Opinión
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Este es el título de mi nuevo libro. Un ensayo en el que se ofrece al lector una comparación amplia y detallada de lo ocurrido en la Alemania de los años ’30 del siglo pasado, con lo sucedido en México a partir de la llegada de Andrés Manuel López Obrador en el año 2018. Para que pueda analizar y comparar con los suficientes elementos de juicio todas estas semejanzas, y por consecuencia, advertir o enterarse del grave peligro en el que nos encontramos.

     En la contraportada del texto se señala: “La grave situación que guarda México, que amenaza con el establecimiento de una dictadura al estilo Cuba, Venezuela y Nicaragua, es por demás semejante a la de la Alemania en los años ’30 del siglo pasado, sin que lamentablemente la mayoría de los mexicanos siquiera lo perciba…”

     Luego continúa: “Considerar ingenuamente que distancia, idioma, costumbres e idiosincrasia nos hacen ajenos a los padecimientos y hechos ocurridos en Alemania, es tanto como negar nuestra humanidad misma. Ciertamente somos otro pueblo, en otro continente, con otro idioma y costumbres, lo que de ninguna manera nos evita caer en las garras de políticos perversos, ambiciosos y sin escrúpulos.

La mayoría de los alemanes tuvo en poco a Hitler: igual sucedió en nuestro país con López Obrador, pues advertidos de que «era un peligro para México» creyeron que no era cierto y hoy la realidad que nos oprime, la violencia que nos horroriza y el futuro negro que nos amenaza, nos hacen saber que no se atendió la advertencia. Sin embargo, estamos a tiempo para detener la dictadura… ¡De nosotros los mexicanos depende!”

La noche oscura del totalitarismo avanza, una mezcla extraña de poder político amafiado con bandas de narcotraficantes gobiernan México; tal y como sucediera en la Alemania de aquella época; en la que no llegaron políticos profesionales a la conducción del país. No, lo hicieron bandas integradas por la escoria social, las que ciertamente se hicieron del poder mediante elecciones democráticas, merced a la desilusión de las masas por los políticos tradicionales, cuyo desinterés y frivolidades permitieron que las condiciones sociales decayeran día con día (acompañadas de una inflación desatada). Situación que aprovechó Hitler y la banda de delincuentes, violentos y drogadictos que le acompañaban para ganar las elecciones de 1933.

Les dijeron a los empobrecidos alemanes lo que querían oír, les prometieron una nueva Alemania que les resolvería su lamentable condición, sabían que no podrían hacerlo, se les notaba su incapacidad, pero ante el hartazgo de los partidos y políticos tradicionales les concedieron su voto y apoyo.

Hitler y su banda supieron entender el hartazgo de la población, canalizando todo ese descontento social contra los líderes políticos, los empresarios (contra los judíos —como chivo expiatorio), las clases altas y medias y el gobierno en general, dividiendo a los alemanes, y con ello, cerrando el paso al orden legal y la paz social, abriendo de par en par las puertas a la dictadura. De hecho, su primera medida fue quemar el Congreso, y la segunda, destruir al Poder Judicial (echando por la fuerza a Ministros, Magistrados y Jueces) y colocar a su propia gente ¿Le parece familiar este cuadro de horror?

A partir de la llegada de este monstruo llamado Adolfo Hitler, no sólo Alemania pagaría un altísimo precio por haber elegido mal, por entregar el país a un embustero, a un resentido social que hizo de la violencia su modo cotidiano para cobrar sus imaginarias afrentas de una sociedad que no le debía nada, pero que en su malvada y perturbada mente le debía todo. Las semejanzas no sólo son demasiadas para ser desatendidas, por lo que resulta obligado enterarse de los riesgos a los que los mexicanos estamos expuestos (del 2018 a la fecha) y hacer como ciudadanos lo que nos corresponde hacer (dentro de los canales de la legalidad, es suficiente, pero indispensable hacerlo).

Así que invito a los lectores a la PRESENTACIÓN DEL LIBRO el martes 3 de diciembre de 2024 en la Casa-Museo ZUNO (de la U. de G.), en Av. Unión esquina con José Gpe. Zuno, a las 19:00 horas. A los interesados en adquirirlo, ya se encuentra a la venta en la cadena de Librerías GONVILL y en Amazon.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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Durante estos días se observan en México diversas prácticas, ritos y festividades con relación a la muerte. En un país en que asesinaron a 250,000 personas en el sexenio recién terminado, y en el primer mes del actual, algunos Estados como Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Michoacán, etc., están sumidos en una guerra que nadie interviene para detenerla, resulta absurdo y grotesco ver que algunos salen a las calles a divertirse con el tema de la muerte.

Miles de personas en la ciudad de México, Guadalajara y otras, se disfrazan y pintan de la ‘muerte’ o caminan como zombies sangrientos por las calles ¿La sangre de tantos miles de asesinados no les merece respeto? (impune su muerte cuando menos en el 98% de los casos) ¿No hay reflexión alguna que lleve a pensar en el paso de la vida y la muerte? ¿No creen acaso que su ‘festejo’ banaliza aun más la vida humana y abona a la labor de los criminales y la impunidad?

Así que, con el permiso de los lectores, hoy abordaré este tema desde las vivencias propias. Cuando era niño, preguntaba a mi hermano Javier (mayor que yo cinco años) acerca de cuándo nos morimos: a dónde vamos, qué nos sucede. Conste, tenía seis o siete años. Téngalo por seguro que jamás me hubiera disfrazado de ‘zombie´, de hecho, durante mi infancia (años ’50) lo único que se veía por estas fechas era la Feria del Cartón en el Parque Morelos. A las niñas les compraban muñecas de cartón y a los niños caballitos del mismo material, con un carrizo como montura y un par de rueditas atrás. Días de inocencia, de aceptación. Nada de exigir y disfrutar lo que se tenía.

Mis primeros encuentros con la muerte no les encontré nada de festivo y sí mucho de temor y reflexión. Cursaba el 5º año de primaria y mi amigo y compañero de banca (eran para dos niños), que se llamaba Mauro Mejía, no asistió a clases, la maestra nos dijo que había muerto del corazón. Y como antes los niños no éramos preguntones, ni tampoco se nos alentaba a ello, su muerte me llenó de preguntas. Yo lo veía sano ¿qué le paso que se murió?

Cuando cumplí 15 años (1965), murió mi abuelita paterna, fui con mi padre y familia a Tepa al velorio (de este querido pueblo son mis raíces por ambos lados). En ese tiempo los muertos se velaban en sus casas, las mujeres dentro de la casa levantando rezos alrededor de un féretro con cuatro velas enormes en sus costados, mientras que los hombres en el pasillo y la calle fumando y charlando en voz queda, casi en susurro. Aquello me imponía demasiado, misterio el cual se acrecentó al siguiente día al llevar a la querida (muy querida) abuela al camposanto. Una enorme procesión de personas caminando y rezando desde la casa hasta depositarla en su tumba.

Su funeral definitivamente me impuso. Me di cuenta que la muerte era cosa seria y nos llegaba a todos. A lo largo de la vida fui perdiendo amigos, parientes y conocidos en diversas fechas y por causas absolutamente distintas, aunque la mayor por diversas enfermedades.

A mi amigo de la época de secundaria, prepa y universidad, Enrique Bustos, lo asesinó un policía de San Pedro (yo tenía unos 18 o 19 años). Otros perecieron en accidentes, años después, algunos de mis conocidos o amigos murieron a causa del vino (las drogas eran ajenas para la inmensa mayoría). Otros más dejé de verlos y al paso del tiempo me enteré que también habían muerto.

     En 1978 murió mi padre, se llamaba Javier, el hombre a quien más he admirado y más amado, lo hice sufrir con mis errores y excesos de juventud y aun así, siempre me amó y trató de guiarme en la vida. Mirando hacía atrás, muchos y estimados amigos fueron quedando en ese tránsito efímero que es la vida, dejando huecos y reflexiones sin respuesta (todavía).

De mis compañeros de la Facultad de Derecho (U de G), nos graduamos en el año 1975 alrededor de 300 abogados. Actualmente han muerto cerca de 80 de ellos. A unos estimaba, otros eran sólo mis compañeros y conocidos (es imposible amistar con tantas personas).

Un día me enteré de la muerte de mi amigo y compañero de primaria y secundaria, Aurelio Godínez (era arquitecto), hace algunos años me habló otro de mis muchos amigos, se llamaba Pedro González, alteño también (era de Mexticacán) y al poco tiempo, uno de sus hermanos me dijo que había fallecido. Y así, el camino del ser humano va quedando lleno de lápidas y recuerdos de parientes, amigos y conocidos. Unos amados, otros nomás estimados y algunos pocos, nomás conocidos.

Caminar éste que nos obliga, al menos es mi caso, a pensar en las tres grandes preguntas de la vida: ¿Quién soy? ¿A dónde voy?, y, ¿Estoy preparado para ese día? Por poco más de tres décadas no tenía la respuesta, por lo que acudía a los placeres para fugarme, pues el no saber adónde iba al final, y qué me esperaba, me resultaba por demás angustiante.

Han pasado un poco más de cuatro décadas desde entonces y sigo temiendo a la muerte, se me hace cosa por demás seria. Sin embargo, hoy si tengo la respuesta a las tres grandes preguntas que mencioné anteriormente, lo que me permite ver la vida desde otra perspectiva abismalmente distinta. Solo diré que leí toda la Biblia y en ese bendito libro encontré la respuesta a esas y muchas otras respuestas fundamentales. Conozco su mensaje y soy conocido por el Autor del mensaje.

De manera que al tener conocimiento sólido y veraz de la vida y la muerte, de nuestro tránsito existencial, corroboro que la muerte es algo por demás grave que hay que tomar con la seriedad debida (la eternidad está de por medio). Los lectores podrán entender entonces porque no me gustan esas expresiones de frivolidad y banalidad acerca de la muerte.

Utilizar la muerte de Guadalupe Posada, ni siquiera refleja la razón de este gran dibujante y grabador de Aguascalientes, quien a través de sus “catrinas” denunciaba la pobreza y miseria de un pueblo pobre y oprimido. De hecho, él mismo fue enterrado entre los más pobres en la ciudad de México (Panteón de Dolores en 1913), y al cabo de unos pocos años, echados sus restos a la fosa común. No es el héroe que piensan muchos, ni tampoco era su intención que la gente se disfrazara de “catrina”, no se diga ahora, tiempo en el que casi todos los días asesinan a un centenar de mexicanos sin que el gobierno haga absolutamente nada por evitarlo. Lo dicho: ¡MORIR ES COSA SERIA!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Siguiendo al pie de la letra las instrucciones del que la puso en la presidencia, Claudia Sheinbaum no tiene un mes en el cargo y ya niega la realidad, como siempre lo hizo su antecesor; el destructor de México, el que se llevó a “la chingada” (su rancho): el bienestar, la estabilidad política, legal y económica y el futuro de nuestro país.

     Este viernes (25/oct/2024) se atrevió a decir en su foro de adoctrinamiento goebeliano, que los coches bombas estallados un día antes en Guanajuato, no son actos de terrorismo ¿Debemos suponer entonces que su explosión y daños produjeron en los habitantes de Acámbaro y Jerécuaro un momento extasiante de alegría comunitaria?

     ¿No tiene algún abogado de verdad que le asesore? Porque no hay día que no diga un disparate legal o justifique una acción fuera de la ley (justificando el establecimiento de una dictadura). Por lo que se aprecia, y viendo las fechorías y aberrantes acciones de los que cobran en el Senado, pero que no actúan como senadores —me refiero a Adán Augusto López y Ricardo Monreal—, cuyas tropelías y chicanadas legislativas no son propias de un verdadero legislador, son, por cierto, el sello de la casa morenista. Individuos que responden únicamente a los intereses de su grupo sin importar lo que hagan, ni los métodos utilizados —lo que vale es salirse con la suya, sin importar los daños al país y al estado de derecho—. “La ley es para violarse”; asegura este tipo de traficantes del derecho (en el ejercicio profesional me topé con muchos de estos anti-abogados).

     Un verdadero asesor jurídico le hubiese dicho de inmediato a la presidente(a) lo que establece la ley al respecto (CÓDIGO PENAL FEDERAL)

Artículo 139.- Se impondrá pena de prisión de quince a cuarenta años y multa de cuatrocientas a mil doscientas veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización, sin perjuicio de las penas que correspondan por otros delitos que resulten: (PÁRRAFO REFORMADO D.O.F. 07 DE JUNIO DE 2024)

  1. A quien utilizandosustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo, material nuclear, combustible nuclear, mineral radiactivo, fuente de radiación o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos, o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, intencionalmente realice actos en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra de la integridad física, emocional, o la vida de personas, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad o a un particular, u obligar a éste para que tome una determinación.
  2. Al que acuerde o prepare un acto terrorista que se pretenda cometer, se esté cometiendo o se haya cometido en territorio nacional.

     En Acámbaro, al estallar el coche bomba, tres policías resultaron heridos, ocasionando además daños graves a varias viviendas y siete autos, mientras que en Jerécuaro los terroristas, que lo son, hicieron estallar una patrulla: con todo el terror que producen esta clase de acciones delictivas. De hecho, escuelas y negocios cercanos cerraron o no abrieron sus puertas ese día.

      La gente y los medios en las poblaciones afectadas calificaron los atentados como «narcoterrorismo», término que producen urticaria a la delicada dermis de la nueva titular del Ejecutivo. ¿Cómo aceptar esa definición? Si para ella, su jefe, y la banda de la 4ta destrucción, también los narcos son pueblo. Eso por un lado. Por otro, sólo ellos, en su mente perturbada y ajena a la realidad deciden quién es “pueblo”.

      No importa que las bandas asesinas en Guanajuato, Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Tamaulipas, Zacatecas, Sonora, Veracruz, Baja California, Colima, Jalisco, San Luis Potosí, Chihuahua y demás tengan el narcotráfico como origen y base de sus ilícitas actividades (a las que aumentan el robo de gasolinas, secuestros, extorsiones, cobro de piso, control de precios a productos del campo y otros de consumo popular, como la tortilla, y un largo etcétera).

     Como no es terrorismo, según dice Claudia Sheinbaum, entonces los cinco decapitados en Jalisco (Altos norte) nomás se incomodaron de la cabeza. Que les pregunten a los familiares de los decapitados, de los acribillados en las cotidianas matanzas por todo el país, a los despojados de sus tierras, negocios, casas, vehículos, peor todavía, de sus hijos(as), a unos para intentar convertirlos en asesinos como ellos; a las mujeres para violarlas y prostituirlas (que no acceder en ambos casos, asesinarlos, desmembrarlos y tirarlos en fosas clandestinas que los gobiernos morenista no buscan jamás) si lo padecido es terrorismo o no.

     No, presidente(a), las cosas no son así. Negando la realidad llevará más temprano que tarde a México al abismo total, al caos que no deseamos. Usted sabe que le debe (aparentemente) el cargo a López Obrador, sin embargo, en estricto sentido de justicia, los sufragios fueron para usted, por tanto, su compromiso es CON TODOS LOS MEXICANOS, no sólo por los que votaron por usted. POR TODOS, Y USTED PROTESTÓ CUIDARNOS A TODOS OBLIGÁNDOSE A CUMPLIR Y HACER CUMPLIR LA LEY.

     No permita que estos huizacheros, estos truhanes del derecho le aparten del cumplimento de se deber. Sí es terrorismo, y México está en manos de más de 100 bandas de asesinos a las que hay que combatir con todo el peso de la ley (si queremos volver a la normalidad y a un auténtico estado de derecho). Un viejo proverbio mexicano dice, que “¡el que mata a puñaladas no quiera morir a besos!”. Mucho antes de que sus padres vinieran de Europa, éste refrán ya era viejo. Si desea en verdad responder a los reclamos de los mexicanos, haga valer la ley y combata a los criminales, esto, le aseguro, le dará legitimidad a su gobierno y le abrirá la puerta positiva de la historia.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Si Claudia Sheinbaum quiere que se le respete como presidente(a), tiene que comportarse como tal. Hasta ahora ha actuado como copia al carbón del tabasqueño. El pasado 2 de octubre, apenas iniciando su gestión al frente del poder ejecutivo federal, en lugar de mostrarse ante los mexicanos como una líder sin correa de mando, con independencia e ideas propias, con auténtica visión de estado, lamentablemente no lo hizo.

Dejó salir a la porra de la UNAM, a la eterna manifestante de causas sin causa, peor aún, olvidando donde se encontraba, arengó a sus correligionarios, a los manifestantes profesionales, a los que poco o nada aportan para el país, pero que se la viven gritando y reclamando, en este caso y ocasión: “¡Dos de octubre no se olvida!” ¿En verdad? ¿De ese tamaño es la titular del ejecutivo federal?

Habrá de decirle alguien que el día primero de este mismo mes, protestó CUMPLIR Y HACER CUMPLIR LA LEY, cosa que hasta el momento no ha hecho. Entre reclamar las muertes de Tlatelolco y comentar la condena contra García Luna: la que cobra como presidente(a) se le ha olvidado poner orden en el México del año 2024. ¡No en el de Díaz Ordaz, ni de Felipe Calderón! ¡EN EL DE CLAUDIA SHEINBAUM!

     México está bañado en sangre, dominado por bandas asesinas de todo tipo y tamaño, que su antecesor no solo permitió y alentó, sino que según hay indicios —son varios los libros de periodistas que han hecho exhaustivos trabajos de investigación en los que como se aprecia, AMLO debe ser sometido a juicio—, recibió varias ocasiones dinero de algunas, por lo que jamás les persiguió. De hecho, les visitó al pueblo rabón de Badiraguato hasta por seis ocasiones.

     En términos cerrados durante el obradorato se cometieron 250,000 asesinatos, el 98 o 99% de ellos impunes todavía (200 mil contabilizados, más otros 50 mil asesinados, pero no contabilizados por haber sido enterrados en fosas clandestinas, desmembrados o desbaratados con ácido).

Tan solo del 1 al 3 de octubre en Guanajuato se cometieron 32 homicidios (en Tlatelolco fueron menos; 30 según consta en las actuaciones judiciales que nadie ha desmentido, tiempo han tenido), prácticamente todos del orden federal o derivados de delitos federales. Es decir: que son de su competencia. Pero como es química (o algo así) y no entiende de leyes, SON DE SU INCUMBENCIA. Es parte de sus deberes detener esa violencia desbordada, diseñar estrategias para comenzar a desmantelar a las bandas criminales y remitir a las autoridades judiciales a la abundante fauna criminal. ¡Nada de abrazos!

En Acapulco esta semana los taxistas salieron a manifestarse y pedir protección del gobierno (QUE HASTA AHORA SOLO EXISTE EN LA NÓMINA Y EN LA CORRUPCIÓN —PARA LLEVARSE EL PRESUPUESTO—) pues al inicio de la semana mataron a cuatro de ellosy en la capital Chilpancingo, como todos sabemos, asesinaron y decapitaron al presidente municipal. La edecán ¿o es gobernadora? de ese Estado se limitó a expresar su asombro en una red social ¿En verdad: la tierra de los hermanos Galeana, de Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, Juan Alvarez, Ignacio Manuel Altamirano y demás, no tiene mas mexicanos(as) ilustres y patriotas? El impresentable y mafioso padre de la que cobra como gobernadora, ella misma, y una señora que dizque es presidenta municipal de Acapulco, muestran la orfandad republicana en la que se encuentran esos millones de mexicanos indefensos (ante tanto asesino despiadado).

       En el estado de Sinaloa, pero sobre todo en Culiacán, tienen más de un mes sumidos en una guerra entre las bandas de asesinos que mantienen aterrorizados a los ciudadanos pacíficos. Que los hay. No todos son delincuentes presidente(a). La economía se encuentra colapsada y no hay visos de normalizar, pues ni el gobierno federal, ni el local dan muestra de hacer algo efectivo. Fuera de pasear tropas en vehículos oficiales (como lo hacen desde el gobierno anterior) todo permanece igual.

      Los asesinatos en esa zona se acercan a los 200 y los desparecidos por cientos. Ni qué decir de robos y destrucción de vehículos de todo tipo, precio y tamaño, de la quiebra de pequeños negocios. Asaltos y robos sin que nadie defienda a los ya de por sí agraviados y humillados ciudadanos.

El asunto de fondo, y para no extendernos, es que los asesinos se sienten tan campantes con Claudia, como con López Obrador. Su violencia no para. Aquí en Jalisco esta semana 5 jóvenes en el norte de los Altos fueron decapitados haciendo gala los asesinos de su crueldad e impunidad. Terrorismo puro ¿Y la ley, y Claudia Sheinbaum, y Omar García, y el Ejército, y la Guardia Nacional, etcétera?

No extenderé mi comentario. Podríamos citar cientos de asesinatos cometidos esta misma semana en el país, pero la intención de fondo es que la nueva presidente(a) CLAUDIA SHEINBAUM PARDO asuma desde ya su responsabilidad y ponga un alto a tanta sangre. A tanta violencia y procurar el restablecimiento del estado de derecho. No es momento (ni tampoco la forma) de atacar al PODER JUDICIAL con una reforma estúpida, ilegítima y viciada.

Si realmente quiere gobernar a México, es momento del diálogo republicano, de unir fuerzas, de planear todos juntos y escuchar otros puntos de vista, y entre todos, procurar un México mejor (para todos). No sólo para los de su partido, pues nadie la eligió para presidenta de Morena, sino de MÉXICO. Es decir, de TODOS LOS MEXICANOS, por lo que quedarse en el 2 de octubre, o en lo que hizo García Luna, no nos ayuda ni resuelve nada. Presidente(a) SHEINBAUM: comprométase por el país, por todos los mexicanos, someta al orden legal y jurídico a los criminales, es la vía, téngalo por seguro que entonces sí tendrá el apoyo de los mexicanos. Pues ahora lo tiene solo por la pensión que se les concede de los impuestos. Y recuerde: ¡El ’68 no es más importante que el 2024!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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