Entre las Secretarías federales, la más importante, sin duda es la de gobernación, conocida en otros países como del Interior. La semana que termina, y como es costumbre en el anarquista que vive en Palacio Nacional, la inició haciéndonos saber a los mexicanos que había nombrado como secretaria de gobernación a Luisa María Alcalde Luján.
Quienes entienden y saben de política, así como los ciudadanos viejos que por experiencia saben que por esa responsabilidad han pasado hombres, que además de viejos, les acompañaba un historial político impresionante, una formación académica ídem, y una visión de estado tan amplia, o mayor aún que la del propio presidente.
Los nombres de abogados y hombres prominentes como Adolfo Ruiz Cortines, Jesús Reyes Heroles, y Fernando Gutiérrez Barrios, por señalar algunos, son suficientes para contrastar la capacidad y habilidades políticas de estos experimentados funcionarios, con la chamaca nombrada por López Obrador esta semana. No hay punto alguno de comparación. Como también queda en evidencia que se trata solamente de un nombre en la nómina, de una cara para las fotos, pero que el país continuará a la deriva, sin nadie que se encargue de las acciones de gobierno y la gobernabilidad dentro del país
SÍ, A LA DERIVA. Su antecesor, el tabasqueño Adán Augusto López, en ningún momento ejerció la secretaría. No hizo absolutamente nada por detener y comenzar a desarticular las cada vez más abundantes y sanguinarias bandas delincuenciales que como todos sabemos dominan el país y mantienen aterroriza a la población. El hombre de desagradable presencia y mirada perdida se dedicó a dos cosas: a tener contento a su paisano y patrón, y a promoverse como corcholata por el país (término despectivo utilizado por su jefe).
No hay quien vuelva el orden en las carreteras, a erradicar, o cuando menos comenzar a disminuir el horrendo impuesto de los delincuentes a los mexicanos que trabajan (nombrado eufemísticamente ‘cobro de piso’), como tampoco a detener las desapariciones y la esclavitud y asesinato de mujeres. La violencia criminal es la que impera.
En los casi cinco años del actual régimen no ha habido nadie en Bucareli que resuelva los asuntos de interés nacional, de promover el diálogo y procurar la marcha hacia adelante del país (buscando la concordia entre los mexicanos a través del diálogo, la inteligencia, la legalidad y la habilidad política). Personal médico y del sector salud, empresarios de todos los niveles, intelectuales, científicos, medios de comunicación, sector magisterial, sindicatos y demás sectores que requieren de ser atendidos y resueltos en sus necesidades (que resulten legítimas y viables) no han encontrado a nadie que los entienda y atienda. El único al que atienden con diligencia e inmediatez es al Tirano demente, al destructor de México y sus instituciones.
Para desgracia de los mexicanos no ha habido ninguna persona de las nombradas por AMLO durante el sexenio con el perfil y la capacidad para desempeñar tan importante cargo. Los que han sido nombrados están a años luz de la necesidad que la Secretaría de Gobernación requiere, y la recién llegada, no tiene ni la mínima idea de lo que tiene que hacer (aunque ella se sienta “feliz”).
El que sí sabe lo que tendría qué hacer el titular de Gobernación es el presidente, pero por esa misma razón no nombra a alguien con el perfil requerido. Es tal su inseguridad, egolatría, mezquindad y enanismo intelectual, que prefirió nombrar a una chamaca. Queda claro que quien va a tomar las pocas decisiones que se tomen en dicha Secretaría será López Obrador, sólo él y únicamente él. El Luis XIV de Macuspana, el que dice todos los días con sus dichos y hechos «el estado soy yo».
Por esta ocasión no extenderé mi comentario como es costumbre. No hay razón ni necesidad. México está derrumbándose y gran parte de sus ciudadanos no quiere enterarse de lo que sucede. Poner de Secretaria de Gobernación a Luisa María Alcalde es tanto como poner al frente de la Secretaría de Salud a una pasante de medicina. Qué bajo y cuánto han destruido a México estos depredadores.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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