Opinión
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Hemos llegado a tal punto de cinismo y maldad en el poder público, que cuesta trabajo creer lo que está sucediendo. El presente gobierno se ha caracterizado por su actitud destructora, antirepublicana, violenta, verbal y físicamente, enemigo abierto de la libertad de expresión, de la ciencia, el estado de derecho, derechos humanos, y todo aquello que constituye y concede forma a un país democrático e institucional.

     La embestida de López Obrador y sus huestes de choque contra el poder judicial carece de precedente histórico. En su ambición dictatorial ha sido capaz de cometer y pronunciar los peores delitos y deslices; aunque casi siempre saliéndose con la suya, siempre negando la realidad e inventando una alterna que solo existe en su mente perturbada; todo para continuar engañando a sus seguidores fanatizados y justificar por medio de una prensa a modo y carente de crítica, sus deleznables y cotidianas acciones.

     Es del dominio público que entre las más recientes se encuentra su ataque feroz contra el poder judicial, al que desea desaparecer como tal, para convertirlo en una oficina maquillada (al estilo escenario cinematográfico), en la que se diga y parezca que se “imparte justicia”, pero que sería solo un costoso cascarón de utilería.

     Una mega estructura política al servicio de la dictadura en la que en apariencia se impartiría justicia, pero que en la realidad sería todo lo contrario. Una dependencia para ejecutar purgas estalinianas contra todo crítico o enemigo del régimen, así como contra todo aquel que osara levantar la voz en contra de los populistas en el poder, quedando a merced de un régimen perverso e ilegítimo: vidas, bienes y reputación de todos. ¿Habrá algo más maquiavélico que inventar un aparato de supuesta justicia para controlar a toda la población? Ni la URSS lo hizo en Siberia y los Gulag (campos de concentración) con tanto descaro y mentira y a la vista de todos como lo está intentando el tabasqueño.

     En esa condenable acción, propia de tiranías, el inquilino de Palacio Nacional por sí (aunque tratando de guardar apariencias) y por terceros, han atacado con ferocidad nunca vista a la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ministra Norma Lucía Piña Hernández al grado de pedir sin recato (y sin derecho ni razón algunos) su renuncia a la titularidad de la SCJN.

     Se requiere ser un verdadero enemigo de la vida republicana, del estado de derecho e ignorante total de la Constitución y el orden legal para pedir semejante cosa ¿Tiene cara alguna la ministra patito, Yazmin Esquivel, para pedir públicamente la renuncia de la titular de la Suprema Corte? En estricto derecho ella ni siquiera es abogada, ya que al ser descubierta que no realizó la tesis con la que se graduó, sino que la plagió, no ha cumplido con los requisitos de ley. Por consecuencia no es abogada. Punto. Lo cual le impide estar en el sitio de honor y responsabilidad en el que se encuentra. Si tuviera un poco de vergüenza (decencia es mucho pedir) ya hubiera renunciado, con la devolución obviamente de todos los sueldos y prestaciones recibidos durante el tiempo que ha usurpado ese puesto de gran honra.

     Y por si no fuera suficiente, Yazmín Esquivel, plagió también su tesis de posgrado, es decir, es reincidente, y aunque legalmente no es abogada, debe saber que la reincidencia en toda conducta delictiva descubre una personalidad propensa a cometer ilícitos, a vivir fuera de la ley, a tener en poco el estado de derecho, actitud que conduce a pensar en la llamada «LEY DE GRUPO», ya que si al que cobra como presidente no le gusta en absoluto que le salgan con esa “de que la ley es la ley” pues a ella tampoco. Entre pares o semejantes se entienden.

     El perfil e historial de muchos de los integrantes del grupo de López Obrador (no se puede llamar gabinete) la inmensa mayoría se identifica con esta visión deforme y desdeñosa del estado de derecho. Que más que aplicar la ley, es utilizada a modo e interés del grupo, ya sea para obtener algo, o perseguir a los enemigos o los que incomodan su proyecto.

     Proyecto en el que no cabe la división de poderes, la república y la democracia. Lo suyo, lo suyo, es la dictadura populista al estilo Venezuela, Nicaragua y Cuba, países, mejor dicho, feudos en los que los señores feudales todo lo maquillan para aparentar lo que no son, sumiendo gradualmente a sus sufridos pueblos en la pobreza como es el caso criminal y patético de Cuba— hasta llegar a la miseria total y el oprobio.

      Engañar a la masa ignorante y desinteresada en lo que hace el gobierno, diciéndole que van a votar por los jueces para que haya justicia, es tanto como convocar a elecciones para que entre los pasajeros de un avión elijan al pilotolos enfermos en el IMSS al cirujano del corazón (entre los camilleros o médicos generales, que sepan el 10% pero que sean fieles a la 4-T al 90%), y los vecinos de la zona para construir sus casas escojan al más popular. ¡No importa que desconozca de cimentación, mecánica de suelos, resistencia de materiales, líneas eléctricas e hidráulicas! Nomas que se vea de la 4-T y que no parezca corrupto, y a votar por ellos.

     Pretender como bucaneros asaltar el poder judicial para apoderarse de él, exhibe la ruindad del que cobra como presidente y los suyos. Ya que, si se trata de que renuncien por incapacidad y corrupción, será mejor entonces que renuncien López Obrador y Yazmín Esquivel. ¿O qué cree usted, ciudadano enterado de lo que sucede en México?

 

                     MARIO DELGADO Y ARIADNA MONTIEL

 

     Los nombramientos anunciados por Claudia Sheinbaum esta semana, todos, sin excepción, carecen de méritos para los cargos. Aunque en el caso de Mario Delgado y Ariadna Montiel, más que méritos, lo que parece en realidad es búsqueda de impunidad. El primero, con graves acusaciones en México y Estados Unidos por el contrabando de hidrocarburos, y la segunda, de averiguaciones y carpetas derivadas de no pocos desvíos de recursos durante muchos años. ¿Nadie en el gobierno ha leído los dos libros de Elena Chávez? El tabasqueño siempre pide pruebas, y en los libros de Chávez hay un extenso relato de ilícitos que sólo requieren de ser investigados ¿O para eso quieren los jueces votados por ellos, para que no investiguen a nadie de los suyos?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

mahergo1950@gmail.com

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