AYOTZINAPOS: HÉROES NO, DELINCUENTES
No cabe duda que estamos viviendo el mundo al revés. En verdad que resulta nauseabundo lo que están haciendo el gobierno y gran parte de los medios con relación al quinto aniversario luctuoso de los chamacos de la Normal de Ayotzinapa (que no tiene nada de normal), detenidos por policías y asesinados por bandas de delincuentes. Hecho que debiendo ser manejado conforme a derecho, lo cual obligaba a señalar también los actos delictivos de los difuntos, se ha tratado políticamente de manera retorcida y ajena totalmente a lo que señala la ley.
En ningún momento se ha sabido que a los dueños de los autobuses robados por los ayotzinapos se les haya cubierto la reparación del daño. De hecho jamás se les da voz a este tipo de afectados por estos ilícitos, como si los costosos autobuses (que valen mucho dinero) no existieran o fuesen bienes mostrencos. En un estado real de derecho los padres de los chamacos asesinados; el mismo derecho que tenían para reclamar la muerte de sus hijos, lo tenían en obligación para cubrir los daños millonarios causados por sus hijos.
La sociedad se hace demasiadas preguntas y para ella no hay ninguna respuesta, ni del gobierno, ni de la prensa que trae la brújula extraviada (o se comporta como órgano oficioso del estado) ¿Quién mantiene a los padres de los jóvenes asesinados? Se dicen campesinos pobres y viajan desde entonces, y los viajes cuestan, y mucho, no trabajan y no se sabe de dónde vienen sus ingresos.
¿Quién les paga a su(s) abogado(s), que también comen, viajan, viáticos, que cuando menos el que se está a la vista lo hace de tiempo completo? Todo abogado sabe perfectamente que de un solo asunto ningún litigante se puede mantener, menos si su cliente es pobre (como aseguran sus asesorados). ¿Quién les paga los numerosos y costosos viáticos a los padres y a los abogados pues hasta Estados Unidos y Europa han viajado, quién paga toda esta costosa y larga campaña?
Una campaña que se inicia en Iguala, a la 1:30 de la madrugada, a más de 200 kilómetros de la Normal de Ayotzinapa, con camiones robados y repletos de chamacos vandalizando y según se ha dicho, mezclados con delincuentes profesionales, en una ciudad cuyas autoridades municipales (el matrimonio Abarca) habían sido apoyadas por Andrés Manuel López Obrador, pero que junto con la policía municipal, estaban ligados absolutamente a una banda de narcotraficantes.
No se les cayó el templo de la Parroquia a los muchachos cuando estaban orando. Andaban delinquiendo, a bordo de costosos autobuses robados, en horas de la madrugada y a cientos de kilómetros de su escuela. No estaban en las aulas, estaban cometiendo ilícitos, es decir NO SON HÉROES, ANDABAN DELINQUIENDO. Muy lamentable su muerte y muy dolorosa para sus padres, sin embargo, para quienes lo somos también, un padre normal se quedaría en su casa por un buen tiempo para hacer duelo por su hijo.
Así que lo que hicieron el jueves 26 en la capital del país, los actos vandálicos en los que se cometieron infinidad de delitos contra infinidad de negocios y edificios históricos, no corresponden en absoluto a los hechos de hace 5 años en Iguala. Los hechos nos muestran a 43 jóvenes delinquiendo, mientras que las huestes del nuevo gobierno tratan a la manera de la anti utopía de George Orwell (1984) reinventar la historia y presentarla totalmente falseada. Repetirla hasta el hastío hasta meterla en la cabeza a generaciones de jóvenes cuyos conocimientos, valores y madurez intelectual, no tienen la misma formación de antaño, de aquella de la que recibimos por siglos.
Decíamos que estos vándalos llegaron a la ciudad de México este miércoles 25 de septiembre para exigir en una manifestación (una más) la aparición de sus compañeros muertos. Hasta aquí vamos relativamente bien, el problema de fondo, además de la estupidez de pedir con vida a los que están muertos, es que llegaron en 20 camiones de pasajeros de lujo. Todos robados por ellos y secuestrado a los choferes (literalmente), que el dinero para los viáticos debió de salir de algún lado y como son vándalos profesionales, alérgicos al trabajo, se da la presunción que es dinero mal habido.
Cualquier persona, mexicano o no, que se robe, no un autobús, una simple bicicleta y la autoridad se entere, de inmediato sería detenido y consignado a la autoridad. Pero estamos hablando de un robo cuyo monto supera los 10 millones, además de que el secuestro de los choferes es delito grave. Para estos delincuentes no hay leyes ni gobierno que las aplique, exhibiéndose la 4T como un simple grupo pseudo político que llegó al poder por medio de las urnas, pero que no actúa como es su deber, que su protesta al recibir el poder fue en vano. Han caído en perjuro, viven y permiten vivir fuera de la ley.
Las declaraciones del presidente López Obrador así lo demuestran: “quienes cometieron estos actos no tienen respaldo de los ciudadanos, no son de izquierda, sino más bien conservadores, que perjudican al movimiento de los familiares de los jóvenes que quieren encontrar a los estudiantes desaparecidos”.
Queriendo dar clases de ideología, que no es su fuerte (todos sabemos que duró nueve años para sacar la carrera y reprobó muchas materias), el presidente se atrevió a declarar también: “imagínense, ¿cómo van a ser anarquistas los que destruyen una librería? Eso no tiene nada que ver con el movimiento de izquierda, eso se acerca más a otras cosas, al conservadurismo”. Qué pena y qué difícil para México que el titular del Ejecutivo no distinga de ideologías y confunda corrientes y pensamientos radicales con la izquierda. El hecho que el partido de su propiedad (MoReNa) haya tomado el nombre del periódico de Ricardo Flores Magón (“Regeneración”), no significa que conozca a fondo su ideología, bastará señalar que para este anarquista la trinidad satánica era: “clero, capital y gobierno”.
Concluyamos. Los jóvenes asesinados en Iguala hace 5 años no eran ningunos héroes, nunca lo serán, aunque AMLO diga lo que diga. Así que si quiere realmente que se le respete como presidente, debe dejar de promover cuestiones políticas torcidas y gobernar para todos los mexicanos (PARA TODOS), trabajar para que el estado de derecho sea restablecido. Y una manera de hacerlo notar sería pidiendo cuentas a los padres de los 43 asesinados acerca de los 20 autobuses robados en los que llegaron a la ciudad de México y de los choferes que secuestraron para conducirlos; como también meter a la cárcel a los anarquistas que dañaron negocios y edificios públicos (obligándolos a cubrir la reparación de los daños). De no actuar como marca la ley, nos encontramos ante una simple farsa republicana. Una más.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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