Opinión
Columnas

Existe el respeto por los gobernantes, para eso les elegimos, la sociedad les concede esa responsabilidad. Lamentablemente en las últimas dos décadas la capacidad y eficacia de los gobiernos va en declive, por no decir en picada. Tal parece que los gobiernos del siglo XXI no entienden cosas fundamentales, carecen de sensibilidad y solo responden a señalamientos de los medios, colocando en puestos que requieren de los mejores y más preparados en la materia, a sus amigotes y cumplir con los compromisos de campaña. Las consecuencias están a la vista.

Y aunque los problemas en este sentido son de carácter nacional (sin distinción de partido político de origen), nos limitamos a Jalisco, en particular a una institución. El reciente ataque de una persona desquiciada contra la Procuraduría Estatal (Fiscalía siempre lo ha sido y cambiar el nombre no resuelve nada, solo produce gastos innecesarios) en la que hubo varios muertos y heridos, ha dejado al descubierto lecciones que no se quieren aprender. 

El gobierno del Estado de Jalisco se ha ido por lo más fácil, por buscar “culpables” y salir aparentemente airoso ante los medios (la opinión de los ciudadanos les importa un comino) ¿Despedir al Sub-procurador Rafael Castellanos y a otros funcionarios menores es la solución? La realidad es que nunca debió ocupar ese puesto, como muchos otros funcionarios en esa importante dependencia, pues el cargo reclama abogados penalistas con amplia experiencia en el ramo y un sentido de justicia perfectamente definido y probado ¿Por qué no llamar a abogados que han sido formados por esa misma dependencia con 20 o 30 años de servicio?, que saben el cómo, los porqués y las múltiples conductas de los delincuentes, que conocen perfectamente cómo integrar una averiguación para no ser rechazada por el juez de la causa ¿o se trata justamente de eso, de que se nieguen ordenes de aprehensión y autos de formal prisión?.

Todo indica que el criterio de los gobiernos actuales es mandar menos gente a la cárcel, más que nada por razones de carácter económico, que por cualquier otra cosa. Posición que de algunos años a la fecha ha producido un clima social de inseguridad a causa de tanta delincuencia e impunidad, como no se veía desde la época del Presidente Benito Juárez (durante la invasión francesa).

Considerar siquiera que cambiando algunos funcionarios y reforzar la seguridad de la entrada cambia las cosas, sería estúpido. En buena la hora que se cuiden los ingresos a la Procuraduría pues el riesgo de un ataque de alguna banda de la enorme fauna delincuencial siempre estará presente, pero ese no es el problema. El problema real es la IMPUNIDAD.

El cambio del sistema penal que nos costó casi dos siglos en perfeccionar ha sido una de las peores decisiones. En lugar de poner en los puestos clave a funcionarios capaces y experimentados que cuidaran y exigieran a todo el personal de la PGJE para que las cosas marcharan bien, tiraron a la basura lo que con tanto dinero, esfuerzo y muchos, pero muchos años de perfeccionamiento nos costaron a los mexicanos. Lo peor de todo es que para traer un modelo importado (yanqui, “of course”) que no funciona en absoluto y que resulta ajeno a nuestra manera de ser y pensar de los mexicanos.

Un modelo que según se comenta fracasó en Chile aun cuando por varios años se intentó aplicarlo ¿En qué cabeza cabe que el mexicano va a decir la verdad, que todos son inocentes y nadie es culpable de nada? Semejante barbaridad lo único que ha comenzado a abonar es la impunidad que ya campeaba a lo largo y ancho del país, pero que con el “nuevo sistema penal acusatorio” está creciendo de manera monstruosa.

Parece mentira que en un edificio tan pequeño como el de la Procuraduría en la Calzada Independencia, saturado siempre de trabajo, hubiera una eficacia tan palpable. En cambio en las amplias instalaciones actuales (Calle 14) nadie sabe nada, todo es improvisado, todos tienen miedo de opinar, de actuar, de hacer justicia (motivo por el cual existen todos en ese edificio, pero que lo ignoran), convirtiendo en elefante blanco una Institución tan necesaria como socialmente importante.

El individuo que asesinó e hirió a varias empleadas y una funcionaria de la Procuraduría además de estar enfermo, dejó por supuesto otro mensaje. A pesar de su enfermedad mental, padeció en carne propia la impunidad imperante en esa institución que debiera ser garante de estabilidad y justicia para el pueblo, que si bien es muy probable que su querella contra el dentista no fuera viable, a final de cuentas refleja la impotencia ciudadana contra una institución que debiera de atender sus justos reclamos.

Una cosa es que muchas personas vayan con simples chismes y asuntos que deben ventilarse en la barandilla municipal (no en la PGJE); y otra muy distinta que se niegue a casi todo mundo la justicia pronta y expedita que marca la Constitución.

El nuevo sistema penal carece de eficacia en una sociedad como la nuestra, impuesta e incluso enseñada a mentir desde el hogar: ¡Diles que no estoy! ¡Diles que ando fuera!, son algunas de las mentiras que aprende el niño mexicano en su hogar. Pocas son las familias donde se aprende el valor de la verdad y de sostenerla siempre.

Fraudes, robos, asaltos, saqueos, extorsiones (delitos multiplicados a causa de las nuevas tecnologías), abusos violentos contra ciudadanos, etcétera, hasta llegar a los homicidios que tienen aterrorizada a la sociedad: definen el clima de inseguridad imperante en Jalisco. Pero el gobierno del Estado no lo quiere ver, pretende vivir con invidencia, corriendo a funcionarios que con ellos y sin ellos la PGJE continuaría igual pues lo que se requiere es de un sistema que funcione y bien. El modelo de justicia importado no sirve. Dejar que el querellante lleve la averiguación, es como si el médico en el quirófano pidiera que el paciente se opere solo y él nomás cerrara la herida. ¡Urge hacer justicia a un pueblo dolido y harto de tanta delincuencia, con cuello blanco y sin cuello, organizada y sin organizar! No se olvide que el monopolio de la fuerza y la justicia le pertenecen al estado.

Urge pues meter a la cárcel a tanto violador de la ley penal, la sociedad no puede admitir que lo que en el Código Penal es delito, conforme al nuevo sistema penal no lo sea y el ciudadano agraviado se tope con la impunidad total (y una terrible frustración con un gobierno ornamental). El pueblo espera que se ponga freno a tanta impunidad ¿o usted que considera estimado lector? Agradezco a los quienes se han sumado a esta columna, ya son más de 3,000 por semana (sus cartas y comentarios son bien recibidos).

Correos recibidos: Ing. Fernando Guzmán, Rodolfo Aceves y Myriam Levy.

 

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Estamos ante uno de los episodios históricos más repulsivos, condenables e inesperados de la historia de México. La familia, institución milenaria de la que venimos todos los mexicanos (y todos los seres humanos), de un tiempo a la fecha se encuentra bajo el ataque feroz del gobierno, de un gran sector de la prensa, de ONG’S locales y extranjeras, pero sobre todo, de una minoría cuyos “derechos” han sido tomados como pretexto para desatar esta guerra despiadada y absurda. Socialmente suicida.

Todos provenimos de un padre y una madre, no hay de otra. Ni marcianos ni venusinos han dado muestra de existir ni de venir a mezclarse con los terrícolas. Se entiende que hay algunos casos de hijos procreados fuera de matrimonio, aun así, el padre y la madre han sido el factor decisivo y necesario para su existencia.

Que haya individuos que anden irresponsablemente engendrando hijos es condenable, aunque en muchos casos también la mujer debe saber cuándo detenerse en sus pasiones (de lo contrario se hablaría de una violación). Tener hijos no es un asunto intrascendente, es de tal manera trascendente, que para protegerles y dedicarse en amor para ellos que se formó la institución del matrimonio y con ello la familia cobró fortaleza y seguridad en todos los órdenes, convirtiéndose en la base de toda sociedad.

Lamentablemente el odio de algunos grupos minoritarios contra la familia, pero de gran amistad con la mayoría de los medios de comunicación (televisión, prensa, radio, e internet) se ha convertido en una guerra no declarada pero con batallas continuas en las que tanto la familia, como los padres y la fe están siendo atacados sin respeto ni tregua. 

La parcialidad y apoyo de los medios (a favor de homosexuales y una serie de grupos extraños que hasta hace poco no existían) ha sido de tal desvergüenza y descaro, que en todo foro y entrevista no disimulan su favor y solidaridad con ellos. Incluso la mayoría de periodistas y columnistas les apoyan para luego irse con todo contra la familia ¿Acaso estos comunicadores y periodistas no tuvieron un papá y una mamá como todos? ¿O su experiencia de familia fue tan terrible que le están apostando a que desaparezca la institución? Me adelanto al asunto. Los días de la humanidad estarían contados. Hasta ahora ningún hombre puede embarazarse ni parir muchachos. Conste.

El domingo 11 de septiembre los diarios publicaron las marchas a favor de la familia por toda la República. Las fotos daban testimonio de cientos y decenas de miles de ciudadanos que salieron a marchar de manera libre, respetuosa y pacífica (como lo marca la Constitución) a lo largo y ancho del país; sin embargo los periódicos no pudieron esconder sus afectos y parcialidad. En lugar de ejercer el oficio con la objetividad obligada, con el respeto al ciudadano pacífico: intercalaron fotos de cuatro o cinco individuos que con una pancarta arcoíris se oponían a la expresión de decenas de miles.

Se quejan de que ya nadie quiere comprar sus periódicos y no piensan que con su agresividad y menosprecio a sus verdaderos lectores ellos mismos están matando sus empresas y cancelando las suscripciones. Un padre de familia decide que es lo que se lee en su casa, no deben olvidarlo.

Igual le ha sucedido al gobierno. Invitan a Los Pinos a estos grupos minoritarios, que como ciudadanos valen lo mismo que cualquier otro, pero pasaron por alto que nadie debe entrar a Los Pinos ni a Palacio Nacional por sus gustos y desviaciones sexuales; sino por el simple hecho de ser ciudadano mexicano y comportarse con el decoro debido; de lo contrario los días de la República también estarían contados. Leer la historia del Imperio romano puede ilustrar a quien piense en contrario.

El Presidente Peña Nieto se mantuvo firme en su gobierno, aun cuando los golpistas de la CNTE y las huestes del Peje en todo momento han querido tumbarlo, porque había respetado la fe y la familia. En el momento que prefirió romper con las mayorías para buscar el apoyo de una minoría que aunque apoyada por los medios, perdió el apoyo de las bases (como dicen los políticos) pues no dejan de ser una minoría, gritona y agresiva, pero una minoría, y las próximas elecciones darán cuenta exacta de su gran error.

    Estamos en el llamado mes de la Patria y sería impensable que Hidalgo, Morelos, Allende, Guerrero, incluso otros hombres de épocas posteriores como Guadalupe Victoria, Gómez Farías, Benito Juárez, Melchor Ocampo, Villa, Zapata, Obregón, Elías Calles, etcétera, etcétera, permitirían guerra alguna contra la única institución que hace posible y viable la vida nacional: ¡La familia! ¿O usted que opina, estimado lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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El número de suicidios en Jalisco y en casi todo el país crece año con año sin que gobierno y sociedad hagan gran cosa para detener semejante desgracia. El año pasado (2015) hubo en nuestro Estado 483 suicidios, la mayoría de niños y jóvenes. En lo que va del presente (2016) suman ya 229 (sin contabilizar aquellos que pasan por “muerte natural”), lo que nos da una idea de la gravedad del problema, que como todo parece indicar, ni gobierno ni sociedad quieren verlo ni oírlo.

Pareciera que volteando a otro lado la situación mejorara, posición que además de absurda no ofrece acción alguna para detener la muerte de tantos inocentes. Ríos de lágrimas posteriores y tiempos de soledad y angustia previos dan testimonio de la pasividad.

El problema comenzó a crecer en la década de los noventa en el siglo pasado. En Guadalajara durante los años cincuenta y sesenta, el suicidio era cosa ajena a nuestra sociedad. Dolor desconocido para las familias. En los años setenta comenzó a aparecer de manera incipiente para desatarse a partir de la última década.

Quien escribe esta columna comenzó a detectar el problema y escribí algunos artículos advirtiendo el fenómeno. No se hizo caso, fue voz en el desierto. Pero como el problema continuara creciendo de manera escalofriante, decidí escribir un libro titulado «¡Quiero Vivir!» (año 2004). Por aquel entonces el suscrito colaboraba para una televisora local (propiedad de una nacional), por lo que pedí a quien dirigía los noticieros me permitiera abordar el tema y aportar algunas  reflexiones y conceptos que además de formar conciencia de lo que estaba sucediendo, ayudaran a que los jóvenes no se privaran de la vida.

El espacio me fue negado, y no señalo en absoluto a la televisora. Son decisiones de personas que la mayor de las veces carecen de sensibilidad social (y ante su prójimo), que no desean comprometerse ni comprometer su posición.

Las muertes de niños y jóvenes siguieron en aumento hasta la escandalosa cifra a la que se ha llegado; cáncer que flagela a la mayoría de los Estados de la República sin que se haga nada efectivo para remediarlo. Al contrario, con el ateísmo pragmático que se vive y la manera promiscua con la que están contemplando la sociedad, el desánimo para seguir viviendo va en aumento ¿Para qué vivir, piensan no pocos, sin futuro material y sin sentido eterno?

Simplemente en el Metro de la ciudad de México este año se han suicidado 15 personas. Semejantes expresiones de desesperación no son otra cosa que el último grito de la soledad de muchos. Un aquí estoy pero nunca me viste. Para que continúo sino hay nada por lo cual continuar. Sin Dios así es.

La causa de tanta muerte y desgracia, acéptese o no, son los cambios sociales. Hasta los años sesenta del siglo pasado, Guadalajara era una ciudad con otras costumbres radicales a las presentes. El pueblo de Jalisco en su inmensa mayoría creía en Dios y la fe cristiana era parte muy importante de su cosmovisión. Hoy las cosas han cambiado para mal. Un mundo sin futuro ni esperanza aterroriza a muchos a tal grado que prefieren salir por la llamada puerta falsa.

Padre y madre que le dan sentido, seguridad y firmeza a un hogar, hoy pretenden ser cambiados por dos personas del mismo sexo; como si Dios no hubiese dejado bien claro las funciones biológicas y sociales del hombre y la mujer. Gobiernos sometidos a las presiones del exterior (las Sagradas Escrituras lo señalan “el que pide prestado es siervo del que le presta”) se han prestado para las peores abominaciones posibles.¿Dónde quedó la dignidad de los gobiernos liberales del siglo diecinueve y los revolucionarios del veinte?

Hoy cualquier yanqui, FMI, BM, organismo de la ONU, ONG o lo que usted quiera y guste, viene a decirle a nuestro(s) gobierno(s) lo que se tiene qué hacer. Aun cuando naturaleza y principios le niegan tales imposiciones. Soberanía e independencia son palabras en desuso entre los gobernantes, que rendidos ante el becerro de oro y el dios eros, han dado suelta a perversiones sin cuenta. Pervertidos que a gritos reclaman tolerancia y son incapaces de tolerar a quienes mantienen todavía, gracias a Dios, las creencias que por miles de años han sostenido a occidente.

Y es que cuando una sociedad le da la espalda al Creador y rechaza su mensaje de amor y salvación (Biblia) ¿qué le queda? ¿Vivir qué, cincuenta, sesenta o setenta años sin sentido? Aunque el texto sea profano, ya lo dijo el poeta de Aguascalientes “nada te llevarás cuando te marches”.

El punto fundamental que olvidan es que al marchar de este mundo se enfrentarán ante Dios, y con Él no hay impunidad como en nuestros actuales gobiernos (de todos los niveles y de todos los partidos). El Dios justo y santo espera a unos y otros al final de la jornada, a unos como Padre con los brazos abiertos. A otros como juez severo. Cuestiones que hasta hace veinte o treinta años cualquier persona lo sabía.

Líderes de la religión judeocristiana (rabinos, sacerdotes y pastores) deben redoblar los esfuerzos para llevar el mensaje divino a las nuevas generaciones, pues con en el conocimiento de Dios la vida cobra sentido existencial. Las grandes respuestas de la vida se contestan con el conocimiento de Dios, al saber quiénes somos, a qué venimos, hacia dónde vamos y cómo llegaremos bien a la eternidad.

El gobierno, si en verdad quiere detener la muerte de tantos niños y jóvenes, no los agredan en sus creencias ni en su dignidad corporal. Eso por un lado, por el otro, deben poner orden en casa pues sin duda que los gobiernos a partir de la llegada de Acción Nacional al poder, todos, repito, todos se han sumido en el estercolero de la corrupción como nunca se había visto, situación que lejos de detenerse continua como bola de nieve en la ladera. Perdidos por la ambición ¿podrán pensar en su prójimo triste?, ¿en el ciudadano que carece de estímulos para enfrentarse la vida en una sociedad en la que tal parece que solo en la política y en el narcotráfico puede haber éxito material?. La vida de no pocos depende de lo que se haga, y pronto. Ya es tiempo que vean el problema y oigan los gritos de los desesperados.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Correos recibidos: Hilda Gómez, Carolina Tacher, Yeanette Levy, Lourdes Solis, Patricia Hernández, así como a todas las demás personas, muchas gracias por sus palabras.

Email: mahergo50@hotmail.com

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Aunque se desee ser positivo, evitar la crítica y los señalamientos y subirse al carro de los optimistas, lo cierto es que resulta imposible. La terca realidad se empeña en mostrarnos lo contrario a lo que nuestros gobernantes y satélites que les acompañan aseguran ver.

En lo personal, y perdón por hablar en primera persona en un espacio periodístico, pero como tapatío y jalisciense conozco y he vivido el tema (como persona) lo cual me permite discrepar con elementos de juicio. No con puntadas u opiniones de técnicos de escritorio, sino con lo que Dios me ha permitido ver durante casi siete décadas de vida, de ahí que ver como nota principal de conocido diario local que “Jalisco lidera acciones contra cambio climático” me sorprendió de sobremanera. Por no decir me indignó.

Tal parece que nuestros gobernantes, cibernéticos por formación y decisión, llegan a creer sus propias invenciones (para no decir mentiras). Declaran en los medios una cosa ―ejercicio que les agrada de sobremanera― y llegan a pensar que son una especie de diositos del Olimpo que con su solo dicho las cosas se hacen o cristalizan. Me da pena ser un aguafiestas, pero las cosas no son así.

Todo proyecto en la vida requiere de esfuerzo, inteligencia y trabajo, algunos de mucho, sin olvidar los recursos económicos (punto al que nuestros políticos le ponen total interés, aunque a lo demás le pierdan todo). Declaran en la tele, la radio o los periódicos acerca de sus maravillosos “planes” y a los pocos días se olvidan del asunto, como si lo que dicen se hiciera solo.

El eufórico gobernador de Jalisco en la reunión de la II Cumbre de Cambio Climático de las Américas celebrado en Guadalajara no deja de sorprendernos, más por su entusiasmo, que por su objetividad, pues hasta ahora las palabras han superado a sus logros, y con mucho. Y es que en tanto que el ciudadano común ve con impotencia que su entorno natural es depredado, degradado, saqueado y dañado sin que el gobierno haga gran cosa, y el gobernador se levanta a sí mismo con una retórica triunfalista ajena a la realidad.

Hagamos un breve recuento de nuestro tema. Hasta los años ’60 y principios de los ’70, por señalar un caso, viajar de Guadalajara a la costa rumbo a Melaque permitía con facilidad hacer un inventario visual de los activos naturales de Jalisco. Las zonas boscosas entre Cocula, Tecolotlán y Unión de Tula mostraban al viajero la imagen real de sus riquezas, luego la sierra del Corcovado entre Unión de Tula y Autlán mostraba la sierra madre occidental con todo su esplendor. Claro, había pocos viajantes porque la carretera era de terracería y comenzaba el pavimento hasta el paso del puente antes del pueblo, toda vez que la minera Autlán había costeado la carretera hasta Manzanillo (para sacar el manganeso).

Comenzar a bajar la sierra de Autlán rumbo a Melaque era todo un espectáculo. Los pinos comenzaban a disminuir en número para ser superados por árboles  y maleza de zona selvática, cuya intensidad iba creciendo hasta que la carretera era literalmente sombreada por las copas de los árboles y las guías trepadoras. Aquello era un espectáculo bellísimo e impresionante, con algunos pequeños claros, para luego retornar al mismo pasaje sombreado. Miles de pericos con sus gritos y relajo ponían la música a la selva, en la que parejas de guacamayas de diversos colores aparecían de vez en vez. Ese era el paisaje desde la sierra de Autlán hasta Melaque.

Treinta años después transité con horror por esa misma carretera. No podía dar crédito a semejante depredación en la que madereros sin escrúpulos, gobiernos y funcionarios indolentes o corruptos (o ambas cosas), así como campesinos ambiciosos, además de destruir la selva, intentaban hacer tierras de cultivo a las que la naturaleza concedió otra vocación.

  Ya situados en la zona metropolitana de Guadalajara, se ha de señalar que en el año 1965 por la Avenida de los Ingenieros (hoy López Mateos) la ciudad se terminaba en lo que hoy se conoce como Plaza del Angel, en adelante pequeños lunares de algunas colonias existían (Plaza del Solo todavía no se construía), y algunos kilómetros adelante dos Aguilas monumentales daban el adiós al viajero que tomaba ya la carretera al sur de Jalisco (hoy la del lado oriente alberga una unidad administrativa).

     El bosque de la Primavera era cuando menos al doble y los paseos de los tapatíos a las zonas arboladas y boscosas de las afueras de Guadalajara era cosa de todos los fines de semana. Costumbre desaparecida a causa de la fauna criminal ¿quién va arriesgarse con su familia a que lo maten o lo agredan? La cuestión es que bosque había por diversas zonas de Jalisco y los inventarios madereros eran inmensos, hoy son cosa de la historia (y de los fantasiosos inventarios oficiales).

     Los Colomos empezaban en la carretera vieja a Zapopan, hoy avenida Américas (frente a la agencia Ford), valga decir que al bosque original de Los Colomos en menos de un siglo le han robado cuando menos el 70 por ciento de su territorio, y que sepamos, no hay paracaidistas en la zona ¡Pura gente “bien”!. Así que saque el lector sus propias conclusiones.

Parques y jardines de la ciudad eran en los años cincuenta y sesenta una belleza. Por lo general contaban con jardineros de planta que les daban el cuidado necesario. Luego vinieron los ambiciosos depredadores que eliminaron a todos esos jardineros, para implementar “cuadrillas” que supuestamente hacen todo pero nada arreglan, pues la ciudad está inmunda, deforestada, matorraluda y sin jardines. Los camellones ni se diga, son una vergüenza. Eso sí, crecieron la nómina tapatía en miles de gentes.

    ¿Quién no recuerda la señorial avenida Lafayette (hoy Chapultepec)? convertida en la actualidad en tianguis horrendo, en caja chica que se remodela cada trienio a un millonario costo, sin que siquiera se reponga el arbolado que se ha perdido.

     A propósito de arbolado urbano (y en el campo), cada día son menos y en los informes gubernamentales aparecen millones sembrados ¿dónde, cómo, de qué tamaño? Entre las tormentas que saben azotar la capital de Jalisco y las plagas forestales, nuestro arbolado merma y sufre, pero eso sí, «líderes en cambio climático» ¡Por favor!

Así que en medio de un panorama forestal y ambiental tan adverso, el gobernador Aristóteles se comprometió en el susodicho foro a reducir en un 80% la deforestación ¿En verdad? Lo cierto es que con el miserable inventario de naturaleza que nos queda, no se debe (de que se puede, se puede, lo hemos visto y padecido por medio siglo) permitir el corte de un solo árbol más. La cultura de uno cortado por tres o cuatro sembrados tiene que radicarse para siempre en Jalisco. De manera que liderazgos climáticos entre políticos y en los medios no cuentan; cuentan aquellos que se ganen trabajando por un Jalisco mejor sin tantas palabras y más hechos ¿O usted qué considera, estimado lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

 

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