¿PEMEX Y CFE DEL PUEBLO?
Hay cosas y situaciones en la vida de un pueblo o una nación que no pueden continuar siendo toleradas. El caso de PEMEX y CFE son ejemplo preciso de lo anterior. Modelo de ineficiencia y corrupción por décadas, una y otra se han convertido en una casta política judicialmente intocable y barril sin fondo en lo económico.
Divorciados del pueblo, funcionarios y trabajadores de una y otra procuran únicamente su bienestar personal y gremial, aunque en el discurso “el patrón” sea el pueblo. Un pueblo que solo recibe de ellos ineficiencia, malos tratos y productos carísimos. En el sexenio de Felipe calderón la gasolina no paró de subir de precio y en el de Peña Nieto igual. La luz no se diga, apenas entró el actual gobierno y los recibos comenzaron a llegar al doble. Para, qué, ¿para que lograda la reforma energética lo vuelvan a su precio original y se adornen políticamente? Eso se llama engaño, falta de ética, y si el Presidente no lo sabe (y lo cierto es que es un hombre bueno y comprometido con el pueblo), algunos en su equipo se están pasando de listos, si no es que haciendo trafiques.
En mi libro EL HOMBRE QUE NUNCA DEBIO SER PRESIDENTE (2007) ya señalaba que la deuda de Pemex creció de 15 mil millones de dólares (2001) a 90,000 millones de dólares en 2006 (pág. 134). Para desgracia de los supuestos dueños del petróleo (y la electricidad), el gobierno en Fox como el de Felipe Calderón siguieron pidiendo prestado, creciendo la deuda pública a casi el 500% de lo que Ernesto Zedillo la dejó (que ya era mucho decir), desoyendo a sus patrones y escuchando a sus cuates ¿o cómplices?¿o las dos cosas?. En pocas palabras: el reino de la irresponsabilidad, el derroche y el desorden administrativo. Gobiernos de utilería dedicados al saqueo de los recursos y bienes nacionales.
Es obvio que la casta de directivos y funcionarios de ambas paraestatales voltea si acaso al gobierno en turno, en tanto que los trabajadores hacia sus sindicatos. El pueblo, es decir, los dueños, no cuentan, aunque ahora resulta que sí somos los patrones y nos quieren endilgar un historial de triquiñuelas, hurtos, ineficacia, préstamos (y demás modos de llevarse el presupuesto) mediante una especie de Fobaproa, gracias a la amabilidad y cortesía de nuestros inútiles “representantes sociales” ¡Ver para creer!
Durante el foxiato todo mundo se enteró de los trafiques de los hermanos Bibriesca, los hijos de Marta Sahagún. Manuel, el mayor, a quién en Guanajuato le apodaban “el ecoloco” por dedicarse a la compra de plástico para reciclar en los basureros, de pronto se le mencionaba en múltiples negocios, incluso de barcos rentados para Pemex (vía Oceanografía). En conocida entrevista se le preguntaba al padre de estos ricachones acerca de sus fortunas meteóricas y con cinismo impresionante respondió: “Si mis hijos no aprovechan las relaciones que tienen ahora por ser quienes son, serían pendejos. Son parte de la familia presidencial, ¿quién les va a decir que no?, ¿ustedes creen que ellos pensaron que iban a estar donde están? Todo el mundo quiere quedar bien con ellos y tienen que aprovecharlo” (Anabel Hernández, Arely Quintero: La Familia Presidencial, pág. 127).
En la actualidad la deuda de Pemex es de 1 billón 347,000 millones de pesos (La Jornada, 23/julio/2014). La pregunta obligada es porque continuaban pidiendo prestado si sabían que estaban perdiendo ¿o la austeridad y el orden financiero nomás son para los súbditos? ¿Por qué no construyeron en todos estos años otra refinería, o es que el negocio de los jefes en la compra de gasolina en el extranjero es tan grande que país y pueblo dejan de existir ante semejante ambición desbordada?
Antes, cuanto gobernaba el PRI de verdad, antes de que llegara el mocho y corrupto PAN y viniera este PRI híbrido en el que sobran jóvenes incapaces y ambiciosos y faltan viejos sabios, capaces y honrados, no había ordeñas en los ductos de Pemex, pero llegó Fox y la ordeña comenzó. Es obvio que la idea y las manos salieron de la paraestatal. Ningún ciudadano con sentido común se atrevería a perforar esos tubos si no quería volar al infierno y ser acompañado por muchos otros.
Durante el gobierno de Felipe Calderón creció el problema y se agravó el año pasado, ya con Peña Nieto. Con la apertura de cientos de nuevas gasolineras muchos ciudadanos nos preguntábamos si esa gasolina no iba a parar a los propios expendios de Pemex. Las cuentas son muy fácil de conciliar: cuántos litros les vende Pemex a los gasolineros y cuántos venden ellos al público ¿o nomás hay auditorías para Juan Pueblo?
Esta semana un nuevo escándalo surgió con las pipas de Pemex en Guadalajara. Según la modosita prensa local la mitad de los camiones salía con gasolina pero con una copia de la factura. ¡Igual como lo han estado haciendo los importadores corruptos! De comprobarse la acusación se estaría hablando de miles de millones (moviendo a pensar que las “ordeñas” eran simples señuelos, cuando el verdadero hurto estaba en las propias instalaciones).
Esta misma semana se detuvo en Ameca a un individuo con gasolina robada, en una camioneta traía 15 tambos de 200 litros. Delito inexistente apenas hace trece años de pronto se convirtió en drenaje que permite salir millones de pesos a diario, además de exhibir la corrupción e ineficiencia en todos los órdenes de la paraestatal.
El viernes 25 de julio se anunció la pérdida semestral de Pemex por la enorme cantidad de $6,772 millones de dólares ($88,036 millones de pesos). En su desfachatez e insensibilidad social legisladores y gobernantes pretenden ahora que los que no somos dueños de nada paguemos esa cantidad; en lugar de exigir cuentas a los ladrones, a los irresponsables, de poner orden en las finanzas, en correr al personal que no se necesite, en eficientar las empresas, etcétera. Pero no, tal parece que el síndrome del Titánic les ha afectado mente y corazón, pues aunque el barco llamado México se está hundiendo, estos, como los ricachones del buque hundido por un cubito de hielo (decían que ni Dios lo hundía) bajan con los ojos desorbitados a las bóvedas de seguridad para “asegurar” sus riquezas. En tanto que el iceberg que enjuiciará la ambición y la corrupción viene en camino. Un iceberg que puede venir desde el polo norte (acreedores) o del polo sur (cansancio social de tanto abuso en su contra). Cordura señores, cordura y sensatez republicana. En todo caso, que paguen los que han sido dueños de Pemex y la CFE. Punto.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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