La mayor parte de los cristianos tienen información y conceptos equivocados del Mesías, su persona y obra. Del lado judío pasa lo mismo. Unos y otros traen arrastrando por siglos creencias erróneas heredadas, a las cuales no pocos han agregado tradiciones y conceptos que nada tienen que ver con el Mesías. Es decir, Yeshua o Jesús, en quien se cumplieron cabal y puntualmente las profecías.
Pero… ¿cómo puede decir alguien que no es el Mesías cuando no ha leído las Sagradas Escrituras o solo algunos pasajes? Partir del “yo creo, yo digo, o así me enseñaron” no tiene nada que ver con la revelación Divina.
La inmensa mayoría de creyentes (judíos y cristianos) desconocen a fondo las profecías bíblicas acerca del Mesías. Algunos han leído algunos textos, pero al desconocer la doctrina completa, los tiempos y oficios a cumplir por el personaje; tradiciones y deducciones personales suplen con fantasía o dichos populares algo que conlleva seriedad absoluta a causa de su importancia, pues se crea o no, el destino de la humanidad de todos los tiempos depende del Mesías. Ya sea para salvación o perdición eterna; conceptos que en la era posmoderna han dejado de escucharse (paradójicamente en la era con más información al alcance, aunque a la vez una de las más ignorantes en el tema de todos los tiempos).
La Biblia nos habla de tres oficios que debería desempeñar el Mesías: profeta, sacerdote, y rey, y Jesús los cumplió cabalmente, si bien el último se ha limitado desde el siglo primero a reinar en los corazones de los verdaderos creyentes, en un futuro cercano (más cercano de lo que muchos se imaginan o consideran) vendrá a reinar con poder y gloria. En Jerusalén por supuesto.
Después de la fiesta de Shavuot (pentecostés) en el año 33, la Escritura narra que los apóstoles miraban extasiados y asombrados la ascensión del Mesías, por lo que unos ángeles del Señor les anuncian o vaticinan lo siguiente —tanto a ellos como a judíos y cristianos de los siglos venideros—: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).
Como profeta, el mayor de todos los profetas de Israel, además de cumplir en su persona y hechos todo lo anunciado acerca de la primera etapa del Mesías (redentor y salvador), predicó con perfección de vida y palabras el mensaje divino, acusando las desviaciones de líderes que habían hecho de la fe judía un coto de poder y simples reglas exteriores (sin vida espiritual alguna); dejando además una serie de detallados vaticinios tanto de la destrucción del Tempo de Jerusalén y el inicio de la gran diáspora, como un detallado relato acerca de su glorioso retorno.
Como sacerdote, siendo Yeshua de la tribu de Judá, ejerció un nuevo y perfecto sacerdocio, no como el levítico, que dicho sea de paso, sólo era modelo y simbolismo del que el Mesías ejercería, quien conforme al orden de Malqui-tzedec (Melquisedec) como estaba anunciado (Salmo 110:4): se ofreció a sí mismo en la Pascua del año 33, como cordero inocente y sin mancha, para redimirnos y reconciliarnos con Dios el Padre, cuya santidad estaba ofendida por los pecados de toda la humanidad de todos los tiempos y a cuyo juicio todos estábamos sujetos.
Pensar que a Jesús lo crucificaron porque algo salió mal o carecía de poder alguno para librarse de los romanos, es no entender en absoluto lo que sucedió, y por ende, la fe que se dice profesar. El propio Yeshua lo anunció tiempo antes con total claridad para que no quedaran dudas de su misión en la Tierra: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar (resucitar)” (Juan 10:17-18). ¿Más claro? ¡No se puede!
Lamentablemente la ignorancia conduce a no pocos a la fantasía religiosa, a inventarse la fe a su gusto, como dice el sociólogo francés Lipovetsky: “¡religión a la carta!” En la fe de judíos y cristianos no hay nada que inventar. Todo está ya revelado, perfectamente escrito, documentado y analizado en detalle para que no queden dudas a los que realmente buscan a Dios.
Aunque anotación al margen, los líderes que desvían al rebaño de Dios siguen desviando del camino a muchos. En estos días el Papa argentino no sólo apostató públicamente, sino que se atrevió a predicar un evangelio distinto al revelado (leer al respecto: 1ra Corintios 6:9-10 y Gálatas 1:6-8).
Continuando. Falta entonces que Yeshua cumpla como Mesías Rey, lo cual sucederá en un tiempo cercano —si se toma en cuenta su propio mensaje profético que registran las Escrituras (Mat 24 y Lucas 21) como también a lo dicho por los profetas del A.T. o Tanaj y el Apocalipsis—. Y digo cercano, pues las condiciones que guarda la humanidad nos indican condiciones cada vez más semejantes a las anunciadas.
Tiempo en el que el Mesías retornará, ya no manso y humilde para mostrarnos el cómo llevar la fe y ofrecerse como cordero pascual para perdón y de nuestros pecados y salvación de nuestras vidas, eso ya lo hizo, sino para reinar con poder y gloria derrotando a los gobiernos impíos de todos los pueblos y naciones de la Tierra. Conste, yo no escribí nada de esto, ni tampoco estoy inventando nada. Como teólogo profesional me limito como periodista a compartir con mis lectores el verdadero mensaje de la Navidad, que no fue un 25 de diciembre, sino que lo importante y trascendente, es que aquel niño se hizo hombre. Y no sólo eso, que siendo quien es, además de darle la interpretación correcta al judaísmo (y por consecuencia al cristianismo) nos redimió, nos salvó, y abrió las puertas eternas del reino de los cielos a todo aquel que crea y se arrepienta ¿Verdad que la obra y mensaje del Mesías son muy distintas de como las entiende y vive la fe popular?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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