En su histórico discurso del 23 de septiembre del año 1913, el Senador Belisario Domínguez, entre otras muchas verdades expresadas de manera directa y valiente, dicho sea de paso, cuando debieron ser dichas; confrontó a sus compañeros para que actuasen ante el peligro en el que se encontraba el país al ser presidido por un dictador incapaz y violento:
—“Penetrad en vosotros mismos, señores, y resolved esta pregunta: ¿Qué se diría de la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso, nombrara piloto a un carnicero que
sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera demás recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán
del barco?”
Como en 1913, México tiene al mando a un tirano incapaz y ególatra (no hay tirano que no lo sea), que además de estar hundiendo día con día al país, destruyendo las instituciones, la vida republicana, entregando a los mexicanos en manos de las bandas delincuenciales y enemistándose con nuestros principales socios comerciales (que en este momento son la fuente principal de nuestro sostén económico); tiene además sometidos a su tiranía a la mayoría de senadores y casi la totalidad de los diputados.
De manera que la valiente y oportuna intervención de los Senadores Lilly Téllez y Germán Martínez en la tribuna el pasado día 19 de octubre, fue, además de necesaria e histórica: fuente de esperanza y aliento republicano para todos los mexicanos no sujetos a la tiranía del reyezuelo de Macuspana.
Sabedor de su fracaso, López Obrador se ha apoyado absolutamente en el Ejército, y no precisamente en lo mejor de éste, sino en lo más cuestionable, para asegurar su posición, de manera que ha sido capaz de someter a diputados y senadores para militarizar el país so pretexto del combate a la delincuencia. Que, dicho sea de paso, en 4 años los militares no han hecho absolutamente nada al respecto. NADA.
Así que el propósito de militarizar es otro. Lo peor y más dañino y doloroso para México ha sido la conducta servil y lacayuna de la inmensa mayoría de los diputados y la mayoría de los senadores al someterse a los deseos del dictador. Su posición nos recuerda a sus pares durante el gobierno del dictador Victoriano Huerta, a esos que el Senador, con mayúscula, Belisario Domínguez arengó y confrontó en el discurso ya señalado:
—“La verdad es esta: Durante el gobierno de Don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la república es infinitamente peor que antes: La Revolución se ha extendido en casi todos los Estados… la prensa entera de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y por último, el hambre y la miseria en toda sus formas amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada Patria…”
Quítele la palabra Revolución y póngale delincuencia, y el discurso se ajusta cabalmente a nuestra realidad actual. De ahí que la valiente intervención de la Senadora Lilly Téllez y el Senador Germán Martínez nos hayan recordado al mártir chiapaneco. No solamente esto, oxigenaron la Cámara alta aportando dignidad y mostrando compromiso con los mexicanos (antes que a sus partidos políticos), elevando el nivel del debate hacia las prioridades nacionales y dejando atrás los chismes y frivolidades que campean.
En lo personal, cuando escuché a la Senadora sonorense confrontar al secretario de la Defensa Nacional con semejante aplomo, valentía y sapiencia republicana, me conmoví por primera vez en mi vida ante una intervención cameral:
—“…Saludo también con atención, incluso a los senadores que compró el Ejército con carísimos lentes de Cartier por un voto. Saludo a esta nueva élite militar, que es ahora más bien, un ejército político empresarial. Hace unos años nos sorprendieron los altos jefes militares. Justo hace un año, usted lo recuerda general, entraron a este Pleno a ocupar un lugar que no les correspondía, hace un año entraron aquí de forma sorpresiva, de último momento, sin un aviso oficial y ese fue un evento inédito en el Senado, la presencia de los jefes militares en el pleno. ¡Vaya ironía! Como cambian las cosas y las circunstancias en tan breve lapso. Hace un año los altos jefes militares vinieron al Senado a cobijar a la secretaria de Seguridad Pública, y hoy llegan a la inversa escondidos bajo la manga de la secretaria de Seguridad Pública. Hace un año estuvieron aquí callados, sin decir una sola palabra, estaban impedidos a hablar por las reglas del Senado, y ahora, a diferencia de hace un año, ahora que están obligados a hablar callarán. ¡Callarán, mi general, callarán en forma tramposa, hace apenas dos semanas se establecieron sus deberes de comparecer y ya hoy le dan la vuelta a la ley… colocando a la tradición por encima de la Constitución. Su silencio aquí general, y se lo digo de frente, es un grito que desafía y desprecia a la República, la que usted general, jura defender…”
El discurso, que es de apenas cinco minutos, debió de ser eterno para el militar no acostumbrado a ser confrontado, solo obedecido. Fuerte, pues, republicano y patriótico el discurso de la Senadora Téllez, pero no lo fue menos el de su compañero Germán Martínez, quien además de no contar con mi simpatía nunca, sorprendió a la República con una intervención vigorosa, sabia, certera, y apegada a su deber cameral, a su representación de los mexicanos:
—“No se lo acepto, no soy su tropa, ni debemos pensar igual, respeto el uniforme que usted porta, pero eso no lo hace más ni mejor mexicano, soy o intento ser leal a México y no soy servil a nadie; la dignidad no es un asunto de estrellas en el hombro, sino de mexicanos estrellados contra la ineptitud de sus gobiernos, y si acaso usted valiera más que otros mexicanos por sus insignias, entonces México estaría cerca de un autoritarismo militar… ninguna persona es más que otra en un país como lo soñó Benito Juárez.. a los tribunales militares les cesó de conocer de negocios civiles… Juárez tenía clara la frontera entre civilización y militarización, eso dije y lo sostengo, mi argumento entonces es tendenciosamente juarista… México no es de un solo hombre, por lo que la tarea de la Sedena en seguridad pública debe ser de carácter civil; El Ejército es pueblo uniformado, sí, pero portar armas no los eleva por encima del pueblo, los compromete con el pueblo… Lázaro Cárdenas emitió un reglamento de deberes militares, el cual plantea la prohibición a militares de intervenir en asuntos civiles. En el artículo 92 dice más que a ninguno de los miembros en servicio activo, a los generales les corresponde abstenerse en forma más absoluta e inmiscuirse en asuntos políticos del país directa o indirectamente, ¿qué tratos hizo en la Secretaría de la Defensa con Alejandro Moreno, el presunto delincuente según la fiscalía de Campeche? ¿Por qué se metió en asuntos políticos precisamente bajo el castillo de Chapultepec?… la milicia tiene límites y Luis Crescencio Sandoval debe respetarlos el fuero militar no le alcanzará a nivel internacional si se viola nuestra constitución y los derechos humanos”.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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