EL REY DE LA IMPUNIDAD
Como se dijo la semana anterior, el cinismo del presidente López Obrador carece de límites y antecedentes, mueve incluso a cuestionarse sobre su salud mental. Su discurso pronunciado el día primero con motivo de haber concluido su segundo año en la presidencia es para dejar asombrado a cualquiera. La lista de mentiras y fantasías de supuestos logros de su mal gobierno es para dejar con la boca abierta al más flemático.
Y al ser la lista de falacias enorme y de gravedad, se señalan a manera de reflexión algunas, toda vez que sus declaraciones triunfalistas no concuerdan con la terrible realidad: la pandemia (que hasta el momento de escribir este artículo los muertos ya sumaban 108,173 y los infectados 1’144,643, claro, los que contabiliza el gobierno pues se considera que la cifra es cuando menos al doble); los niños y adultos enfermos de cáncer muertos o agravados por falta de medicamentos y atención médica; la economía en franca debacle; y por supuesto; la delincuencia de todo tipo y tamaño que además de estar desbordada y engreída, mantiene aterrorizada a la inmensa mayoría de los mexicanos, debido a la IMPUNIDAD ABSOLUTA de que goza esta fauna. Una fauna asesina, cruel, perversa y carente de todo sentimiento humano. Desgracias que no concuerdan con las descaradas mentiras dichas por el inquilino de Palacio Nacional.
Así que, escuchar al presidente López Obrador decir en su falaz y triunfalista discurso, que —“ahora se respeta la constitución, hay legalidad y democracia, se garantizan la libertades y el derecho a disentir, hay transparencia plena y derecho a la información, no se censura a nadie, no se violan los derechos humanos, no se reprime al pueblo, no se organizan fraudes electorales desde el poder federal, el gobierno ya no representa a una minoría si no a todos los mexicanos, se gobierna con austeridad…— para luego rematar su retórica falaz con una frase a toda luces inaceptable: “…se gobierna también con autoridad moral, no se tolera la corrupción ni se permite la impunidad”, no solo irrita, sino que indigna al ciudadano enterado del acontecer nacional.
De hecho, y al carecer de frenos y equilibrios, cual energúmeno subió de tono a su afirmación y a las 17:23 se atrevió a decir: “En mi gobierno, la autoridad no se asocia con la delincuencia, no hay impunidad para nadie, y aunque todavía falta mucho para pacificar al país, sostenemos con hechos que se revirtió la tendencia a la alza en la mayoría de los delitos que se cometían”.
Resulta imposible en verdad aceptar semejantes afirmaciones siendo como es la cara contraria de la realidad. Una realidad sangrienta que enluta y aflige a decenas de millones de mexicanos sin que el tabasqueño no haga otra cosa que conceder total impunidad a los criminales y lucirse en las mañanas ante los paleros que le siguen declarando mentiras para engañar a los ilusos y mal informados.
Con más de 65 mil asesinados en estos dos años, el 99 por ciento de estos impunes; con miles de desaparecidos; con 1887 secuestros en 2019; decenas o cientos de miles de negocios y personas sometidos a extorsión (que no es otra cosa que un impuesto del hampa tolerado por el gobierno, lo que hace que la carga tributaria haga imposible la vida de los ciudadanos); con las vías de trenes bloqueadas por vándalos terroristas que se hacen llamar ‘maestros’ (aunque sean simples maistros, vándalos enemigos del orden y progreso del país); asaltos a Bancos, cuentahabientes, negocios y transeúntes; robos a casetas de autopista, camiones de carga, negocios, casas habitación, cibernéticos, etcétera; así como 750,000 desplazados anualmente a causa de la violencia y el crimen organizado (según datos del INEGI); su aseveración de que “se revirtió la tendencia a la alza en la mayoría de los delitos que se cometían”, le exhibe como simple mentiroso. Que su moralidad no tiene nada que ver con la Cartilla que promueve (escrita por Don Alfonso Reyes), al contrario, le acusa.
Digámoslo clara y abiertamente, la IMPUNIDAD CONCECIDA POR EL GOBIERNO DE LÓPEZ OBRADOR A LA DELINCUENCIA es la causa de tantas muertes y violencia en el país. El lo sabe perfectamente y si deja que así corran las cosas es una de dos: o el valor que tanto presume no lo tiene (para aplicar la ley e imponer el estado de derecho), o tiene lazos con la delincuencia (como lo hizo Maduro en Venezuela y las FARC en Colombia en décadas pasadas) y lo que se pretende es empobrecer el país destruyendo los medios de producción, es decir, el sustento y vida digna de los mexicanos con el propósito de establecer una vulgar dictadura populista de la más baja estofa.
Queda claro que no le interesan los pobres ni mejorar la vida de los que menos tienen. La reciente desgracia ocurrida en Tabasco y Chiapas le tumbó la máscara. El actor principal de esta comedia bufa demostró ser un simple Narciso encarnado en Tabasco, un ególatra enfermo de poder que a la manera de los adictos requiere todas las mañanas y a todas horas de ser visto, reconocido y aplaudido. Los demás, es decir, 130 millones de mexicanos no le importan, si acaso unos cuantos para incluirles en sus tediosos y falaces discursos (sus acólitos y fanáticos seguidores). ¡No más!, dos años de impunidad para la fauna criminal, destrucción, y palabras vacías, son el sello de este depredador político.
Para desgracia de México la Prensa, y la sociedad no se diga, han sido benévolos con él —sin mirar hacia el futuro cercano—, permitiendo que como mandatario no solo sea una nulidad y un desastre, sino que utilice los dineros públicos para comprar voluntades y silenciar conciencias, en lugar de atender las urgentes necesidades sociales (como salud, educación, ciencia, carreteras, etcétera). El silencio cuando se debe hablar es dañino y trae siempre consecuencias.
Esto son a final de cuentas la mayor parte de las ‘ayudas’ a los ninis parásitos y demás programas repartidores de dineros públicos (compra de voluntades y silencio de conciencias) ¿Qué caso tienen entonces las pensiones del IMSS, las AFORES y demás? Queda en evidencia que millones de mexicanos no están utilizando las neuronas para lo que Dios nos las concedió, ya que no consideran en absoluto que dichas ‘ayudas’ vienen de los impuestos de los negocios, es decir, de los que trabajan (patrones y empleados). Ni siquiera piensan que ese dinero y de seguir las cosas como las lleva este presidente parlanchín y falaz, pronto no les llegará, se acabará. La idea estúpida de la maquinita para hacer billetes con Echeverría quedó desmentida. Las devaluaciones mostraron que dinero sin producción y riqueza que lo avalen son meros bilimbiques.
Así que habrá que cuidar también que López Obrador (y el Congreso) se mantengan lejos del Banco de México, que su independencia y autonomía sean cuidados así por el bien de todos. Que, Prensa y sociedad toda, exigamos al presidente que pare este mar de sangre o que renuncie. Que haga valer la ley a manera de ya, que se deje de andar en campaña (que parece que es lo único que sabe hacer) y someta a la enorme fauna criminal al imperio de la ley, ya que hasta hoy y teniendo en cuenta que hay un 99% de impunidad para los delincuentes, a Andrés Manuel López Obrador se le puede considerar el rey de la impunidad.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!