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El informe presidencial del 1º de septiembre en el actual sexenio se ha convertido literalmente en la “Fiesta del hablador”. De haber sido por siempre una fecha significativa en la que los presidentes se presentaban de cara a la Nación toda para rendir cuentas de lo hecho y no hecho, de los avances alcanzados y de los pendientes en proceso; a partir del año 2019 se convirtió en la fiesta de un mitómano, en una costosa farsa en la que las fantasías de un hombre malo, engreído y alérgico a la ley, salen de su mente corrompida y dejadas salir con absoluto descaro.

     ¿Qué puede informar este hablador a favor de México y los mexicanos, si además de sumirnos en el caos y retroceso, de destruir todo a lo que le mete mano, no ha construido absolutamente nada que no sea fantasías que solo existen en su mente perturbada?

     De hecho, las únicas obras que ha iniciado ninguna se ha terminado y, lo que es peor, ninguna se necesitaba. Además de ser de relumbrón y tapadera de una mega corrupción como jamás se había visto, han sido un hoyo negro en el que literalmente se han tirado cientos de miles de millones de pesos.

     Una Refinería que no se necesitaba, construida en un manglar (por lo que siempre se inundará, guste o no), sin un proyecto original previamente revisado y autorizado por las dependencias correspondientes, y encargada a una persona que jamás en su vida ha construido nada al respecto, anunciaban de antemano su fracaso. La crónica de una muerte anunciada, entre muchas otras cosas por las razones ya referidas, como también por la falta de estructuras adicionales que permitieran a la Refinería trasladar en el futuro los combustibles y un sinfín de necesidades derivadas de su existencia (vivienda, vías de comunicación, redes de agua, drenaje, infraestructura social y comercial y un largo etcétera).

      Un tren (Maya) que no se requería, al menos no con semejante e innecesario recorrido, construido sin proyecto, sólo por el capricho del tabasqueño (cuando pudo haber sido de trayectoria corta limitado a la zona turística de Cancún, con un proyecto previo bien estudiado que no dañara la selva ni el medio ambiente y, que a final de cuentas se recuperara la inversión y dejara utilidades). Nada de eso sucedió. La soberbia del titular del ejecutivo estuvo por encima del planeta, el sentido común, la legalidad, los mexicanos y el dinero de los mexicanos (los costos de su capricho serán pagados por varias generaciones).

       Un aeropuerto inútil, mejor dicho, la remodelación de un aeropuerto militar, cuya construcción requirió una fortuna, pero que no sirve para cosa alguna debido a su ubicación y a la falta de infraestructura y lejanía… Disparate ególatra al que se sumó la cancelación del NAIM que no solo ocasionó de inmediato perdidas a las finanzas nacionales por $331,996 millones de pesos, a lo que habrá de agregarse que por décadas se continuará pagando la maldad de la ocurrencia de este hablador que nunca ha construido nada en la vida. Solo destruido (como bien le calificó Pablo Hiriart).

       ¿De qué podía hablar este hombre malvado y mentiroso, cuando el país entero ya está en manos de los criminales de todos tamaños, con o sin organizar? ¿De qué…? Más de 224,000 asesinados durante su mal gobierno, todos con absoluta impunidad y los criminales en lugar de ser capturados y puestos ante un juez, amplían todos los días sus feudos convirtiendo el país en cotos de caza distribuidos entre una numerosa fauna perversa y sanguinaria para la que López Obrador solo ofrece abrazos y respetos.

     ¿Acaso hablaría de salud y comparar su gestión con la del gobierno de Dinamarca, cuando la realidad es que durante la pandemia más de 800,000 mexicanos murieron por falta o deficiente atención médica? ¿Se atreverá a decir que hay medicinas cuando los derechohabientes se quejan a diario de su desabasto y el personal médico y hospitalario oficial sufre todos los días para enfrentar tantas carencias, para hacer su encomiable trabajo en medio de tanto dolor que no pueden ayudar a remediar como se debiera, y para colmo, ser objeto de no pocos reclamos de los enfermos o sus familiares pues a final de cuentas son ellos los que dan la cara?

     Podríamos escribir muchas cuartillas señalando y describiendo la corrupción, incapacidad, deficiencias y ausencia total de gobierno y obra pública en México. Las denuncias y reclamos sociales se acumulan todos los días sin encontrar ningún oído en el gobierno federal. No hay quien atienda la salud, la educación ha sido puesta en manos de vándalos pervertidos y pervertidores que juegan al comunismo, el campo y los campesinos han sido abandonados, el estado de derecho roto y atacado todos los días por la presidencia y banda que le acompaña, la protección y estímulo a la inversión no existen, y lo peor, lo más terrible, la inmensa mayoría de los mexicanos han sido dejados en manos de las bandas criminales que azotan todo el país.

     ¿Hablaría en el Informe de los cientos de miles de desplazados, de los cientos de miles de despojados de sus bienes, tierras y patrimonio, de la esclavitud en la que viven los productores del campo para satisfacer la ambición de las bandas criminales, del impuesto criminal al que decenas de millones son forzados a pagar, de las mujeres asesinadas o esclavizadas mediante la prostitución forzada, de los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno…?

     ¿Qué Informe podía presentar a los mexicanos este embustero compulsivo? Lo dicho en el título de este artículo, de ser por siempre el Informe Presidencial, se convirtió a causa del actual titular de este poder en “La fiesta del Hablador”, pero como advierte el viejo refrán, “cae más pronto un hablador que un cojo”. O como dice otro refrán argentino y con esto nos despedimos por esta semana “¡La mentira tiene patas cortas, pronto es alcanzada por la verdad!”

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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