De no creerse. El destino de México en juego y no pocos mexicanos perdidos en su mundito personal, que, en el caso de algunos millones de compatriotas, se reduce a su bolsillo y su cuenta de Banco. Si le va bien a él, entonces le está yendo bien al país.
Nada de quebrarse la cabeza, si nunca la ha usado ¿para qué enterarse de la situación real del país? ¿para qué fregados hacerlo ahora? De acuerdo a su modo de entender las cosas, para este tipo de personas, todos los políticos y todos los partidos son iguales: ¡todos son corruptos! No hay diferencias, excepciones, ni matices. Pero sí lo favorecen o ayudan a él en particular, o no lo molestan en lo que hace ¿para qué mortificarse? ¡le queda claro qué estos son mejores que los otros, y si le dan dinero, pues qué mejor!
No importa que roben como nunca se había visto; que no entreguen cuentas y bloqueen todo intento al respecto; que militarizaran al país y corrompieran las Fuerzas Armadas dándoles poder y cientos de miles de millones —que se quiera o no, está por verse si mantienen la institucionalidad—; que desvíen y derrochen del presupuesto una verdadera fortuna a las elecciones del Estado de México (se habla de alrededor de $5 mil millones de pesos) para apoyar a Delfina Gómez, una mujer ignorante y corrupta, pero sumisa hasta lo irracional ante el tabasqueño. Para ese tipo de mexicanos, nada le importa. Sólo lo suyo
Se sabe que el Tren Maya es un fracaso anticipado, que siempre operará con pérdidas y ha causado demasiados daños económicos y ambientales; que la Refinería Dos Bocas es otro fracaso, un capricho, una coladera de cientos de miles de millones de pesos tirados a la basura; Lo mismo con el Tren del Itsmo, con el Aeropuerto de Santa Lucía, con la cancelación del NAIM. Todo se reduce a derroches y tiradero de recursos tan necesarios en otras obras y necesidades sociales urgentes (como Hospitales, medicinas, educación, seguridad de verdad, carreteras que puedan ser transitadas, y un largo etcétera).
Que la mitad del territorio nacional ya está controlado por las bandas delincuenciales, con todo lo que esta desgracia significa y conlleva para los mexicanos, en particular para los que padecen dicho control. Que casi 160,000 personas ya han sido asesinadas y cuando menos otras 60,000 han sufrido con idéntica suerte (sumando alrededor de 220,000 asesinados), pero como están en calidad de desaparecidos o sus cuerpos han aparecido en fosas clandestinas o desmembrados, ya no entran en las estadísticas.
Pero mientras no le toquen ni hagan daño a él en su persona o bienes, nada le importa. Nunca ha ido a una manifestación ni una protesta pública. Lo suyo son los guateques, los bailongos, las fiestas con la bola de panzones que dizque tocan, pero nomás hacen ruido con unas cornetotas que emiten una especie de pujido, o ir alguna presentación del ‘artista’ del momento (por lo general una especie de forajido totalmente tatuado, que no canta, sino emite sonidos guturales poco entendibles a los que, si se le pone atención, son verdaderas odas al crimen y al sexo sin barreras).
Y nada, pero absolutamente nada de esto les importa a este tipo de personas como ya se dijo, solo lo suyo ¡Ah, pero si le extorsionan, le secuestran o desaparecen algún familiar! entonces sí de inmediato grita y pide ayuda a parientes y vecinos para cerrar alguna avenida y exigir al gobierno que haga su parte.
Mientras tanto, nuestra realidad política y social les resulta ajena del todo. No son ciudadanos en absoluto, son apenas habitantes del planeta, quizá con identificación con algún club de futbol que les produce pasión, pero ninguna con los problemas del país, y mucho menos con el resto de sus compatriotas, que, en una de esas, son del equipo de futbol contrario, por tanto sus enemigos.
La mayoría de estas personas confunde su país de nacimiento con ser ciudadano de ese mismo país, que dicho sea paso, en un gran porcentaje son cosas muy diferentes. Pueden tener la nacionalidad, pero la mayoría de esas personas nacen, viven, se reproducen y mueren, y jamás llegaron a ser ciudadanos. Su paso por este mundo se redujo a su bolsillo, su gente y sus cosas. Nada más.
México se encuentra, sin temor a la duda, en la peor etapa de toda su historia. Amenazado por un tirano demente, ególatra y ambicioso de poder hasta lo irracional, acompañado de diversas bandas de malhechores. Unos bajo el disfraz de partidos políticos, y otros, sin disfraz, verdaderos malhechores que en distintas bandas se han adueñado ya de más de la mitad del País con el beneplácito y ayuda del presidente, sin que a estos ciudadanos de membrete les importe un comino. Indiferencia que ha sido aprovechada por el inquilino de Palacio y sus huestes destructoras.
Las elecciones del domingo 4 de junio son una manera y oportunidad de despertar, de integrarse al clamor nacional, al coro de los ciudadanos comprometidos, que desde las vías democráticas hemos escogido se le ponga un alto a tanta maldad, violencia, destrucción y saqueo de México. Que con el voto se decida el rumbo del país y no por las armas y la violencia opresora.
Estamos a tiempo, de lo contrario, a muchos de estos evasores de sus deberes ciudadanos y políticos, la famosa frase dicha por Aixa, la madre de Boadbil, el último sultán de Granada (cuando son echados para siempre de España), puede convertirse en una frase que les acompañaría de por vida: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Frase a la que se podría agregar: ¡como hombre de bien, como hombre comprometido con tus hermanos, con su país México! ¡Así que mexiquenses y coahuilenses, a votar el domingo! ¿O usted que considera estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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