Al que cobra como presidente, pero que nunca ha cumplido los deberes para tenerle como tal, le gustaría que todos los medios habláramos de otra cosa. Que nos ocupáramos de su esquirol “Alito”, de ese hombre traidor al que logró imponer a su antecesor Peña Nieto, para que el PRI no fuera un peligro ni freno para sus planes perversos. O que habláramos de cualquier tema, pero no de su persona y gobierno. Sobre todo, para señalar sus yerros.
El tabasqueño jamás aceptará que su sexenio ha sido un fracaso rotundo. El peor sexenio de nuestra historia. Tiempo perdido a un altísimo costo en el que un psicópata detentara ilegítimamente la presidencia. No que no haya ganado las elecciones. Eso nadie lo niega. Lo que es imposible aceptar es que a este enfermo mental se le haya permitido ocupar semejante responsabilidad.
Ser presidente de la República no es un asunto de simpatías, ni de millones de votos. No, de ninguna manera. Ser presidente requiere y obliga de una mente brillante, una inteligencia por encima del común denominador, de un carácter templado y conciliador. A este perfil se habrá de agregar la capacidad y actitud (permanente) de resolver los problemas nacionales.
Queda claro que no podrá resolverlos todos. Es imposible. Lo que sí es posible y parte de sus deberes, es cuidar a los mexicanos en todos los órdenes. López Obrador aceptó el cargo de presidente y prometió que en seis meses resolvería el problema de la violencia y la inseguridad.
Le faltan dos meses y medio para concluir su mandato y nunca ha cumplido, ni con éste, nI con ninguno de sus deberes. México se ha convertido en un país dominado por bandas de asesinos y delincuentes de todo tipo y tamaño, con o sin organizar. La sangre derramada mantiene de luto a más de 240 mil familias en el país, cuestión que no molesta en absoluto al inquilino de Palacio, cuando debiera ser su principal tarea.
En su delirio le ofreció a la fauna criminal «abrazos, y no balazos». Asesinos, narcotraficantes, secuestradores, asaltantes y delincuentes de todo tipo y tamaño le tomaron la palabra, controlando amplias zonas y territorios del país, sumiendo de inmediato a la población pacífica (que somos la inmensa mayoría de los mexicanos) en un estado de temor y estrés permanente.
Las masacres son cotidianas y cada vez más violentas, sin temor, ni límites, pues las bandas saben que el gobierno no se mete con ellos. Los deja delinquir, asesinar y saquear a sus anchas. Los habitantes de zonas de Estados como Sinaloa, Sonora, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Tamaulipas, Zacatecas, Guanajuato, Colima, Veracruz y otros más, tienen tiempo o años ya de padecer esa situación opresora cada vez más insoportable, pues como sentencian las Sagradas Escrituras “¿Quién podrá soportar el ánimo angustiado?”
En estos días algunos medios, no todos (los hay muy protectores del gobierno) han hecho públicas diversas masacres en distintas partes del país sin que a López Obrador le merezcan siquiera unas palabras de consuelo, de hacer saber que detendrá a los culpables. El permanece sin inmutarse, con su sonrisa socarrona, ajeno a todas las tragedias y problemas del pueblo que asegura todos los días gobernar.
¿Cómo podría hacerlo, si les prometió a sus amigos abrazos y no balazos? A su lado tiene a una mujer que supuestamente es la encargada de la seguridad nacional. Una mujer con más presencia de promotora de servicios funerarios, que de lo que el gobierno asegura que ella es. Los asesinatos a lo largo del sexenio han ocurrido en promedio de 94 por día. Cantidad que, en cualquier gobierno integrado por personas conscientes y sensatas, desde el primer mes les habría movido a intervenir, a planear la reversión de las cosas. Someter a los criminales e incluso remover al presidente.
Nada de esto ha sucedido. Solo impunidad. Esta semana la representante de la Cámara Pesquera y Acuícola de Ensenada B.C., (Minerva Pérez Castro) hizo algunas declaraciones (normales para una representante empresarial) reiterando que en su gremio estaban siendo extorsionados con el llamado “cobro de piso”, que no es otra cosa que el IMPUESTO CRIMINAL ¿Y el presidente, y el Ejército, y la Guardia Nacional, y las autoridades estatales y municipales? ¿Dónde está el gobierno que defiende o debe defender a los ciudadanos?
El hartazgo de millones de ciudadanos ha llegado al límite. Los actuales gobiernos actúan y se comportan como si le estuvieran haciendo al pueblo mexicano el favor de ser sus gobernantes, desobligándose DEL TODO DE SUS MUCHOS DEBERES Y RESPONSABILIDADES. Nadie les eligió para señoritas(os) simpatía o popularidad. Se le confió el voto para que gobernaran, lo cual incluye hacer valer la ley, evitar la formación y presencia de bandas criminales, la comisión de delitos y un largo etcétera de funciones, que no están cumpliendo.
Por eso se les dice funcionarios. Porque tienen muchas funciones que cumplir, Pero que no lo están haciendo, sobre todo la principal, cuidar la vida e integridad de sus gobernados, así como sus bienes y patrimonio.
El jueves el periodista Ciro Gómez Leyva presentó en su noticiero televisivo el caso de una mujer en Zacatecas, una madre desecha por la tragedia, a quien hace más de ocho meses le desaparecieron a su hijo (un joven de 21 años). La angustiada mujer hizo la denuncia e incluso se hizo la prueba de ADN y la entregó al SEMEFO desde ese tiempo para saber si a su muchacho lo habían matado los criminales, ya que como se sabe, si los jóvenes se niegan a ser parte de sus bandas, de inmediato los asesinan y entierran clandestinamente.
La cuestión es que esta semana, después de ocho meses de dolor, el mismo SEMEFO al que entregara su prueba de ADN, le hizo saber que su hijo estaba allí desde entonces. Destruida y lastimada por la indolente burocracia, acudió al Congreso de Zacatecas donde con dolor y valentía poco usuales, denunció estos hechos, confrontando con sus palabras, no sólo a las autoridades de Zacateas, sino a las de todo el país, incluyendo a López Obrador, su inútil gabinete de seguridad, así como a casi todos los estatales y municipales. Hoy más que nunca las palabras del ya fallecido Alejandro Martí en Palacio Nacional (21/Ago/2008) cobran vigencia y se aplican a los actuales gobernantes; —“Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden renuncien, pero no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un suelo por no hacer nada, que eso también es corrupción…”. Estas palabras se las dijo en su cara al entonces presidente Felipe Calderón, y si eran confrontadoras y ciertas, ¿No son acaso más certeras y precisas para los actuales?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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