Hace noventa años Alemania se encontraba en una situación política y económica muy semejante a la del México actual. Luego de la primera guerra mundial los efectos a causa del Tratado de Versalles, así como las pésimas decisiones tomadas por los gobiernos en turno, provocaron diversos efectos negativos que en conjunto abrieron la puerta de par en par a las hordas nazis de Hitler.
Los gobernantes, y la clase política, no estuvieron en momento alguno a la altura de las circunstancias provocando con sus desatinos, corrupción e incapacidad que la sociedad les diera la espalda, se desentendiera del todo del presente y futuro del país, entregándose a un hedonismo jamás visto, mientras que la pobreza tocaba a las puertas — la mayoría permanecía indiferente— y Alemania era presa de una horda de rufianes y asesinos ¿Podrían salir adelante cuando las cosas públicas no le interesaban a nadie y los políticos oscilaban entre la mediocridad, la falta de visión y de compromiso nacional?
Muy pronto pagaron el precio por su descuido y desinterés generalizado. Durante todos los años previos, Hitler y su pandilla de proxenetas, resentidos y violentos estuvieron agrupándose en forma de partido político (como lo hizo AMLO y su gente) hasta lograr en el año 1933 ganar las elecciones con apenas el 43 por ciento del electorado. El resto del electorado a causa de las divisiones políticas y múltiples partidos (que juntos podían haber evitado la llegada de Hitler) no fueron problema al fragmentar el voto. Igual nos puede suceder en México en 2024.
Para entender mejor las cosas y las similitudes entre Alemania (1933) y México (2023) reproduzco algunas reflexiones de un escritor alemán de aquella época:
—“En 1930 Hitler era aún para muchos una figura vergonzosa, perteneciente a un pasado gris… su aspecto le producía bastante rechazo al alemán medio (no solo a los «inteligentes»): ese peinado de proxeneta, esa elegancia de pacotilla, el dialecto de los suburbios vieneses, esa increíble verborrea unida a los ademanes de epiléptico, su gesticulación desenfrenada, esos espumarajos, la mirada entre flameante y extraviada. Y encima el contenido de los discursos: ese gusto por la amenaza…”
—“Nadie se habría sorprendido sí, cuando este ser pronunció su primer discurso, un policía lo hubiera agarrado por el cuello y lo hubiera enviado a un lugar donde no se le volviera a ver más y al que sin duda alguna pertenecía. Sin embargo, como no ocurrió nada parecido y, más bien al contrario, el hombre siguió creciéndose y volviéndose cada vez más demente y monstruoso al tiempo que pasaba menos inadvertido y se hacía más famoso, se produjo el efecto opuesto: la bestia comenzó a generar fascinación…”
—“Esa extraña obnubilación y aturdimiento que sufrían sus adversarios, sencillamente incapaces de reflexionar ante aquel fenómeno, como sometidos al efecto de una mirada de basilisco, sin estar en condiciones de darse cuenta de que estaba desafiándoles el infierno personificado…”
—“Seis miembros de las tropas de asalto que una noche atacaron a alguien «con otra mentalidad» mientras dormía lo mataron literalmente a pisotones… Hitler les envió un telegrama dedicándoles palabras de elogio y admiración… los seis asesinos fueron indultados. Era curioso observar cómo estas reacciones iban intensificándose unas respecto a otras: el descaro salvaje que permitiría a aquel pequeño y desagradable apóstol del acoso ir convirtiéndose poco a poco en demonio, la cabezonería de sus represores, que siempre se daban cuenta de lo que acababa de decir o hacer un segundo más tarde, es decir, cuando lo acababa de eclipsar mediante una afirmación más increíble o una acción más monstruosa, y la hipnosis que sufría un público que oponía cada vez menos resistencia, víctima del encanto de lo repugnante y de la embriaguez provocada por la maldad…”
—“Hitler prometía todo a todos, y esto lógicamente le proporcionó un enorme grupo de electores y partidarios aislados, compuesto por personas faltas de juicio, decepcionadas y empobrecidas”
—“Hitler prometió dos cosas con sinceridad clara y perceptible: la reanudación del gran juego bélico de 1914-1918 y la repetición de la gran correría anarquista…” (*Igual ha sucedido en México: la alianza con las bandas criminales que tienen dominado el territorio y aterrorizada a gran marte de la población, y el festín de los anarquistas que hemos padecido ya por cinco años).
—“Algunos grupos poderosos estaban a favor de hacer inofensivo a Hitler pidiéndole cuantas. Por todas partes había discusiones políticas continuas, infructuosas y enconadas: en los cafés, en los bares, en las tiendas, en los colegios y en las familias… Lo que ya no había era ilusión por la vida, amabilidad, inocencia, buena voluntad, comprensión, simpatía, generosidad ni humor… En Alemania el aire se había enviciado rápidamente…”
—“Por entonces la República fue liquidada, la Constitución anulada, el Reishtag disuelto, reelegido, vuelto a disolver y vuelto a reelegir, los periódicos prohibidos… todos los puestos superiores de la Administración reasignados y todo ocurrió en medio de una atmosfera casi alegre, que implicaba un riesgo extremo y casi último…”
—“todos los obstáculos serios habían sido eliminados, ya no había ninguna Constitución, ni ninguna garantía jurídica, ninguna República, nada de nada, tampoco una policía republicana…” (¿Acaso AMLO no ha intentado por todos los medios desaparecer los otros poderes, además de odiar la Constitución y el imperio de la ley?) (Textos del libro: HISTORIA DE UN ALEMAN. Memorias 1914-1933, de Sebastián Hafner).
Semejante clima de maldad asesina y opresora, extintora de todas las libertades y el orden legal, se abrió camino mediante una silenciosa pero efectiva campaña de adoctrinamiento. La mente fría y malvada de Joseph Goebbels y otros (como Julius Streicher) se encargaron de ir metiendo en la cabeza de un pueblo aturdido por sus problemas y deseoso de fugarse de ellos, una doctrina satánica que condenaba todo lo bueno y ofrecía un Reich donde los alemanes serían la raza privilegiada. Hoy los Goebbels, los Ramírez, pero sobre todo, los López Obrador y Sheinbaum, prometen una 4-T al estilo del ofrecido por los nazis. Estamos a tiempo para detener semejante traición y destino infernal para México.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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