El descaro, deshonor e irresponsabilidad, al que ha llegado el gobierno de López Obrador no tiene antecedentes, como tampoco perdón, ni justificación. Seis años de desatención y abandono de sus principales obligaciones, en particular la seguridad de los mexicanos, han cerrado a tambor batiente con la declaración reciente del general Jesús Leana Ojeda (comandante de la 3ª Región Militar en Sinaloa) a quien se le preguntó: “que, cuándo se podría restablecer la paz y la tranquilidad en Culiacán (y todo Sinaloa)”.
Rodeado de periodistas, el militar de más alto rango en la zona y encargado de la seguridad de los mexicanos en esa parte del país, el uniformado respondió algo jamás visto en nuestra historia ―tan inesperado como condenable―: “No depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer su confrontación entre ellos, y que estén dejando a la población en paz, para que vivan con tranquilidad” (Mural, 17/Sep/2024).
Increíble, absurda, cínica y constitucionalmente inadmisible semejante respuesta ¿De ese tamaño es la ignorancia o el compromiso con las bandas delincuenciales? Porque, no es posible que un mílite de tan alto rango desconozca cuáles son sus obligaciones para con los mexicanos. El cuerpo al que pertenece se llama Secretaría de la DEFENSA NACIONAL ¿A quién debe defender: a los mexicanos o a los delincuentes? Su respuesta no dejó dudas. ¡A LOS MEXICANOS NO!
Tal respuesta, más que de un militar de alto rango, parece ser la de un lacayo del autócrata de Palacio, de un mozo que obedece ciegamente lo que se le ordena sin detenerse a pensar siquiera si lo que está haciendo y diciendo es lícito o no. ¿No conocen la Constitución los militares? ¿No saben de honor, deberes y protección para los mexicanos?
La ciudad de Culiacán sumida en el terror impuesto por las bandas criminales que controlan esa ciudad y ese estado (y tal parece que también al gobierno federal); bañada en sangre (55 personas asesinadas; de las que se conoce); CARAVANAS DE ASESINOS CIRCULANDO IMPUNEMENTE en una ciudad fantasma; las familias encerradas en sus casas por dos semanas; la actividad comercial totalmente parada (los negocios cerrados); sin alimentos; bloqueos de calles y avenidas; robo e incendio de autos, camiones de carga y autobuses; decenas de desaparecidos; al igual que terror de que se lleven a la leva criminal a sus jóvenes, Y EL GOBIERNO DE LÓPEZ OBRADOR NEGANDO LA REALIDAD. Mintiendo descaradamente y pretender con saliva desaparecer el cuadro de terrorismo que sufren los mexicanos en esa zona del país.
¿Para qué contendieron en las elecciones del año 2018 si carecían de la capacidad para gobernar? Hacerse del poder mediante las reglas de la democracia, para llevar al país a una dictadura populista, es desde todos los ángulos una acción deleznable, ilícita y reprobable. Un desatino y desviación que urgen ser enmendados.
¿Para qué o por qué pagar impuestos a un gobierno que no es capaz siquiera de proporcionar seguridad a los gobernados? La respuesta del referido general trae implícita la renuncia del gobierno de López Obrador a sus deberes de seguridad para con los ciudadanos. Ante, todo esto, la remoción del tabasqueño debe ser inminente: 200 mil asesinados y otros 50 mil asesinados más (desaparecidos, enterrados en fosas clandestinas, desmembrados o deshechos en ácidos), zonas y Estados enteros del país controlados por las bandas que mantienen aterrorizada a la población (con gobiernos impuestos por ellos, de simple utilería), millones de ciudadanos convertidos en esclavos de esas bandas (mediante el impuesto criminal o “cobro de piso”, que de no pagarse son asesinados de inmediato), como también de fijar el precio de los alimentos (aguacate, limón, huevo, tortilla, etcétera), son pruebas que la lengua mentirosa del presidente no puede desaparecer, de su incapacidad para gobernar. Aún cuando le falten unos días para irse, lo cierto, es que antes debe ser removido de la presidencia y enjuiciado por sus muchos delitos. Eso es lo correcto, lo que el estado de derecho marca.
En un panorama nacional tan adverso y tomando en consideración lo ya narrado, los mexicanos debemos apoyar y defender al único poder que nos puede retornar al orden constitucional y el estado de derecho. Es decir, EL PODER JUDICIAL
Queda claro que la referida reforma aprobada en el Senado el martes 10 del mes en curso, además de los incontables vicios y delitos cometidos para lograr su aprobación, adolece de fundamentos constitucionales para su validez. Un poder de la federación carece de facultades para desaparecer a otro. Eso, por un lado, por otro, quedar todos los poderes en manos de una sola persona (llámese López Obrador o Claudia Sheinbaum) se llama dictadura. Sí, DICTADURA.
Volviendo al tema central de esta semana, la violencia y terror al que están sometidos involuntariamente los habitantes de Culiacán y otras poblaciones de Sinaloa, es el mismo que padecen en regiones enteras de Zacatecas, Michoacán, Chiapas, Colima, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua, Guanajuato y otras. Los abrazos del gobierno de AMLO a los delincuentes sólo los ensoberbecieron, la impunidad recibida les creció, desafiando al gobierno mismo y sumiendo a los mexicanos en un estado de ansiedad permanente y terrores sin fin, carente de futuro y sin fecha a la vista de caducidad.
De manera que el DESFILE MILITAR DEL 16 DE SEPTIEMBRE pasado en la ciudad de México, en el que se hizo gala de armamento, naves de combate, aviones, cañones y demás instrumentos de guerra sofisticados (de primer mundo) solo corroboraron lo que se pensaba. Que sólo sirven —como las actuales Fuerzas Armadas— para desfilar. ¡Nada más!
Sí, porque un ejército que sirviera para DEFENDER A MÉXICO Y A LOS MEXICANOS utilizaría todo ese potencial para aniquilar a la plaga delincuencial que azota y aterroriza a los ciudadanos. Los servicios de inteligencia suplirían a la fuerza bruta y en operaciones casi quirúrgicas desmantelarían o reducirían en poco tiempo la belicosidad de las bandas. Utilizarían los helicópteros modernos para localizar y acabar con los asesinos en sus propias madrigueras (para no exponer a la población civil), y, cuando no hubiera otra que enfrentarlos directamente, podrían hacerlo pues para eso se supone se preparan en la Heroica Escuela Militar. Ya que eso de que ―“No depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer su confrontación entre ellos…” debe considerarse como una grave ofensa a los mexicanos y causa de ser revisada su actitud por los tribunales en esa materia.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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