Cuando menos dos terceras partes de los mexicanos desconocen la realidad nacional, carecen del interés o acceso (dependiendo de la persona) a la información suficiente y veraz que les permita enterarse de lo que sucede en México, de sus muchos y gravísimos problemas a los que el actual régimen ha mostrado total incapacidad para afrontar y resolver.
Uno de ellos es la salud, problema que, si bien es añejo, lo cierto sin embargo es que presenta muchos frentes que hay que atender, todos con urgencia y precisión. Al efecto se habrá de decir que la mayoría de los más urgentes y necesarios ya estaban atendidos, su solución llevó muchos años en afinarse hasta lograr una condición aceptable; como es el caso del sistema nacional de vacunación. Sistema hoy en crisis y que de no atenderse de inmediato, la salud de las nuevas generaciones está en riesgo y la población expuesta a enfermedades ya erradicadas.
Para desgracia de todos, llegó al poder —y no es un problema de supuestas ideologías o partido, es de personas y capacidades— un grupo de improvisados cuyo líder, Andrés Manuel López Obrador, ha demostrado ser uno más de tantos populistas, que en su caso particular, no tiene la menor idea de cómo llevar las riendas del país, que si agregamos su inclinación enfermiza a mentir y engañar a los ciudadanos, su soberbia inamovible para admitir su incapacidad, yerros y la necesaria ayuda, así como estar rodeado de incompetentes e incapaces, el cuadro resulta desolador. ¿A quién se le ocurre que las legiones de marchistas profesionales, de llegar al poder se convertirían por arte y magia de los votos en profesionales aptos y capaces?
Lo malo, y para todos, es que ganaron las elecciones en 2018 y con ello la puerta del poder les concedió acceso. Y malo porque no saben cómo resolver los múltiples problemas que nos aquejan a los mexicanos. No es lo mismo gritar consignas y ofensas en las marchas y manifestaciones, que sentarse a analizar y resolver los problemas públicos. Hay un abismo de distancia y diferencia. No solo hay que ser, sino saber ser.
En ese torbellino de incapacidades que parece y desea arrasar con todas las instituciones públicas (auto llamado 4-T), el sector salud ha sido uno de los más afectados.
Primero, y con el pretexto de la corrupción, fue atacado en su sistema de compra de medicinas y equipos, desmantelando un proceso de adquisición que duró decenas de años en implementarse y afinarse. Cierto, debió haber casos de corrupción (en las compras), pero debió atacarse los casos detectados, NO DESMANTELAR UN SISTEMA INDISPENSABLE PARA LA SALUD DE LOS MEXICANOS. Salud que obviamente no le importa al presidente, ni a su mal llamado gabinete y equipo en esa área. Su incapacidad, desinterés, y carencia absoluta de empatía por los enfermos del país (para no decir carencia de amor y misericordia) es manifiesta. Lo que se ve no se pregunta.
La incapacidad y negligencia con la que atendieron la epidemia/ pandemia de coronavirus les exhibió de cuerpo entero. Cuando se contabilicen bien los muertos a causa de la pandemia se verá que las muertes superaron a las 700 mil, lo que además de mostrar su incapacidad e irresponsabilidad, les convierte en reos de culpa. El delito de lesa humanidad y otros deberán en su momento ser ejecutados en esta troupe de frívolos e improvisados que jugaron con la vida y salud de todos los mexicanos. Y no solo con la vida, las lesiones y daños ocasionados a los afectados son múltiples y de diversos órdenes; todos hasta ahora impunes y sin reparación.
En su ignorancia, soberbia y frivolidad, López Obrador se dedica a diario a jugar a las elecciones. A eso se limita su conocimiento. El problema, y muy grave, es que es el presidente al carecer de la capacidad para tan alta responsabilidad está hundiendo el país de manera rápida. Las mentiras de las mañaneras cada vez son desmentidas más pronto por la realidad. Una realidad que muestra al sector salud en caos y apunto del colapso.
Casi a diario vemos en las noticias, que en lugar de mostrar imágenes de nuevos hospitales y clínicas, al contrario, vemos con dolor y horror imágenes de hospitales y clínicas públicos colapsados por falta de mantenimiento, de medicamentos o equipos, o de ambas cosas. Ni qué decir de personal médico que no quiere ir a las regiones donde gobiernan los amigos del presidente. Amigos a los que manda abrazos mientras ellos llenan de balazos a los ciudadanos que no pueden atender en clínicas y hospitales a causa de la falta de médicos ¿y cómo irán, si cualquier mariguano o enyerbado por la droga les puede asesinar? ¿ignora acaso el humilde inquilino del suntuoso y enorme Palacio Nacional que los drogadictos mantienen alterada su mente de la realidad?
Y como AMLO todo lo hace mal, ya sea por capricho, complicidad o ignorancia, trajo a dizque ‘médicos’ cubanos, en lugar de poner orden en las zonas donde las bandas de asesinos tienen el control (incluidos hospitales y clínicas), creció el problema en lugar de resolverlo.
Un hospital nuevo en Querétaro, con un costo al bolsillo de los mexicanos por casi 1,000 millones de pesos, en días recientes en una tormenta, en medio de las relucientes camas de los pacientes y costosos aparatos, brotaban las aguas negras por pasillos, lavabos y demás tuberías ¿En una obra de semejante costo y envergadura no previeron estas cosas? ¿Encargaron su ejecución a algún amigo del gobierno, o a constructores con experiencia y conocimientos relativos a tan delicada obra? El tabasqueño dice “que no son iguales” y esto queda demasiado claro.
Evitando extendernos, se señala que el SISTEMA NACIONAL DE VACUNACIÓN está prácticamente abandonado por el gobierno. Baste señalar que en el año 2006 el 85 por ciento de las vacunas a los menores de edad estaba cubierto, y en este año 2022, apenas el 35 por ciento (en el 2021 solo el 27.5% de los niños menores de un año recibieron la vacuna triple). No se trata entonces de un mero comentario periodístico. Se trata de un gravísimo problema de salud nacional que debe ser atendido de inmediato. Que si hay que despedir al secretario de salud y otros funcionarios implicados se haga y se busque de inmediato a médicos con el perfil y experiencia comprobados, pues no son temas ni para probar ni para improvisar (además de que urge dar mantenimiento a Hospitales y Clínicas; basta de tirar los dineros de los mexicanos en obras inútiles y onerosas). Con la salud de los mexicanos no se juega.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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