Lo sucedido el miércoles 7 de diciembre pasado en Perú, es una lección de democracia y división de poderes para Latinoamérica y el mundo entero. Mientras que el popular, pero inútil, que tenían como presidente intentó darse un autogolpe de estado desapareciendo el Congreso de su país, el Congreso actuó con la dignidad republicana requerida y en apego a las leyes locales, no solo destituyó al mamarracho que usurpaba la presidencia, sino que lo arrestó casi de inmediato, pues lo que quiso hacer es gravísimo delito.
Y es que, no solo se usurpa la presidencia cuando se llega a la misma por medios ilegales, sino también cuando se compite por el cargo careciendo de la inteligencia, capacidad y formación necesarios para tan alta responsabilidad. La mayor de un país, y el gorrudo que intentó gobernar Perú carecía de todo esto, convirtiéndose de manera inmediata en un usurpador, en un lastre para su país.
Así que en enhorabuena que el tal Pedro Castillo fue destituido y arrestado; hombre carente de toda formación y capacidad para la presidencia de un país, que como el nuestro, se enfrenta a diario a problemas que requieren de mucha inteligencia, sabiduría y conocimiento para resolverles sin romper el tejido social y sin violentar las formas legales. Que no era de manera alguna el caso de este improvisado que tuvo el atrevimiento de competir por semejante responsabilidad; como es el caso también de México y otros pueblos del continente; sumidos en gravísimos problemas sin resolver, en los que se votó equivocadamente por un hablador que no tenía ni la mínima idea de como sacar adelante su país.
A tal grado era su torpeza e ignorancia que en apenas 16 meses de intentar gobernar, formó seis gabinetes distintos, lo que concede una idea del caos mental y político de este atrevido (por eso, y por el gravísimo delito que cometió, de le destituyó por «permanente incapacidad moral»). Su arribo a la presidencia es una lección urbe et orbi de que ser popular no significa de manera alguna ser capaz. Pedro Castillo no tenía la menor idea de como guiar su país, lo que de inmediato fue percibido aun por sus compañeros de partido y por todo el país. En su destitución aun los diputados de su partido le defenestraron, y por si no le quedara claro que la silla presidencial no era para un hombre inculto, impreparado y atrevido como él, aún la policía y el ejército de su país se negaron a apoyarlo. De hecho lo detuvieron y pusieron ante las autoridades judiciales competentes. De ese tamaño su incapacidad, pues logró a unir a todos en su contra ¿Se habrá reflexionado al respecto en Palacio Nacional en México?
Constitucional y jurídicamente las acciones del Congreso Peruano son correctas, sin embargo, es obvio que los fanáticos seguidores de Castillo harán ruido y pretenderán la liberación de este delincuente confeso y encontrado in fraganti a la vista del concierto mundial de las naciones, lo que de ninguna manera es atenuante y mucho menos justificante para soltarlo. La ley es la ley, aunque su ‘amigo’ López Obrador diga la contrario.
A propósito, el propio AMLO dijo públicamente que ambos estuvieron en comunicación hasta que lo detuvieron ¿No serían los consejos del tabasqueño los que le orillaron a semejante atrevimiento? ¿Qué el dictador de Macuspana haya convertido en conejillo de indias al gorrudo?
Una cosa es que entre anarquistas y vagos se entiendan, pues hablan el mismo idioma al vivir en el desorden cotidiano y otra muy distinta transitar en el estado derecho. Para quienes han llegado a semejante cargo, para éstos, el ejemplo es obligatorio e ineludible. En un país democrático nadie puede estar por encima de la ley, y mucho menos ellos.
De manera que la acción tomada por el Congreso de Perú, además de plausible, es un ejemplo para Latinoamérica, en especial para México, donde lejos de tener un Congreso se padece a una banda de cuates de López Obrador, los que incondicionalmente se someten a sus deseos dictatoriales, renunciando desde el primer día que asumieron el cargo a representar a los mexicanos.
Representar al que ganó las elecciones, no significa de manera alguna representar a los mexicanos. Los verdaderos legisladores (del partido que sean) deben escuchar, conocer y atender sus deseos, necesidades e intereses (salud, seguridad, educación, economía y un largo etcétera). Los diputados de Morena, PT y Verde, así como la mayoría de senadores de esos partidos actúan como banda, lejos, pero muy lejos de lo que es y significa un verdadero legislador. Se han limitado al voto para justificar su presencia intrusa y delictiva en el Congreso; cuando lo que México requiere es de representantes de sus necesidades políticas y sociales, capaces de oponerse al Ejecutivo y enviarle al Judicial las leyes que se requieren para que el País funcione en armonía legal y constitucional, es decir, el equilibrio republicano. En una verdadera democracia en la que el estado de derecho tutele que la vida nacional se desarrolle sana y en armonía.
BROTES INFECCIOSOS EN MÉXICO
Algo huele a podrido en Dinamarca, advertía el Hamlet de Shakespeare. También algo huele a podrido en México en el sector salud, y es que, mientras en Durango hay una epidemia de meningitis producto de medicamentos utilizados para la anestesia (que han causado decenas de muertos y enfermos), en León se padece otra en un hospital del IMSS de parálisis facial en pacientes renales, la cual ya ha causado 10 muertes y 5 hospitalizados. ¿Tienen que ver en estos brotes infecciosos medicamentos comprados por el actual gobierno en la India u otros países que carecen de los controles de calidad? ¿Por qué las televisoras han guardado silencio total acerca del origen de los medicamentos utilizados en ambos brotes malignos? ¿A quién cubren? Son preguntas que requieren con urgencia de respuestas apegadas a la verdad.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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