Para desgracia de México y de los mexicanos las mentiras de López Obrador están hundiendo al país de manera muy rápida, el daño en muchos sentidos es irreparable, y en otros, llevaría décadas en revertirse; lo peor de todo es que la mayoría ni siquiera sabe lo que sucede. De hecho, hay algunos millones de ciudadanos que por necesidad económica o por ceguera voluntaria no desean enterarse.
Una de estas mentiras, que aunque las repita todos los días nunca serán verdad y siempre serán mentiras, es que la paraestatal Pemex es una tabla de salvación para el país y que está aportando ingresos. Ambas cosas son falsas. Pemex es una empresa quebrada y sin futuro, y los supuestos ingresos son mero maquillaje de cifras para engañar desinformados. Otra mentira más del mitómano que habita ilegalmente Palacio Nacional.
PEMEX ha sido desde el gobierno de López Portillo un barril sin fondo, un pesadísimo lastre para el país. Tres cosas son la causa principal, aunque en el actual desgobierno de López Obrador se ha agregado una cuarta: 1) La paraestatal se convirtió en la caja chica del gobierno, 2) Los gobiernos en turno y los funcionarios de PEMEX se apropiaron de la empresa como si fuera de ellos, 3) Los trabajadores (de confianza o sindicalizados), han saqueado la empresa hasta hartarse, aunque no tienen llenadera. Siempre han vivido como una casta con sueldos y prestaciones muy superiores a las de todos los mexicanos, incluso superiores a las de sus semejantes en Europa, con la farsa de “las conquistas laborales” cuando en el fondo HA SIDO SU AMBICIÓN, PUES SON Y HAN SIDO LOS ÚNICOS DUEÑOS DE PEMEX. A los mexicanos solo les han vendido la mentira que el petróleo es de todos. FALSO.
En cuanto a la cuarta, el robo de combustibles (gasolinas, diesel y gas) en el actual sexenio ha llegado a límites verdaderamente escandalosos, aunque el tabasqueño mienta con cinismo y trate de engañarnos a todos. Tan solo por dar un par de cifras: el daño económico por este robo a PEMEX en el primer semestre del año 2021 fue de $1,623 millones de pesos, mientras que en el primer semestre del presente (2022) el robo aumentó a $8,633 millones de pesos de pérdidas (Infobae, 2/Sep/2022), considerando que se ha vuelto un delito muy lucrativo debido a las alzas del petróleo.
El robo es de 6,500 barriles de combustibles por día, robo que López Obrador pretende ocultar con sus cotidianas mentiras, teniendo el descaro y cinismo de asegurar que este robo “ya bajó”, cuando lo que no baja es su proclividad enfermiza a mentir. Robo que se estimula por dos grandes motivos: los abrazos del ‘presidente’ a los delincuentes, y el alza mundial de energéticos debido a la invasión rusa a Ucrania.
De manera que si pensábamos que Vicente Fox había sido el titular del Ejecutivo más mentiroso (decirles “presidente” a él y a López Obrador suena imposible, su ignorancia e incapacidad para el cargo impiden que se les considere como tales) la verdad es que López la ha superado.
En mi libro “EL HOMBRE QUE NUNCA DEBIÓ SER PRESIDENTE” (2007), señalaba entre las muchas barbaridades y trapacerías cometidas por el hombre de las botas, el daño que hizo a la paraestatal, es decir, a México:
—“Y en cuanto a Pemex las cosas están peor. En el año 2000 la paraestatal debía 413 mil millones y en este momento su deuda ha crecido hasta el billón 114 mil 200 millones de pesos. Dicho por la nueva bancada de senadores, Pemex debe 10 mil millones más de lo que vale (La Crónica, 26/Ago/2006) (pág. 136).
Pues bien, se pensó que habíamos tocado fondo, que la política de estado había retornado. Lamentablemente no fue así. Llegó el mentiroso tabasqueño, quien ha enredado a millones con sus fantasías y disparates en la toma de decisiones públicas; sus falacias, además de ocasionar terribles daños con consecuencias a corto, mediano, y largo plazo, presentan ante sus incautas víctimas un país que solo existe en su mente corrupta y corazón enfermo de maldad. Nada más. La realidad es que México se está hundiendo en muchos sentidos a pasos agigantados y este mitómano se levanta solamente para engañar a sus adeptos y hacerles creer que todo está bien.
En cuanto a PEMEX se habrá de señalar que su estado actual es de quiebra, sus pasivos superan a sus activos. Su deuda actual, a junio de 2002 era del orden de los $108,093 millones de dólares, es decir, 2.6 billones de pesos (El Universal, 2/Ago/2022). Y mientras que todo apunta al uso de nuevas tecnologías y fuentes de energías no fósiles, el tabasqueño da la espalda a la ciencia y su mente enferma le apuesta a lo obsoleto, a derrochar los recursos de la Nación en caprichos y tonterías absurdas.
En construir una refinería que no se requiere y cuyos costos estratosféricos solo justifican dos cosas: la corrupción del actual gobierno y su alianza con los trabajadores petroleros. Baste señalar que en la reciente firma del Contrato Colectivo de Trabajo este gremio además de un aumento del 4% directo al salario, logró 62 alzas en prestaciones (viáticos, becas, apoyos médicos, fiestas, préstamos incluso para familiares directos, etc.).
Todo, a pesar de que son quizá los trabajadores más improductivos del ramo a nivel mundial, ya que mientras un trabajador promedio de la empresa Exxon-Mobil produce 51 barriles de petróleo, uno de Pemex apenas 14. Claro, todo se maneja y funciona con criterios políticos, no de una empresa que debiera producir dinero para los mexicanos, pero que solo les produce deudas y problemas.
En síntesis: Pemex es un simple negocio para los gobernantes en turno y los trabajadores petroleros. Punto. Para México es un lastre y no se justifica en absoluto el derroche criminal que está haciendo AMLO en la refinería Dos Bocas y en mantener los lujos y excesos del sindicato y trabajadores de confianza, cuyos ingresos y prestaciones son y siempre han sido un exceso y afrenta para todos los mexicanos. Además de que tiene 3 o 4 veces más del personal que se requiere; que el sindicato (STPRM) y demás trabajadores están sobre pagados; que sus ingresos y abultadísimas ‘prestaciones’, son y han sido, un simple chantaje para extorsionar al presidente en turno (siempre con la amenaza de paralizar el país, como si Pemex fuera de ellos), que, aunque no en el papel, en la práctica sí lo es. Los mexicanos somos apenas dueños de una ilusión. Lo dicho: PEMEX, un lastre para México.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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