SIN GOBIERNOS, EXCEPTO PARA LOS IMPUESTOS
Ni México (en lo federal), ni Jalisco, ni Guadalajara tienen gobierno, excepto para cobrar impuestos. Solo para esto son prontos e implacables, pero para cumplir con sus deberes son lentos, laxos, omisos y permisivos, ya que en cuanto a detener a la delincuencia (organizada y sin organizar) y parar los ríos de sangre que han corrido, son verdaderamente inútiles.
El nuevo gobierno federal, como todos los anteriores, cree que con solo declarar que están haciendo o van hacer, las cosas cambiarán, mientras que los hechos los desmienten, refriegan en su rostro una realidad que los exhibe como falsos e incapaces. Los múltiples asesinatos cometidos en diciembre, secuestros, extorsiones, asaltos, robos y demás expresiones del clima de violencia e inseguridad que tienen hartos a los mexicanos, parecen no ser vistos por el gobierno de AMLO, quien se limita a madrugar y declarar con optimismo (mejor durmiera un poco más y se levantara a poner orden en verdad).
La Cámara de Autotransporte está renegando en su impotencia y agravio, pues además de ser objeto a diario de los asaltos con millonarias pérdidas, de que muchos de sus choferes han sido asesinados, por esta misma razón ya pocos quieren ser choferes y las vacantes no las pueden suplir ¿Y el gobierno?
El asalto y descarrilamiento de trenes para ser saqueados parecen imágenes del oeste salvaje y no de un país que cuenta con verdaderas legiones de cuerpos de seguridad y poder judicial (federal y estatales), cuerpos e instituciones que además de costar sumas multimillonarias, semejan ser de mera utilería, de ofensivos ornamentos.
La violencia cotidiana padecida en Guerrero, Tamaulipas, Jalisco, Veracruz, Colima, Michoacán, Oaxaca, Estado de México y otros, es urgencia que los gobiernos no se atreven ni a reconocer ni a enfrentar.
El robo de combustibles es otro más de los rostros de este monstruo que como la hidra de Lerna multiplica sus nocivas cabezas. Como ya se dijo, la inutilidad de jueces federales y estatales para consignar y condenar a los pocos delincuentes que se les entregan —poniendo de pretexto esa nueva ley penal que no sirve para nada—, han olvidado estos juzgadores de manera absoluta el agravio y daño causado a las víctimas (lo que es y será siempre causa suficiente para iniciar el proceso), deber prioritario en su tarea de impartir justicia.
En cuanto a Jalisco los asesinatos en diciembre suman por docenas, tan solo en el día de Navidad 17 personas fueron asesinadas, y el viernes pasado los medios publicaron que en el día anterior fueron 12, lo peor del caso es que el gobernador Enrique Alfaro guarda silencio. Habrá que recordarle que cuando era candidato a presidente municipal de Guadalajara prometió atacar la criminalidad en el municipio, lo cual lejos de suceder se incrementó, Basta recordar la camioneta repleta de cadáveres abandonada en la colonia Morelos.
Pero, cómo detener semejante pesadilla de sangre y violencia, si la Procuraduría (Fiscalía) para decirlo de manera breve, es un ornamento caro e inútil, espacio exclusivo de grandes negocios para pocos y exclusivos despachos de abogados, ya que la inmensa mayoría de ciudadanos y litigantes se topa con un muro de indiferencia, corrupción e indolencia que han provocado esta añeja y nociva impunidad que se padece. Conozco el caso de un familiar que fue robado por el socio, el contador y con la complicidad de algunos trabajadores; el capital de toda una vida pasó a manos de estos ladrones y la Procuraduría, que antaño hubiese tardado un par de semanas para detener, resolver y consignar a los delincuentes, actualmente tiene 2 años y 6 meses sin concederle la justicia peticionada, cediendo en cambio a cuanta argucia dilatoria presentan los conocidos abogados de la Fiscalía, mientras que para la víctima solo hay excusas, largas y pretextos, pero no la justicia pronta y expedita que promete la Constitución.
En cuanto a Guadalajara las cosas lejos de mejorar empeoran y gobierno tras gobierno se sucede cuidando únicamente su imagen política, desatendiendo sus tareas, que, entre otras, la seguridad es la principal. Tan solo por señalar algunos puntos. La señora asesinada en el Mercado de Abastos apareció en los medios como un ‘ajuste de cuentas’, cuando lo cierto es que era una empresaria restaurantera de la Col. Chapalita, que según se dice entre los colonos de dicha colonia, estaba siendo extorsionada por delincuentes (cobro de piso) y que al negarse a pagar una suma exhorbitante a quienes la tenían cautiva en sus amenazas, es asesinada. Lo peor es que fue convertida en doble víctima por gobierno y medios al no decir lo que sucedía, haciéndole pasar por delincuente cuando se trataba de una víctima más de los criminales (para que no se viera la omisión e inutilidad del gobierno municipal).
De una agencia de autos un comando armado se llevó casi una veintena de vehículos con un valor millonario y al día siguiente todo fue silencio, hechos antaño jamás vistos en estas tierras. En lo personal el domingo 16 de diciembre robaron mi casa por 7ma. ocasión y los ciudadanos sabemos que los ladrones continúan imparables por toda la ciudad sin que autoridad alguna haga algo por detener tanto saqueo. Al contrario, su celo lo muestran de la manera más estúpida posible, infraccionando a los ciudadanos en sus propios domicilios por estar estacionados en sus propias cocheras (multas de $3,800.00 pesos ―a todas luces inconstitucionales―). No tapando la banqueta, sino el espacio de la rampa; en lugar de obligar a las empresas y negocios vecinos para que construyan estacionamientos para sus clientes y los ciudadanos puedan estacionarse en su propia cuadra (pues lejos de su casa sus autos son desmantelados y no hay policía alguno que detenga esa otra plaga delictiva).
Claro, es más fácil vaciar los bolsillos de los ciudadanos pacíficos y ordenados (todavía más) de manera aparentemente ‘legal’, que poner un alto a la fauna delincuencial.
En verdad, aunque no se quisiera decir, actúan como sátrapas y no como gobiernos democráticos. El pueblo mexicano, no como lo entiende López Obrador, sino como la totalidad de los mexicanos, pobres, clase media y ricos, simpatizantes o no de los partidos políticos, estamos hartos de tanta criminalidad, de tanta violencia, de tanta incapacidad de sus gobiernos, a los que ya no se les pide, sino se les reclama que cumplan con sus deberes, pues se paga impuestos para recibir a cambio seguridad, justicia, y demás deberes y responsabilidades. Punto.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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