en desacato constitucional y su protesta para el cargo de Presidente se ha convertido en rebelión y perjurio.
Su rebelión a ejercer los deberes presidenciales le ha llevado a declarar cosas impensables, que de paso le hunden y confrontan ante la ley, pidiendo a gritos su destitución:
—“¡No, yo soy Peña, ni soy Felipe Calderón, no soy partidario de ‘mátalos en caliente’, no soy partidario de masacres, no soy partidario de torturas… somos distintos!”.
Ningún presidente de corazón y mente sanos (sin importar el partido político de origen) sería partidario de masacres. Así que el presidente López Obrador queda en evidencia al mostrar otra cosa con su conducta, con su inacción, es obvio que no quiere tocar a los delincuentes, lo que lleva a millones de ciudadanos a preguntarse ¿qué pactos hizo con las bandas delincuenciales que no las quiere tocar y prefiere que asesinen con absoluta impunidad a los mexicanos, que les secuestren, extorsionen, roben, asalten, violen, etcétera?En apenas dos años y medio de su mal gobierno, casi 88 mil personas han sido asesinadas y más de 38 mil desaparecidas, siendo la impunidad el sello de su mandato, mandato que no quiere obedecer ¿o tampoco entiende el término mandatario?, mismo que dice: “el mandatario queda obligado a cumplir con su mandato, y responde de los daños y perjuicios que, de no ejecutarlo, se ocasionen al mandante”. El país está sumido en un mar de sangre y terror, la economía cayéndose a pedazos y la salud del pueblo es un caos, con poco menos de medio millón de muertos a causa de la pandemia de coronavirus y con una tercera ola que está empezando y una vacunación empantanada. Por todo lo anteriormente dicho: ¡Fuera por incapacidad y cobardía!
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
Email: mahergo1950@gmail.com