A las pocas semanas de arribar al poder presidencial se dijo desde este espacio que López Obrador no estaba bien, en sus cabales, que era un enfermo mental (para no decir “loco”). El tiempo ha mostrado a través de las acciones del tabasqueño que no era una apreciación falsa. Al contrario, poco a poco la enfermedad fue avanzando y tenemos en la presidencia de México a un hombre a todas luces desquiciado, cuya única visión y propósito en la vida es satisfacer su enorme e incontrolable ego, como también dañar y vengarse de todos aquellos que a su juicio le han hecho algo, pues como es todos sabido, EL SIEMPRE ES LA VÍCTIMA, pase lo que pase, la tragedia del tamaño que sea, EL ES LA VÍCTIMA.
A la manera de Nerón, este hombre rencoroso e iracundo ha utilizado el poder única y exclusivamente para darse gusto, para dar rienda suelta a sus fantasías de grandeza, por eso la cancelación del NAIM y remodelar uno militar (Santa Lucía), la construcción del Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el Tren del Itsmo. Obras todas sin estudios previos, ni protegiendo en absoluto el medio ambiente. Nada. Solo los delirios del dictador enfermo queriendo pasar a la historia. Que ya lo hizo, pero no como en sus locuras cree.
La cuestión es que en la medida que el reloj de arena sexenal va quedando vacío en la parte superior, el demente de Palacio se ha ido turbando. Día con día el hombre se muestra más iracundo e irrefrenable en sus delirios, pues, aunque está enfermo, no está tonto y sabe perfectamente que solo le quedan cuatro meses de poder. Poder en el que se ha embriagado hasta el éxtasis.
No podía ser de otro modo. Un alma indigente como la suya, alérgica al orden, trabajo, ciencia, estudio, legalidad, arte y demás activos de una sociedad sana; impuesto justo a lo contrario, al desmadre, a las manifestaciones, los gritos, los destrozos, a salirse con la suya, a la toma de pozos petroleros y tratar de incendiarlos, en una palabra, a destruir, pero jamás construir; tomar las riendas de la Presidencia era un contrasentido en el perfecto sentido de la palabra.
De manera que una sociedad que ha ido tomando conciencia de la realidad nacional ha decidido salir a la calle a manifestarse, a decirle a López Obrador y su pseudo partido (que en realidad es una especie de secta perniciosa o agrupamiento de desadaptados y maleantes) que están hartos de sus locuras y desatención a las necesidades fundamentales, por lo que han decidido salir este domingo a decirle al autócrata zafado ¡YA BASTA!
Pero como casi todo perturbado mental el tabasqueño no escucha ni ve la realidad. El sólo se escucha a sí mismo, siempre tiene otros datos, una realidad alterna que su mente trastornada se imagina, por lo que en lugar de atender a los mexicanos que le reclaman su absoluta desatención en seguridad, salud, medicinas, educación, ausencia de obra pública, extorsiones, asesinatos y un larguísimo y doloroso etcétera, él se victimiza. Sus imaginarios enemigos le acusan y persiguen, cuando lo que le persigue desde el 1º de diciembre de 2018, es su atrevimiento a contender por una responsabilidad para la que no contaba con el mínimo del perfil e inteligencia requeridos. No es lo mismo gritar sandeces y ofensas desde las manifestaciones, que pensar y resolver los grandes y gravísimos problemas nacionales (acumulados en ya casi seis años de desgobierno; de total desatención).
Y como a su alrededor y por lo que se aprecia, no hay una sola persona decente y con sensibilidad que le diga la verdad, el demencial titular del poder ejecutivo arremete contra todos los que en su imaginación considera sus enemigos, pisoteando de paso la libertad de expresión y los derechos y garantías constitucionales de los mexicanos que a diario ataca y ofende. Pero eso sí, “con todo respeto” ¿Así, o más chiflado?
Considerando, pues, lo que se ha dicho y tomando en cuenta que a pesar de sus muchas y millonarias encuestas (pagadas con nuestros impuestos) que aseguran que Claudia Sheinbaum ya ganó, que la elección es un mero trámite. La realidad, la verdadera realidad lo tiene enloquecido. López Obrador sabe perfectamente que la candidata Xóchitl Gálvez va a ganar la presidencia de México y eso lo mantiene furioso todos los días.
Y si a este incomodísimo tema para este individuo insano de la mente le agregamos que el próximo domingo 19 los mexicanos libres, es decir, más del 80 por ciento de los ciudadanos: un buen número va salir a las calles y plazas del país a decirle al inquilino de Palacio que respete la Constitución, las elecciones y la democracia, el hombre ya está fuera de sí. Para bendición de México y los mexicanos tenemos una «camisa de fuerza» a su medida. Camisa que se llama Constitución, democracia y estado de derecho.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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