Opinión
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La inclinación enfermiza del mexicano por mentir, por simular y guardar apariencias, está cobrando en la convivencia política un altísimo costo. Pretendiendo combatir la eterna corrupción, los líderes políticos del pasado reciente engañaron a la mayoría de los ciudadanos ofreciendo “democracia” cuando lo único que hemos visto es una partidocracia corrompida hasta la metástasis. De hecho la democracia ya se tenía, con los matices propios de nuestra cultura, pero democracia al fin y al cabo.

Ahora padecemos un sistema político que no es ni chicha ni limonada, una mascarada que con el apoyo interesado de la mayoría de los medios de comunicación (viven básicamente de los anuncios del gobierno y los partidos políticos) pretenden hacer creer, tanto dentro como fuera de México, que hay democracia; una fantasía en la que supuestamente el voto cuenta y decide. Mientras que en realidad es tan solo un sistema corrupto que a manera de madame de prostíbulo acuesta a su adorable “democracia” con todos sus secuaces (entiéndase partidos políticos), y todos, sin excepción, viven de explotar esta entelequia que a los ojos de millones es una casta señorita que ofrece “porvenir y bienestar”, acompañada la mayor de las veces por chambelanes poco presentables (por no decir gigolos, pachucos, etcétera)

Gobernantes, partidos y políticos mienten a diario y a todas horas, cuando en una auténtica democracia se requiere del diálogo veraz entre gobernantes y gobernados. Václav Havel, primer presidente de Checoslovaquia luego de la llamada revolución de terciopelo, afirmó lo siguiente: “La democracia no solo son sistemas, instituciones y sus relaciones… fundamentalmente se trata de la relación con el mundo y la sociedad, una forma de pensamiento, el espíritu de la vida pública. La gente lo siente así –me niego a creer lo contrario- y necesita palabras claras y un comportamiento claro, necesita oír algo sobre el carácter del Estado, su posición, su programa” (Sea Breve por Favor, Galaxia Gutenberg, pág. 94).

¿Cómo aceptar que nuestro país vive en democracia, cuando en realidad una camarilla de políticos vive como reyes a expensas de todos? La franquicia política es lo de menos, a la hora de la verdad todos medran, todos mienten y a nadie le importa un comino el pueblo. El caos y la violencia en la que se vive en la mayor parte del territorio nacional, abofetea el rostro de los jilgueros oficiales y oficiosos de esta farsa que día con día amenaza con sumirse en el caos total (como es el caso de Oaxaca, Guerrero y otras zonas del sur).

En una verdadera democracia sería inadmisible que un capo convertido en presidente municipal mandara asesinar a chamacos metidos a vándalos (muchos de ellos al servicio de bandas criminales contrarias) sin que el estado conociera los antecedentes del individuo. El torpe, ignorante y mega ambicioso Vicente Fox, destruyó el todavía existente aparato de inteligencia del estado (CISEN), dejando al país en la ignorancia total del bajo mundo y de las ambiciones de los perversos, que siempre abundan y su inteligencia solo funciona para lo malo.

¿Cómo considerar en México una democracia cuando por encima del estado de derecho están las ambiciones de los mafiosos (CNTE y demás)? ¿Cómo tomar en serio al estado mexicano si estos maistros criminales escudados en un sindicalismo al estilo Frankenstein queman edificios públicos, secuestran personas y gasolineras, roban autobuses y camiones de reparto con mercancías, cuando cierran autopistas y se roban las cuotas, cierran aeropuertos y cuanta cosa se les venga en gana y el gobierno lejos de someterlos al imperio de la ley, todavía les recibe en Gobernación como si se tratara de ciudadanos de bien?

Estos delincuentes han ido demasiado lejos y el actual régimen se los ha permitido. Lo peor es que el presidente acaba de anunciar en Chapultepec que los “derechos humanos” están por encima de todo en su gobierno, son prioridad ¿Y los más de 110 millones de mexicanos que vivimos sometidos a la ley no contamos, no somos nada para el estado?

Cuando el pueblo británico preguntó a Churchill qué les ofrecía, les dijo: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, trabajo, sudor y lágrimas”. Las palabras melosas que les llevaron al fracaso las había dicho Chamberlain, por esto estaban como estaban. Churchill para establecer una real democracia y preservar su país, dijo además a su pueblo: “Ustedes preguntan: ¿cuál es nuestra política? Y les digo: emprender la guerra por tierra, mar y aire. La guerra con toda nuestra fuerza y con todo el poder que Dios nos ha dado, y emprender la guerra contra un monstruoso tirano…”. Ustedes preguntan: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo contestar con una sola palabra: victoria. La victoria a toda costa, victoria a pesar de todos los horrores, victoria, sin importar lo largo y duro que resulte el camino, porque sin victoria no hay supervivencia” (Churchill. Luis Cantalapiedra, E. Dastin, pág. 109).

Solo la ignorancia o la ingenuidad creerían en la “lucha” sindical de los maistros de la CNTE. Ellos quieren el poder y están comenzando en los estados que les han permitido crecer (a través de la impunidad y venta de protección). Sus nexos con los narcotraficantes son cada vez más obvios pues en la medida que tengan territorios sin control del gobierno el cultivo y trafique es más fácil y las ganancias superiores.

Así que la lucha debe ser como la planteara Churchill: “por tierra, mar y aire. La guerra con toda nuestra fuerza y con todo el poder que Dios nos ha dado, y emprender la guerra contra un monstruoso tirano…”. De no ser así, los vándalos que ahora entran como embajadores del caos a la Segob (sometiendo anímica y políticamente al gobierno), tarde o temprano instaurarían un gobierno al estilo Venezuela.

En México no hay democracia, podrá haber simulación y votaciones, pero no democracia. Para que haya, antes debe imperar la ley de manera general, y sin miramientos, pues como dijera el presidente Kennedy a su nación a causa de los conflictos raciales en la Universidad de Ole Miss (Mississippi): “…Los norteamericanos son libres de no estar de acuerdo con la ley, pero no de desobedecerla; porque en un gobierno de ley y no de los hombres, ninguno, por importante y poderoso que sea, ni ninguna chusma, por más ingobernable y alborotadora, tiene derecho a desafiar a un tribunal de ley” (septiembre de 1962). ¿Los delincuentes de la CNTE y socios son más importantes en México que la ley y que todos los mexicanos?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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En sus Memorias, Chateaubriand critica con dureza a esos individuos que no pueden vivir sin estar pegados a la ubre de los dineros públicos: “Hay grandes señores del Imperio unidos a sus pensiones por unos lazos sagrados e indisolubles, sea cual sea la mano de la que éstas procedan: una pensión es a sus ojos como un sacramento; imprime carácter igual que el sacerdocio y el matrimonio; ninguna testa pensionada puede dejar de estarlo; y como las pensiones han quedado a cargo del Tesoro, también ellos han quedado a cargo de él” (Tomo IV, págs. 2112-2113). Habrá que entender que las pensiones del gobierno francés no estaban asociadas a la edad, sino a los “méritos”.

     Desgraciadamente para México, su parnaso político está sobrepoblado de farsantes, bucaneros, charlatanes, bribones, bloferos, la mayoría de ellos incultos y toda una laya de ladrones. Es probable que las elecciones que se llevarán a cabo en unos días ofrezcan la peor oferta en más de un siglo. El desencanto es total, no hay por quien votar. Agréguele al asunto el tiempo y costo de las campañas en un país cansado y endeudado y el resultado es de pesadilla.

Un ejemplo, aunque la mayoría no están mejor. El dizque partido“Movimiento Ciudadano”, franquicia con dividendos multimillonarios y cuyo dueño, el señor Dante Delgado (ex gobernador de Veracruz) estuvo en la cárcel por los delitos de corrupción y peculado, que si bien logró salir tiempo después -¡Faltaba más, para eso está el poder judicial corrompido como casi todo en esta país!-, no quedó absuelto. Los cargos quedaron firmes.

El problema es que su franquicia a semejanza del Tartufo de Moliere, el Gil Blas de Le Sage, o el Catrín de la Fachenda de Lizardi, ofrece a los votantes una galería de individuos con doble moral, mentirosos consumados que aseguran venir a rescatar la Patria, cuando todos ellos son parte de los que la han hundido. Hagamos un recuento.

Del dueño del negocio nos abstenemos, ya quedó anotado. Iniciemos entonces con el señor Enrique Ibarra Pedroza, coordinador de los candidotes de M.C., que durante toda su vida fue un hombre fiel al PRI, partido en el que fue tres veces diputado federal, sub secretario en el gobierno de Jalisco y representante ante el IFE (entre otros cargos). Es decir, vida y fortuna se hicieron en ese partido.

Enrique Alfaro, junior del PRI, hijo de Enrique Alfaro Anguiano, presidente de la organización mafiosa estudiantil más nefasta en todo México llamada“Federación de Estudiantes de Guadalajara” (FEG). Organismo represor al servicio del régimen cuyo trabajo principal era ahogar toda expresión de democracia y aniquilar con sangre y fuego a la izquierda.

La persecución sangrienta contra los miembros del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y expulsión de la U. de G. incluso de cualquier simpatizante, son archivo histórico vivo de que este tipo de organizaciones son alérgicas a todo lo que se llame izquierda. Aunque habrá de decirse también, y tomando en cuenta al PRD y demás franquiciatarios de la vida electoral en este país, que la llamada clase política padece alguna especie de daltonismo en su orientación, nombrando “izquierda” a lo que siempre ha sido derecha. ¡Total! Las nuevas generaciones qué saben de ideologías. Lo suyo es la Tablet, el telefonito portátil y jugar tonterías que les distraigan a todas horas para no pensar. Pensar les cansa, y pronto, lo suyo es lo inmediato, la agresión fácil y el rumor sin fundamento.

Ver a algunos roqueros de entonces apoyar a Alfaro y cofradía, nos recuerda que no todos los roqueros se identificaban con la masa social, los pobres les daban urticaria. Para Alfaro, el entonces presidente de la FEG y luego premiado con la rectoría de la Universidad, así como para toda la mafia, todo el que viviera de la Calzada Independencia para arriba (sectores Libertad y Reforma) era un “mugroso”. Término peyorativo que indica por sí mismo el respeto por los pobres y clases medias.

Macedonio Tamez es otro caso, gringo de nacimiento (Texas), el otrora panista ahora busca una diputación por MC. ¿Creen que los ciudadanos olvidamos sus fechorías? Ayudémosle a recordar: cuando dejó la presidencia de Zapopan (2001-03) premió con bonos de $295 mil pesos a cada uno de sus regidores, a su vice con $350 mil, a la Directora del DIF con $540 mil y así por el estilo.

Para construir cinco puentes pidió $147 millones de pesos que finalmente se convirtieron en $ 200 y nomás construyó dos, gastando en los últimos días de su reinado $7 millones de pesos en publicidad (por aquello de la imagen y encandilar a los ingenuos). Pero lo peor estuvo en el JVC, en el que se encuentra  el Estadio Chivas; un predio de 60 hectáreas que por ley estaba obligado a entregar al municipio 9 (para jardines, escuelas, templos, centros de salud, etc.), pero que Macedonio Tamez se las “perdonó” a Vergara. Hagamos cuentas, 90 mil metros, barato a $3 mil, son nada menos que $ 2,700 millones de pesos ¿Un simple presidente municipal tiene semejantes atribuciones? ¡Por favor…!

Pablo Lemus, que por varios años se mantuvo como voz crítica, lamentablemente  escuchó el canto de las sirenas y sucumbió. Aunque quizá más que el canto de las sirenas sea lo que deja una regiduría (es obvio que no ganará la presidencia municipal) que en tres años les ofrece ingresos por más de $7 millones de pesos ¡Nada mal para un negocio en el que solo le invierten su maravillosa presencia!

Así que no nos vengan, al menos a los viejos que Dios nos ha concedido memoria, con el cuento de que son de “izquierda”. Tienen derecho ciertamente a participar en lo único que saben hacer ¡vivir del presupuesto! Lo que si no tienen derecho es a mentir a los ciudadanos y decir de sí mismos cosas que no son, sobre todo cuando ellos saben bien, que ni les interesa el pueblo ni su bienestar. Lo único que les interesa es seguir pegados de la ubre presupuestal, de la que siempre han mamado y por errores o por su soberbia (o incapacidad) les quitaron sus propios jefes.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La persecución de un convoy de criminales en la autopista México-Guadalajara en el Estado de Michoacán, llevó finalmente a la Policía Federal hasta una de las madrigueras de los criminales. Se habla de que eran integrantes del CJNG, asunto que para fines pragmáticos no importa si es perro o perra, lo importante es que se acabe con la rabia.

     El cansancio social hacia esta plaga de criminales que azota el país de frontera a frontera y de costa a costa, pero que en algunas zonas del país tiene tiempo si no es que años en crisis agobiando a la población con una especie de bullyng múltiple, ve con alivio la contundente respuesta del gobierno federal.

La reciente derrota contra el ejército y fuerzas federales en la costa de Jalisco en la que murieron varios soldados y policías, dejó ante la opinión pública la sensación de que fuerzas del orden locales expusieron a sus compañeros federales a su asesinato ¿Entre sus superiores y en el gobierno no hay responsables inmiscuidos? ¿No hay funcionarios de Jalisco coludidos con los criminales?

     Porque la verdad sea dicha, es muy difícil e improbable que un grupo criminal, como quiera que se llame, pueda pasar desapercibido por el gobierno de un Estado. Los métodos de control, así como las modernas tecnologías permiten vía satélite, detectar qué grupos se mueven y en qué dirección. Es impensable que no sepan cuando 10 o 20 camionetas repletas de rufianes armados se desplazan sin que las autoridades lo sepan.

Así que la detección y aniquilación de este grupo de malvados que lo único que aportan a la sociedad son secuestros, asesinatos, robos, extorsiones, despojo de casas, ranchos, terrenos, negocios, producción agrícola, abuso sexual contra familiares y demás, debe considerarse un acierto del gobierno federal. La sociedad toda aplaude estas acciones que corroboran el compromiso del régimen para acabar con esta fauna nociva que se desatara en el gobierno de Zedillo, pero que quedara fuera de control con Fox y Calderón.

Cuarenta y dos criminales fueron abatidos. Guste o no, los delincuentes es el único lenguaje que conocen. Si fueran individuos de razón estarían en las universidades o en los templos buscando su razón existencial, mientras que sus hechos demuestran su repudio a la ley, al orden, al trabajo y a los principios que rigen a la mayoría de los mexicanos. No a todos.

Y se dice que no a todos, porque apenas se estaba apagando el fuego y el humo de las armas disipándose, cuando las comisiones de Derechos Humanos habían aparecido ¿Por qué nunca aparecen cuando los delincuentes secuestran a un ciudadano de bien? ¿Cuándo un negocio es extorsionado por estas lacras parasitarias? ¿Por qué jamás se les ve cuando los vándalos asaltan y queman edificios públicos, cuando se roban tráiler y camiones con mercancías y reparten lo que no es suyo para luego ponerles fuego? ¿Por qué jamás acuden a las casetas de autopista para levantar acta del robo del peaje y de la extorsión a los viajeros?

Quien debería aparecer en primer orden es el agente del Ministerio Público para iniciar la averiguación correspondiente y dar fe pública de los hechos acontecidos. No las señoras alcahuetas de los “derechos humanos”, que además de simples protectoras de vándalos y delincuentes, jurídicamente no deberían de existir. En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se encuentran (todavía) las garantías individuales, suficientes para tutelar los derechos del ciudadano frente a los posibles abusos del estado. Si seguimos permitiendo la creación de nuevas figuras pseudo legales para cuidar a las legales, no habrá dinero alguno que ajuste para sostener la abultada burocracia.

     Se requiere pues, y esto con urgencia, una cultura de la legalidad entre todos los mexicanos. Una tarea que debe empezar en todos los hogares, en las escuelas, universidades, negocios, empresas, iglesias, y por supuesto, en el gobierno en todos sus niveles.

La razón primigenia por la cual este país se ha sumido en un sangriento pantano de maldad es la falta de Dios entre nosotros. Podrá negarse lo anterior, incluso ser tomado a burla, pero en absoluto cambia la situación. Quien cree y ama a Dios como consecuencia es un buen ciudadano y el respeto a la ley y la armonía entre los hombres son parte de su cosmovisión.

Pero como la fe es un asunto personalísimo, lo menos que podemos hacer los mexicanos para revertir este clima de maldad que nos angustia y oprime a la mayoría, es promover de inmediato la cultura de la legalidad. Se puede empezar no pasándose los altos, no estacionarse en doble fila (aunque su hijo sea el más importante del planeta), no tapar cocheras, no dar mordida al agente o al policía corrupto y exigir (a Tránsito, las dependencias policiacas o las Procuradurías que eficienten un departamento de queja ciudadana, lo cual permitiría acabar con esa hibridez de los “derechos humanos”).

Que el gobierno haga también su tarea y comience a meter a la cárcel a tanto ladrón del presupuesto ¿Cómo entender que Emilio González Márquez ande libre cuando gastó de manera discrecional $74,000’000.00 millones de pesos y todavía no rinde cuentas?

Las Sagradas Escrituras nos muestran la diferencia entre una cosa y otra: “cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; mas cuando domina el impío, el pueblo gime” (Prov 29:2).

En conclusión: siempre será lamentable la muerte de un ser  humano, pero de que muera gente inocente y productiva a que perezcan los que delinquen, la respuesta es obvia. Bien por el trabajo valiente y decisivo del gobierno federal. Sin duda que la lista de delitos cometidos por los 42 criminales abatidos debe ser muy larga (e impune), pero los delitos que dejaron de cometer y la sangre que dejaron de derramar es todavía mayor. El imperio de la ley es el camino ¿no lo cree usted?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Dejando a salvo la reputación de los ciudadanos civilizados y observantes de la ley, los oaxaqueños (vivan donde vivan) piden a gritos que se evalúe su estado mental y participación en el contrato social. Y es que desde la llegada de Vicente Fox a la fecha, los oaxaqueños han acaparado las noticias nacionales, casi siempre a través de la violencia y la anarquía ¿Cuándo fue la última vez que nos enteramos de algún avance científico, alguna aportación tecnológica, avance educativo o mejora en los cultivos que haya sucedido en Oaxaca?

De lo que sí nos enteramos desde hace tres lustros son de los desmanes, rapiña y vandalismo de los maistros de la CNTE de Oaxaca (y sus socios de Guerrero y Michoacán), cuyo anarquismo, latrocinios, daños a la Nación y al erario público, así como a los bienes y patrimonio de particulares ha sido hasta el presente el sello de la casa, tolerado por los últimos tres gobiernos en todas sus instancias. En otras palabras ¡impunidad total!

Desde el gobierno de Ulises Ruiz, las tomas y plantones recurrentes del zócalo de la capital oaxaqueña por los maistros vándalos no han parado. Un Estado otrora beneficiado por el turismo nacional y extranjero ha sido destruido en su economía por estos parásitos sociales que escudados en una aparente ideología, no han hecho otra cosa que apropiarse del presupuesto educativo y hacerse del poder en el Estado, colocando a un títere llamado Gabino Cué que en su soberbia lo único que quería en la vida era ser gobernador, pero no para beneficiar a su tierra y su gente, sino para satisfacer su ego (y demás cosas).

Los gobiernos federal, estatal y municipal los han dejado crecer al punto de considerarse dueños del poder y de la situación. Así que el resto de los mexicanos vemos a los rijosos oaxaqueños que un día toman la Universidad local, que de hecho es parte de su feudo, al siguiente asaltan las casetas de las autopistas para robarse el peaje e impedir el paso de los viajantes (violando la Constitución, el Código Penal Federal, etcétera) y al siguiente destruir edificios públicos y prenderles fuego; perseguir a maestros que sí trabajan (son mal ejemplo para los zánganos), cerrar escuelas cuando les pega en gana, no cumplir con sus deberes y hacer del calendario escolar una burla.

Pero no están solos ¡No señor!, el Estado con más municipios del país, 570 para ser exactos (quizá todos quieren ser jefes), a sus relajos se ha sumado el sector salud. No importa que las mujeres den a luz en la banqueta o en el pasto, primero es la causa y defenderse de la explotación ¿No bastaría con renunciar al trabajo? Digo, porque cuando un trabajo no te gusta o no te conviene, renuncias y buscas otro donde tus capacidades sean mejor remuneradas. Al menos es lo que suelen hacer la mayoría de los mexicanos, los que se mantienen dentro de la civilización y la legalidad.

En su “lucha” eterna los oaxaqueños la emprenden contra todo aquel que produce y tiene algo de dinero ¿no será envidia y repudio al trabajo? Asaltan y boicotean supermercados, en lugar de comprarle al señor de la tienda de la esquina. Pero no, la ideología es máscara, carnaval de falacias donde los ladrones andan tras un presupuesto magisterial multimillonario, por lo que se cubren el rostro para cometer sus fechorías.

A los ciudadanos que viven de su trabajo diario y esfuerzo, que son los que atienden el poco turismo que se atreve a visitar el feudo de los maistros, los belicosos de la CNTE los mantienen bajo el dominio del terror, del miedo continuo. Si en verdad les interesara el pueblo cuidarían escrupulosamente las fuentes de trabajo de sus paisanos. Pero, ¿ha visto usted algún delincuente que no sea egoísta?

Por si no fueran suficientes sus incontables problemas, los oaxaqueños a diferencia del resto de los mexicanos, se siguen reproduciendo sin medida. Su exportación no es de autos, bienes o productos del campo; su exportación es de manos, ya sea de obra o para pedir caridad en todas las ciudades del país. Para vender supuestas artesanías (en cofradías tipo mafia capaces de unirse al instante en contra de cualquier autoridad). El disfraz de la pobreza o del indigenismo les ha resultado hasta ahora eficaz, cuando en realidad ninguna de las dos cosas es patente para delinquir.

No repetiré acerca de su situación en San Quintín B.C., ya lo hicimos hace unas semanas. Así que nos limitamos a señalar que la violencia utilizada por los trabajadores agrícolas oaxaqueños en la Península  (con asesores de la CNTE y del PRD) no corresponde a los problemas laborales que pueda haber ni tampoco es el método legal para buscar solución. En todo caso es el sello de los oaxaqueños.

     En conclusión: los oaxaqueños gritan todos los días y a todas horas que son explotados laboralmente, que son víctimas del gobierno, de la SEP, de los empresarios, de Caminos y Puentes Federales, del Ejército, de los dueños de los campos agrícolas, de los burgueses y de cuanta cosa usted recuerde. La lista es larga.

Sin embargo, ¿qué es lo que vemos los mexicanos en los oaxaqueños?: legiones de vándalos que se dicen “maestros” que además de no tener la vocación ni preparación para semejante tarea, son alérgicos al trabajo. Lo suyo es hacerse de una nómina de miles de millones anuales y repartírsela entre una banda de facinerosos que encapuchados asalta casetas de peaje, incendia y destruye edificios públicos, roba autobuses de lujo para transportarse (sus glúteos aburguesados se llenarían de urticaria en camiones proletarios), trastorna el ya de por sí caótico Distrito Federal, roba tráiler y camiones de reparto para luego de vaciarlos prenderles y fuego y lanzarlos contra edificios públicos.

Agreden al ejército y luego lloran como plañideras cuando hay alguna respuesta y corren a esconderse con esa señora inútil y alcahueta llamada derechos humanos (la Constitución mantiene vigentes las garantías individuales), viajan por el mundo quejándose del gobierno y del país. En fin, los oaxaqueños podrán tener una visión de las cosas, pero los demás o al menos la mayoría de los mexicanos tenemos otra, muy otra. En lo personal considero que las víctimas somos todos los mexicanos, que a causa de la impunidad concedida por el gobierno en sus tres instancias a los vándalos de Oaxaca, la inestabilidad ha aumentado, a la vez que se ha deteriorado la confianza en el gobierno al no cumplir este con sus obligaciones y deberes del pacto social, además de otros efectos nocivos ¿O usted que considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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