La hipocresía de Andrés Manuel López Obrador es proverbial, le gusta pasar por quien no es ni nunca ha sido. Un hombre alérgico al trabajo, mentiroso y ególatra hasta lo irracional, al que se le agrega ambición y mañas políticas como pocos, con un sello que debe considerarse fundamental para entenderlo: es un hombre malvado.
Un individuo capaz de enlodar a la madre Teresa, como a Francisco de Asís, si con esto se escapa de la crítica o evade pagar sus fechorías. Nunca ha pagado los daños causados con sus acciones violentas e ilegítimas, siempre carga y lanza las culpas a otros (muchas de las veces inocentes), todo para librar su pellejo.
Así que resulta abominable escucharle decir todos los días y desde que llegó al poder ejecutivo, ¡QUE YA NO HAY CORRUPCION, YA SE ACABÓ! En verdad se requiere ser un hombre malo y sin escrúpulos para atreverse a decirlo, lo que nos lleva a refrescarle la memoria. A quitarle la amnesia que su cinismo e hipocresía le han provocado, encontrando en algunos textos del libro “EL REY DEL CASH” de Elena Chávez una medicina eficiente para volverle a la realidad. Para que recuerde quien es y quien ha sido siempre:
—“A lo largo de los años que viví al lado de César Yáñez, la consigna fue “Si te descubren, te echas la culpa y te quedas callado”. Esto fue así no solo en los asuntos de dineros, sino también en sucesos trágicos donde perdieron la vida varias personas cuando López Obrador era jefe de gobierno del Distrito Federal y como candidato presidencial de la izquierda mexicana” (pág. 23)(*negritas mías).
—“¿Y de qué vive Andrés Manuel López Obrador?… La respuesta no es una sola, se pueden rastrear varias fuentes e intereses políticos y económicos que fueron entrelazándose a lo largo del tiempo… Desde que se desempeñaba como jefe de gobierno… capitalizó… un selecto grupo de amigos y colaboradores que asumieron el papel de testaferros recaudadores. Ellos fueron los encargados de conseguir los recursos económicos con los cuales vivieron López Obrador, su esposa Beatriz y sus hijos durante más de 10 años. El dinero lo sacaban de las arcas del Distrito Federal, principalmente de los impuestos de los habitantes de la urbe, de distintas secretarías, de la Asamblea Legislativa y de órganos descentralizados como l Metro y la Red de Transporte de Pasajeros (RTP)” (pág. 27) ¿Así o más corruptos? Nos preguntamos.
—“Tal vez la manutención de López Obrador y su familia no sea tan relevante como haber mantenido el movimiento que lo llevó a la silla presidencial a costa de recargarle todos los gastos principalmente a la Ciudad de México. Desde los colaboradores más cercanos… hasta el servidor con menos jerarquía eran obligados a entregar…la mensualidad que solicitaba Alejandro Esquer… No se aceptaban ‘no podemos’ por respuesta… Casi todos se veían obligados a pedirles a sus subalternos con mayor sueldo ente 10 y 20% para apoyar al tabasqueño a sabiendas de que de no hacerlo perderían su trabajo” (pág. 30).
—“Dos de los principales funcionarios benefactores fueron el hoy canciller Marcelo Ebrard y Maro Delgado, actual presidente de Morena. Durante varios años, desde sus cargos públicos, estos personajes le dieron a AMLO miles de millones de pesos del erario para que cristalizara su sueño de convertirse en presidente… Ebrard instruyó a su secretario de Finanzas, Mario Delgado, darle mensualmente a Andrés Manuel millonadas para su campaña. Ebrard fue el autor intelectual del fraude a las finanzas públicas, y Delgado, la mano ejecutora…” (pág. 33-34).
—-“Cuando AMLO fue jefe de gobierno— asistía con frecuencia a la casona de San Luis Potosí no con sobres o bolsas, sino con maletas en las que llevaba la mensualidad. Fue así como López Obrador se convirtió en el “rey del cash”. Nunca, jamás, nadie va a encontrar un video o algún recibo firmado por el, porque entre las reglas acordadas… estaba la de entregar mensualmente los recursos a Alejandro Esquer, pero en efectivo…” (pág. 34).
La valiente autora, cita un artículo de Raymundo Riva Palacio en el que señala que —“en 2006 ‘Scherer diseñó la asociación ‘Honestidad Valiente’, por medio de la cual se recaudaron de manera irregular y opaca millones de pesos, y de donde salieron recursos para mantener al presidente y su familia” (pág. 34).
Hace unos meses prometí que comentaríamos el libro de Elena Chávez, pues requería de leerlo con detenimiento. Hoy le dedicamos este espacio, aclarando, que lo aquí reproducido son unas cuantas revelaciones de un documento que en 280 páginas muestra de cuerpo entero a una banda delincuencial que debe ser enjuiciada. Son demasiados los datos, indicios y pruebas para que la justicia haga su parte, más, si se toma en cuenta la última entrevista concedida por Porfirio Muñoz Ledo a Adela micha, en la que califica al actual un NARCOESTADO. Considerando la experiencia política del recién fallecido, al que se le podían decir muchas cosas, pero menos traidor a la Patria o enemigo del orden Republicano.
Pero que mejor para terminar este artículo que las propias palabras de López Obrador pronunciadas el 26 de octubre de 2014 en el Zócalo capitalino, pues con ellas, él mismo dictó sentencia contra sí y contra su banda ahora en el poder: “Un Estado que no procura la justicia no es más que una banda de malhechores y eso es lo que hay en nuestro país: ladrones, políticos corruptos”. Única vez, quizá en toda su vida, que ha dicho una verdad.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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