El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido el peor en un siglo, que ya es mucho decir. Su incapacidad, su malformación mental y educativa, su inclinación a la anarquía, así como su simpatía por los delincuentes y violadores de la ley le convirtieron en la antítesis de lo que debe ser un presidente de la República.
Para nuestra desgracia se conjuntaron condiciones diversas que ya hemos comentado en abundancia, lo que permitió que este hombre sin la capacidad ni la formación necesarias para tan importantísima responsabilidad llegara a la presidencia de México, lo cual se debe considerar como una desgracia para la Nación. Un daño irreparable en muchos sentidos y un retroceso generalizado cuyas cuentas todavía no se pueden sumar.
Recién al mando del poder ejecutivo, este ambicioso improvisado cerró los ductos de Pemex con el pretexto de combatir el robo de combustibles (hasta para eso es incapaz y errático; el huachicol es el alcohol y el tequila adulterados) provocando una terrible escasez de gasolinas y diesel a nivel nacional. Kilométricas filas y personas durmiendo en sus vehículos hasta por 24 horas para cargar gasolina fueron por algunas semanas estampas imborrables de lo que NO se debe de hacer.
Para combatir a los ladrones de combustibles (según él) ordenó la compra de 671 pipas en Estados Unidos, medida que además de costar una millonada y no ser lo adecuado, encareció las operaciones de Pemex ¿o fue parte de sus perversos planes para crear nuevos empleos y afianzar su liga con el sindicato petrolero?
Su falsa guerra contra los ladrones de combustibles le exhibe también como el resto de sus fracasos, los cuales esconde a diario con sus mentiras y cortinas de humo para desviar la atención de los incautos. La explosión provocada por los ladrones de gasolinas en Tlahuelilpan, Hgo., que produjo 135 muertos y decenas de heridos, es un recuerdo imborrable de la incapacidad del gobierno federal (y local). Una réplica dantesca de un infierno en el que se conjuntaron la ambición de los delincuentes, la indiferencia de las autoridades, y la avaricia de los torpes que por una nada sufrieron una muerte horrenda.
La supuesta “guerra contra el huachicol”, dixit AMLO, no es mas que una simulación propia de un Tartufo con un poder inmerecido; una farsa que día con día daña la economía nacional y sume al país en el caos.
A los 480 mil millones de pesos de pérdidas de Pemex durante su mandato (lo cual la coloca en estado de quiebra), habrá que sumarle los 1,499 millones de dólares robados en combustibles en 2020 y 1,400 millones de dólares robados en lo que va del año 2021 (Onexpo nacional, 5/Nov/2021).
Por si no fuera suficiente tanta impunidad (por tanto, complicidad) las hordas de delincuentes ensoberbecidos a causa de tanto abrazo (sin balazos) han agregado el robo de gas licuado. Robo multimillonario que agrava las finanzas de la ineficaz Pemex y enriquece a los bandoleros. Tan solo en el año pasado (2020) el robo de gas superó los 30,000 millones de pesos (Forbes México, 24/Feb/2021).
Ilícito con mayores peligros para la población como se vio recientemente en San Pablo Xochimehuacán, Puebla, donde los delincuentes provocaron una explosión de niveles de guerra como se pudo ver en las imágenes. Dos muertos y 15 heridos, la mayoría graves, son el saldo en daños a las personas, ya que en cuanto al patrimonio de los afectados suman muchos millones por cuanto cuadras enteras se vieron arrasadas por la explosión.
Lamentablemente y como sucede siempre, López Obrador (cuesta trabajo decirle ‘presidente’ a quien solo ganó unas elecciones, pero carece de la estatura y formación para el cargo) mostró su cinismo y frivolidad declarando “que se corrió con suerte” ¿Qué esperaba: cientos de muertos? ¿Dónde ha estado su gobierno, dónde estaban los guardianes del patrimonio nacional, dónde estaban las costosas y ornamentales autoridades de la paraestatal robada?
Queda claro y en total evidencia que en el robo de combustibles López Obrador es cómplice de este saqueo a la Nación. ¿Cómo justificar su inacción ante semejante daño, no se diga en un momento social por demás delicado, con una economía en colapso, una epidemia de tintes apocalípticos, y el país entero en manos de las bandas de delincuentes, con o sin organizar?
Los recursos del gobierno para controlar los ductos de Pemex y evitar el robo son por demás suficientes y poderosos (a través de la paraestatal Pemex Logística). No hay excusa para permitir semejante saqueo. Y para recordarle al presidente la memoria se le enlistan:
—“Cuenta con 32,000 kilómetros de ductos, 1485 pipas, 520 carros de ferrocarril, 74 terminales de almacenamiento, 58 estaciones de bombeo y compresión, 17 buques tanque, 16 terminales marítimas y 10 terminales de gas licuado. Una Coordinación de Áreas de Sistemas de Medición…. Los ductos tienen sensores que avisan cuando hay fugas (baja presión). También válvulas, a todo lo largo, para abrir y cerrar el flujo. El tramo donde se produce la fuga (accidental o provocada) puede ser aislado, cerrando las válvulas de antes y después, automáticamente y a control remoto. En el tramo aislado quedan unos 10,000 barriles (más de un millón de dólares).
El ejército cuida los ductos con guardias de 25 soldados cada 20 kilómetros. Si encuentran una fuga avisan y establecen un cerco para que nadie se acerca mientras se repara. La situación puede observarse con drones. Pemex logística sabe perfectamente dónde, cuándo, cómo y cuánto le roban. Hasta lleva estadísticas de las tomas clandestinas. Pero no da la cara” (Gabriel Zaid, El poder corrompe, Ed. Debate, págs.. 128-129).
Sin embargo, y como todos los mexicanos sabemos, la impunidad concedida por López Obrador a los ladrones de combustibles les ha crecido, les ha acrecentado la soberbia y la insolencia, al grado que esta semana en Atotonilco, Hgo, los ladrones intentaron recuperar de las autoridades y por la fuerza, una pipa con 3,000 litros de diesel que les habían quitado en los sitios de robo, lo cual concede una idea del engreimiento de las bandas (Revista Proceso, 5/Nov/2021).
Así que Andrés Manuel López Obrador es cómplice en el robo de combustibles al desobedecer la Constitución que protestó cumplir y hacer cumplir, y por consecuencia las leyes penales que de ella emanan, ya que se ha negado a hacerlas cumplir provocando con su inacción una impunidad jamás vista y daños a México casi incalculables, convirtiéndose por ende en reo de culpa.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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