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Su naturaleza anarquista y depredadora no le dejará jamás. El arbusto espinoso siempre producirá espinas, así López Obrador, por más que pronuncie la palabra democracia jamás luchará por ella y mucho menos la protegerá (siendo como es un enemigo natural de ella).

     La semana que termina, en un acto propio de los Hitler, Mussolini, Castro, Kadafi y Hussein, el que cobra como ‘presidente’ pero que actúa como dictador— con descaro absoluto, AMLO declaró que enviará al Congreso una iniciativa para desaparecer los llamados órganos autónomos. Entiéndase: INAI, CRE, CNH, CoFeCe, CNDH, IFeTel, y otros más.

     El fondo de su intención es acabar con los equilibrios en el poder público, pues el tabasqueño no soporta que nadie lo fiscalice ni le obligue a rendir cuentas. No se es dictador en vano. No soportan que nadie les diga nada, ni les impida sus berrinches o acciones descabelladas. En sus mentes trastornadas y corazones malvados se creen con derecho de vidas y bienes (nacionales y de las personas).

      Pero como todo lo que hace este mentiroso incurable, pretende (estúpidamente) disfrazar sus intenciones, alegando razones que un niño puede echar abajo si se cuenta con la información. De hecho, se ha de señalar que sus argumentos no pueden ser más pueriles y absurdos. Con el cinismo que le caracteriza, declaró desde su púlpito castro-chavista que la desaparición es para “compensar a los trabajadores afectados por el saqueo neoliberal”.

     A su perorata pazguata e insoportable, le agregó más veneno envuelto en macro mentiras: “Necesitamos esos recursos para compensar a los trabajadores que fueron dañados por la reforma neoliberal de Zedillo, que… cuando se jubilan reciben la mitad de su sueldo, como ayudamos a todos los damnificados del saqueo neoliberal” (mañanera del 19/Ene/2024).

     La intención es buena. Lo malo y condenable es envolver su mentira y deseos, jugando con algo que no puede cumplir, que sólo es un pretexto para deshacerse de todo equilibrio, con todo aquello que limite su soberbia y poder absoluto. Y él lo sabe perfectamente, lo cual lo hace más culpable al agregar las tres agravantes a su infamia dictatorial. Sabe perfectamente que no hay recursos nacionales (no préstamos) para cubrir ese deseo.

      El tabasqueño sabe perfectamente que el dinero de los órganos autónomos que desea desaparecer no alcanza para cubrir el dinero faltante de las pensiones (como él argumenta falsamente para engañar a los trabajadores). Para darnos una idea de todo esto, el presupuesto total de dichos órganos para este año (2024) de $5,857 millones de pesos. Nada, prácticamente nada para el beneficio que representan a los mexicanos, y que, de desaparecer, dejaría a López y sus huestes corruptas sin freno alguno. Sin cuentas qué rendir y sin voces ni documentos que les exhiban públicamente

     Eso por un lado, por otro, esa cantidad no serviría gran cosa para cubrir la otra mitad de las pensiones que asegura López Obrador pagaría. Pero, ¿cómo podemos esperar que este hombre limitado de neuronas y sobrado de hormonas y chifladuras pueda hacer cuentas de semejante calado? Imposible…

     De hecho, él mismo exhibió su torpeza; su incompatibilidad con el mundo de los números, pues luego dijo —según él, para quedar bien con los trabajadores de dichos órganos autónomos— “que no serían despedidos, que serían acomodados en otras dependencias”. En verdad, se necesita estar mal de la cabeza o carecer de raciocinio para decir tantas tonterías.

      Su argumento inicial era, que, con el dinero de esos órganos, se iba a pagar la otra mitad de las pensiones. Sin embargo, y a la manera de la “chimontrufia”, al rato sale con que a los trabajadores no los van a despedir, sino a colocar en otras dependencias.

     La cuestión es que todo trabajador lo hace para que le paguen un salario. Y si los cambia a una dependencia pública van a continuar cobrando. Por tanto, la desaparición de los órganos autónomos no serviría económicamente para nada, puesto que la plantilla laboral se mantendría. En otro lado, pero pagándoles, con lo que la pretendida desaparición de los órganos autónomos queda claro que no serviría para nada, que sólo es un pretexto.

     ¡En fin, todo, absolutamente todo es una farsa! Un teatro absurdo en el que el tirano intenta maquillar sus intenciones corruptas para hacerse totalmente del poder, destruyendo y deshaciéndose de todo aquello que le estorba, viniendo a la memoria las palabras de Lord. Acton: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente” ¿Esa farsa opresora queremos los mexicanos para nosotros y nuestros hijos? ¡Jamás!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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