Opinión
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La capacidad de asombro del ciudadano está rebasada, los hechos cotidianos corroboran la ineptitud, torpeza y calidad ornamental (a un altísimo costo económico y social) de la mayoría de los gobiernos, en todos los órdenes , y de todos los partidos. Un día sí y otro también nos enteramos de cada cosa y cada lío en que se meten nuestros gobernantes, que nos cuesta trabajo creer que con semejante “inteligencia” hayan llegado al cargo.

Cosas veredes, le advirtió el rey Alfonso al famoso Cid Campeador (aunque el original era “cosas tenedes”) y los mexicanos no terminamos de ver tanto desfiguro, latrocinio, saqueo, impunidad, complicidad, incapacidad, soberbia, despilfarro, hipocresía, farsa, indolencia, insensibilidad, perversión, etcétera, etcétera; lastres multiplicados entre la clase gobernante a lo largo y ancho del país. Y si los jefes presentan semejante perfil, sus amigos y compinches que les llevaron al poder, no mejoran el cuadro oficial ante la sociedad.

El viejo liberal que luego se convirtiera en dictador, decía que “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. En este siglo, paraíso de los hijos de Narciso y los adoradores del dios Mammón, el estado mexicano en todas sus instancias se ha poblado de cada espécimen enemigo del pueblo y de la Patria, que la frase porfirista tendría que cambiar a: “Tan cerca de Mammón, y tan lejos del pueblo mexicano”; ya que de Dios se alejaron hace mucho tiempo, basta salir a la calle de cualquier ciudad o pueblo de México para corroborarlo. Costumbres, violencia e impunidad lo certifican.

Pero no están solos, un gran sector de la prensa y medios electrónicos les acompañan en su aventura. Un país no se traiciona solamente vendiendo parte del territorio. López de Santa Ana ha sido dejado a manera de tiro al blanco y para la auto exoneración de muchos, lo cierto, sin embargo, es que a un país se le traiciona y vende de muchas maneras.

Cuando se deja al ciudadano a su suerte en medio de forajidos y cárteles de todo tipo. De cárteles matizados de legalidad capaces de lograr mediante juicios amañados la construcción de mega edificios no permitidos (como está sucediendo en Guadalajara) puesto que no existe infraestructura hidráulica y urbana que soporte semejante impacto, residuos y necesidades de agua. Por decir lo menos.

Cárteles que cobran extorsión al campesino, derecho de piso al tendero, al de la farmacia, al del restaurant, al taquero, a todo aquel que trabaja decentemente y mantiene al país de pie. Los hay con disfraz de sindicalismo (cuando en realidad se trata de una falsa guerrilla) como es el caso de los maistros de la CNTE y socios golpistas.

Ante gobiernos de utilería ―como es el caso de Jalisco― hay cárteles incluso en instituciones donde supuestamente se vela por la justicia, como es la Junta Local de Conciliación y Arbitraje. De ninguna manera nos referimos al derecho del trabajador que ha sido despedido injustamente. Estamos hablando de la corrupción absoluta y total del derecho laboral, al convertir este tipo de juicios en un mega negocio privado en que diversos cárteles de abogados (los hay por puños) tienen a la planta laboral en Jalisco de rodillas, pues cualquier trabajador los puede demandar con o sin razón y pedir exorbitantes cantidades muy por encima de lo que realmente ganaba, pues las autoridades laborales en una permisividad total ¿o complicidad? les conceden cuanto piden. Se han apartado del derecho y la justicia para caer en la simple extorsión. Una extorsión más efectiva que cualquier asalto bancario puesto que una supuesta “legalidad” protege a los carteles.

La palabra del trabajador es absoluta y la del patrón no vale nada, como si la verdad y la justicia fuesen patrimonio de clases y no el resultado de la formación individual del ciudadano. Es tal el control de los cárteles laborales que el trabajador es simple pantalla para la extorsión “legalizada” pues los manejan a su antojo y nunca los presentan a las audiencias, como siempre se hizo. Asunto del que ya nos ocuparemos más adelante.

El ciudadano vive aterrorizado por tanta delincuencia que le asedia y los medios le recetan en la noche el secuestro entre narcos. Habiendo sido seducido con el cuento de la “democracia” la nueva, inútil y costosísima clase política, le ha engañado una y otra vez.

“Nos subiremos el sueldo para no robar”, dijeron los panistas cuando llegaron al poder en 1995, como si los principios estuvieran sujetos a tarifas, y se los subieron y mucho, hasta el infinito. “Disminuiremos la burocracia”, dijeron, y la han aumentado hasta en un 600 y 700 por ciento. “Acabaremos con la corrupción” y lo cierto es que en la historia de México nunca habíamos visto tanta y con tantos ceros a la derecha. Donde se le escarbe apesta.

Aparte hipócritas. Cuelan el mosquito y se tragan el camello como dijo Jesús, se desgarran las vestiduras con la tesis de un estudiante de derecho, lo cual hace la mayoría por desconocimiento de cómo hacerlo o por simple pereza, y los mega corruptos lanzan gritos desgarradores a treinta años de distancia. Ver para creer.

Esta semana en Jalisco nos enteramos de la detención de un mafioso, socio en andadas (asaltabancos, pues) del hermano de un ex gobernador famoso por su estado etílico y grandes desfalcos de los que todavía no entrega cuentas y la Auditoria del Estado tampoco se las pide, el Congreso menos ¿para qué son los cómplices?, perdón, los amigos.

La cuestión es que el mafioso es amigo de casi todos los nuevos políticos y tiene relación e incrustada parte de su familia en los Ayuntamiento de Guadalajara, Tlajomulco, Puerto Vallarta y vaya usted a saber dónde más. Hacen gran alharaca cuando el gobernante contrario es exhibido, pero cuando les toca a ellos son “víctimas” de vendettas políticas. ¡Por favor…!

Un caso que ilustra la situación de los gobiernos en México, es el campesino de Oaxaca que mató tres conejos para llevar que comer a casa y tiene varios meses en la cárcel. Mientras que los maestros vándalos en ese mismo Estado tienen años robando, saqueando, destruyendo edificios públicos y privados, quemando autobuses y autos de particulares, provocando con sus delitos pérdidas por miles de millones a empresarios locales, nacionales y extranjeros y gozan de total impunidad. Así que gobiernos, lo que se llama gobiernos, no tenemos; apenas franquiciatarios políticos con licencia para todo lo malo, todo lo inútil, todo lo estéril, todo cuanto les represente negocio y botín (sin distinción de partido al que se pertenezca) puesto que el pueblo no les interesa ¿O usted que considera, estimado lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La visión del profeta en la sociedad siempre ha sido indispensable para entender tiempos, errores y circunstancias. El gran filósofo español Ortega y Gasset lo decía con todas sus letras: “Eludo precisar a qué gremio pertenecían los profetas. Baste decir que en la fauna humana representan la especie más opuesta al político. Siempre será éste quien deba gobernar, y no el profeta; pero importa mucho a los destinos humanos que el político oiga siempre lo que el profeta grita o insinúa… Cada vez es menos posible una sana política  sin larga anticipación histórica, sin profecía. Acaso las catástrofes presentes abran de nuevo los ojos a los políticos para el hecho evidente de que hay hombres, los cuales, por los temas que habitualmente se ocupan, o por poseer almas sensibles como finos registradores sísmicos, reciben antes que los demás la visita del porvenir” (La rebelión de las masas, Porrúa, pág, 231).

Para desgracia de las sociedades posmodernistas el menosprecio a todo lo que se relacione con la fe judeocristiana le ha llevado a extremos por demás negativos. En su desvarío, políticos y líderes son capaces de confiar más en el chamán, el esotérico o en el “experto” (por lo general jóvenes con apenas algunos conocimientos en cierta materia, pero ajenos a la experiencia y a la seria reflexión), pero incapaces de acercarse a los viejos con sabiduría, experiencia y conocimientos.

Ni qué decir de aquellos que tienen que ver los asuntos espirituales. Los detestan y condenan en los medios pues como advirtiera nuestro gran pensador y hombre de letras Alfonso Reyes: “En nuestros días, la crítica solo cree ver escritores profundos… en aquellos que le piden cuentas a Dios”.

Hace 26 siglos aproximadamente, Dios le pregunta al profeta Jeremías «¿Qué ves tú, Jeremías?» (1:12) y Jeremías le responde lo que él veía. Hoy en día faltan en la sociedad aquellos a los que el Creador les habla a través de la situación que guarda la humanidad, los países, las ciudades. Su respuesta no se oye, no se conoce en los medios. Han sido silenciados o enviados al ostracismo (a excepción de unos pocos).

Sociedades dominadas por la violencia, el escándalo, las perversiones sexuales (y el interés desmedido de gobiernos y medios por apoyar y aprobar legalmente lo antinatural) dedican su energía y recursos a asuntos de poca importancia o de plano contrarios al bienestar y futuro de la sociedad.

En el caso de la ciudad de Guadalajara ¿Es sensato dedicar una millonada a estacionamientos para bicicletas y a la compra de bicis? (sin atender en absoluto las vialidades que utiliza a diario el ciudadano en su automóvil). Trayectos de 15 minutos se convierten en 45 o en una hora a causa de la pésima condición de las vialidades, a su deterioro y descuido absoluto, pues no existe ya ninguna vigilancia vial, por lo que cualquier conductor se estaciona dónde le viene en gana (tomando para sí un carril, duplicando de inmediato el tráfico en el carril vecino), incluso en doble fila. El caos reina y los gobiernos en babia.

Los conductores tortuga, que además de tráfico producen contaminación, se han convertido en verdadera plaga urbana, pues igual de nocivo es el exceso de velocidad como la lentitud extrema. La expedición de licencias de conducir se ha convertido, como casi todo lo que hacen los gobiernos del siglo XXI, en simple caja recaudadora, en lugar de ser institución que asegure la capacidad de la persona para conducir un vehículo. La multitud de choques por alcance son una bofetada a Vialidad como también a los Ayuntamientos.

Así que incapacidad para conducir; calles colapsadas por falta de vigilancia y mantenimiento, como la ausencia total de obras de infraestructura vial; son una bofetada en el rostro de gobiernos cínicos, corruptos e incapaces. Pero aun así no reaccionan.

Es obvio que la ausencia de visión y voz de los profetas sociales se refleja en la condición que guardan las cosas, que en el caso de la zona metropolitana de Guadalajara, ha llegado al límite. Al suicidio urbano que nadie advierte y que todos callan, incluso aplauden como si se tratara de un logro.

La ambición económica y política los ha perdido. Capaces de traicionar a sus partidos de origen, los políticos en el poder traicionan todo, excepto su egoísmo y ambición desmedida, pues con ellos mismos son fieles hasta la muerte.

     Una vez que se hicieron del poder, eliminaron a los viejos, sobre todo a los que sabían y tenían experiencia, dedicándose en lo que va del siglo a hacer no pocas tonterías; desde levantarle frívolamente las naguas a la  horrenda estatua de la Minerva para ver si tiene várices (y curarla a millonario costo); hasta eliminar los planes de desarrollo urbano de los años ’60 y ’70, dando paso al crecimiento vertical de la ciudad mediante una fiebre desbordada de edificios y con ello llevando a la ciudad al suicidio.

Ambición y soberbia también los han enceguecido. Han pasado por alto cosas elementales y fundamentales para toda ciudad, como es el caso del agua potable, drenajes y vialidades. Con infraestructura diseñada para los años sesenta y setenta del siglo pasado, han autorizado ―los permisos de construcción cuestan mucho dinero y son fuente a borbotones de corrupción― han dado paso a un nuevo modelo de ciudad que nunca debieron de autorizar, olvidándose de diseñar y construir la infraestructura subterránea que se requería, autorizando en su locura (a causa de la ambición) decenas y cientos de edificios que requieren de servicios hidráulicos que no existen (agua, drenaje, colectores),pero que tarde o temprano colapsarán los que ya se tenían. Eso sin contar con los problemas en superficie a causa del tráfico que producen.

Y es que no es lo mismo la construcción necesaria de hoteles para recibir al turismo o al viajero, que la plaga de enormes edificios que solo producen tráfico y contaminación en una sociedad que tiene casi 30 años sin nueva infraestructura vial; sin que se construyan nuevos y más grandes colectores para los desechos residuales y sin asegurar siquiera el agua necesaria para Guadalajara (andan ocupados en enviar la del río Verde a León, Guanajuato).

Dominados pues por sus ambiciones, los gobernantes de la zona metropolitana nos recuerdan la frase lapidaria de Ortega y Gasset: “Domina todas las cosas, pero no es dueño de sí mismo. Se siente perdido en su propia abundancia. Con más medios, más saber, más técnicas que nunca, resulta que el mundo actual va como el más desdichado que haya habido: puramente a la deriva”. ¿O usted que opina, estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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La condición política que guarda el país es por demás peligrosa. Lo peor del caso es que parte de los actores que están obligados a preservar la estabilidad son este momento parte del problema. Ceguera, torpeza, protagonismo, ignorancia y egoísmo definen el perfil de estos actores, que indignados o dolidos por reclamos que pueden ser legítimos, han equivocado el método y el rumbo, sumándose a manera de tontos útiles a fuerzas y proyectos que les son ajenos, coadyuvando con ello a los planes de los golpistas. A debilitar la República y el estado, entes con los que no se debe jugar (a no ser que se desee un cambio radical y violento)

La ausencia de reflexión, debido quizá a la economía, modernidad, hedonismo y tecnología que les domina, les ha impedido analizar con frialdad y objetividad la realidad nacional. Como resultado de este explosivo cóctel, sin pretenderlo han hecho suyo el guion escrito por el perdedor de la elección presidencial del año 2012 (y socios en la aventura), ante esto, la estabilidad nacional cotidianamente corroe sus pilares con acciones que le debilitan, venidas absurdamente de quienes debieran entender y preservar dicha estabilidad, plegándose involuntariamente al plan perverso del falso mesías cuya ambición por el poder carece de límites y antecedentes en el último siglo.

Plan que desde este espacio se ha señalado una y otra vez y en el que la figura del Presidente Peña Nieto se ha convertido en el blanco de todas las críticas del país, pasando por alto que ninguna nación puede ser gobernada por un solo hombre. Quizá los genes aztecas siguen dominando el inconsciente de no pocos; nostalgias del sometimiento al emperador y la espera de todo de un hombre; lo cual además de absurdo, refleja el atraso intelectual y la inmadurez de quienes piensan así.

Ciertamente el Presidente ha cometido muchos errores, pero también ha logrado muchos aciertos, que sin ponerlos en la balanza (no es el propósito del presente comentario), lo único que se ha visto y percibe con aumento es la crítica virulenta contra el titular del poder ejecutivo. Por cierto con el apoyo irresponsable ¿o comprometido? de no pocos medios escritos y electrónicos, a los que se han sumado las huestes pejistas en las redes sociales y el youtube. No hay espacio que no se utilice para golpear la figura presidencial.

Nadie, por muy capaz y sabio que sea puede sostenerse recibiendo todos los días y a todas horas solo críticas. Esta situación es por demás nociva para el país, como también para los que las vierten cuando carecen de sustento pues envilece a quien difama o afirma sin verdad.

Todo empezó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2012) en la que algunos medios aseguraron que el presidente “nunca había leído siquiera tres libros”. Semejante aseveración además de falsa resultó tendenciosa y perversa. Responder cuales son los tres libros que más han dejado huella en la vida de una persona requiere de reflexión antes de contestar, pues no se trata de un examen de primaria, sino de reflejar la mentalidad y formación de una persona (cosa que los medios impidieron en la FIL, al retirarle de inmediato el micrófono y poniéndose desde entonces al servicio de los enemigos del actual régimen).

Y es que podemos estar en contra de acciones tomadas por un gobierno, de algunos de los integrantes del gabinete (por su incapacidad, soberbia, indolencia o lo que sea), pero de lo que no se puede estar es en contra del estado en sí. Ninguna sociedad por muy “democrática” que se crea podrá permanecer de pie sin guardar las reglas fundamentales del contrato social.

Nadie le reclama sus muchos deberes a los gobernadores, a los presidentes municipales, senadores, diputados, congresos locales, secretarías federales y estatales, suprema corte y poder judicial local, procuradores, policías estatales y municipales. Como en la obra de Lope de Vega, todos a una culpan al Presidente Peña Nieto, como si en México él fuera el único gobernante sobre el cual recayesen todas las responsabilidades nacionales, estatales y municipales. Semejante visión de las cosas además de absurda, refleja la insatisfacción social de muchos, pero no es culpando a alguien (que en muchos de los asuntos que se le culpa y achaca sea inocente) como se resolverán las cosas.

Se requiere y con urgencia, que cada grupo social haga un alto. Que cámaras empresariales, comerciantes, hoteleros, restauranteros, universidades, profesionistas, amas de casa y cuanto inconforme haya en el país, analice con objetividad la situación que guarda el país y buscar la manera, siempre con la ley como punto de partida, para exigir a quien corresponda, solución a los múltiples problemas que nos aquejan, de tal manera que ya no se le siga el juego a los golpistas que no han cejado en su intento de derribar a Peña Nieto. Las consecuencias serían desastrosas.

¿Quién ha exigido que se pare con la ley a los golpistas? Lo cierto que desde los medios hemos sido algunos pocos. La mayoría se ha dedicado a proteger a los ayotzinapos, a los maistros de la CNTE y socios, que ante la impunidad lograda han desatado su guerra de guerrillas huehuenche (pues hasta para eso son chafas) con todo descaro y apoyo mediático.

En su momento pocas voces dijimos que Gabino Cué no era el candidato idóneo para gobernar Oaxaca, toda vez que su principal apoyo eran los belicosos maistros de la CNTE. El tiempo nos dio la razón. El problema es que este gobernador cínico e inútil les ha dejado hacer a los vándalos todo cuanto han querido. Los oaxaqueños han sido durante su gobierno rehenes de estos zánganos que nada producen excepto pobreza y violencia. Cué cobra como gobernador, pero no cumple con sus responsabilidades, pero tampoco nadie le exije.

Pero no es el único, por todos los rumbos de la geografía nacional y en los diversos niveles de gobierno, encontramos de estos especímenes tan onerosos como inútiles, que aprovechando el plan de desestabilizar al actual gobierno nadan de muertito (en tanto que ellos llenan sus alforjas con los dineros públicos).

Mientras tanto el Presidente en medio de escándalos reales y artificiales (para destruirlo) no ha sabido cómo defenderse ni cómo defender al país, situación que debe resolverse entre todos los que tienen acceso al poder público y pueden coadyuvar a poner orden. Ya se dijo, no es tarea de un solo hombre. Es tiempo que gobernadores, presidentes municipales, procuradores, jefes de policía y demás, en lugar de buscar como enriquecerse hagan cumplir la ley como protestaron. Y los demás a apoyarlos, no acusarles de represores. La represión es otra cosa.

El daño ocasionado por esa psicología color de rosa que a la disciplina y el orden clasifica como represiva (iniciada en los hogares y hoy reflejada en la vida pública) debe concluir. Quien tenga temor de hacer valer la ley, que en ocasiones conlleva derramar sangre (basta conocer la historia y la conducta humana), deberá en lo sucesivo de abstenerse a participar para un cargo de elección popular pues es parte de sus deberes. La estabilidad de la Nación es una enorme responsabilidad y no podemos permitir que se siga jugando con fuego ¿o usted que opina estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

 

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Siempre las cosas pueden ponerse peor. El cuadro que presenta nuestro país además de terrible, anuncia peores tiempos de no ponerse un alto a tantísimos derroches, que sumados a la archi corroborada incapacidad gubernamental en casi todos los niveles y de todos los partidos políticos, lo cierto es que futuro de México es para deprimir al más optimista.

Nuestra clase política, entiéndase presidencia, gobernadores, secretarios federales y estatales, senadores, diputados, ministros de la SCJN, partidos, derechos humanos, INE, y demás funcionarios de la elite gobernante ―salvo honrosas excepciones que confirman la regla―, viven en una especie de Nirvana creado artificialmente por ellos, claro, con la ayuda de los medios (y mediante sumas multimillonarias) en el cual las cosas se miran de un modo totalmente distinto a como lo vemos los mexicanos, los que no cobramos ni nunca hemos cobrado en la nómina oficial.

¡Pero, vamos!, cómo no ver las cosas “bien” cuando se tiene un sueldo de 200 o 300 mil pesos mensuales, cuando las prestaciones suman anualmente cifras de cinco o seis ceros a la derecha. Cuando se tienen autos de sobra, de los mejores, con guardaespaldas que les abran el paso, incluso helicópteros para que no les estorbe el tráfico al que el peladaje está sujeto (sin contar las marchas y manifestaciones de los atilanos salvajes, perversos y parásitos de la CNTE). Cuando los cortesanos les entregan informes y encuestas de que todo lo que hacen está bien y el rumbo del país, del estado o del municipio avanzan como nunca antes.

Sus horrendos y ofensivos derroches ya no los ven. Mega sueldos, mega prestaciones, mega sueldos para sus amigos y cuates (que son colocados de asesores, secretarios, ayudantes, etcétera, aunque no muevan un dedo), viáticos, gastos superfluos, vehículos que debieran de comprarse con su sueldo y no del erario, mandar hacer uniformes de la secretaría, del congreso, del estado, del municipio, o de lo que sea, pero siempre para ayudar al amigo (o al cómplice), la creación cotidiana de costosísimos escenarios para que se luzcan, como los miles de millones que anualmente se gastan en televisión, radio y prensa, los toman ya con tanta naturalidad que ni siquiera los ven. No perciben que al ciudadano que le cuesta tanto esfuerzo y trabajo subsistir le irrita con impotencia tanto derroche, sobre todo cuando se consideran los pobres, sino es que nulos resultados. No se diga para los que vivimos en otras épocas y tenemos la capacidad de comparar y reprobarlos.

Los partidos políticos no son ajenos a este aquelarre de miserias morales y ofensivos derroches. Las ideologías ya no existen, han dejado paso a un pragmatismo simplón y rampante en el que palabras como izquierda y derecha apenas sirven para distinguir sus extremidades, no para describir posiciones políticas como en la Asamblea Nacional francesa a finales del siglo XVIII. Convertidos en simple agencia de colocación, verdaderos pájaros de cuenta arriban y en no pocos casos ocupan puestos de importancia en detrimento de la vida republicana, no se diga de los dineros del pueblo, que a final de cuentas es lo único que parece interesarles.

Y voltear a otras instituciones no ayuda, tenemos el caso del INE, tan oneroso como inútil. ¿Para la clase de gobiernos que hemos padecido en los últimos 25 años necesitamos del INE? Si esa es la clase de “democracia” que nos ofrecen, era radicalmente mejor y más efectiva la que tuvimos durante los años 40, 50 y 60 del siglo pasado; época en la que los índices de crecimiento económico sostenido son los mejores en la historia de nuestro país. Tiempo en el que las elecciones eran baratas y los resultados mejores ¿Le importará mucho al pueblo que los votos sean vigilados y controlados a tan altísimo costo para la clase de gobernantes que tenemos?

Producto de esta nueva democracia (las nuevas generaciones deben saber que antes no vivíamos en ninguna dictadura y nuestras condiciones eran mucho, pero mucho mejor ―y no existían esas diferencias sociales tan marcadas como las del presente―) es la obesa, improductiva y derrochadora burocracia mexicana. Para dondequiera que voltee el ciudadano el trabajo de uno en el gobierno es, no realizado, sino cobrado en 5 y hasta 10 plazas, lo que hace que la carga impositiva para el que paga impuestos resulte asfixiante.

Un caso por demás ilustrativo es la nefasta CNTE; símbolo patético del más putrefacto y corrompido sindicalismo a la mexicana. Profesores que no lo son, pero que cobran como tales, miles de ellos en la nómina oficial pero que carecen de una escuela donde impartir clases; que dicho sea de paso y de hacerlo, se reducirían a como producir bombas molotov, cómo robar el peaje de casetas en carreteras, incendiar edificios públicos y vehículos, aunque en segundo grado las materias pueden ser “cómo derrocar un gobierno legítimo para colocar uno al estilo chavista”, “cómo robarse autos nuevos en la agencia o de la madrina sin que nadie te persiga”, incluso cursos más elevados de “cómo convertirse en un ente de poder y doblegar al gobierno” (siendo simples delincuentes con una bandera falsa) y cursos por el estilo.

Lamentablemente los derroches abarcan toda la administración pública y en todos los niveles.Incluso donde no hay derroches como es en el caso de la cultura, los dineros no siempre se aplican como debieran y dónde debieran.

Otro caso patético es la Policía Federal y sus ramales (como la llamada Gendarmería) en los que se ha invertido cantidades multimillonarias con casi nulos resultados. Han creado un verdadero ejército que solo luce en los desfiles, cuyos uniformes, armamento y equipamiento han costado al país una verdadera fortuna pero que en resultados no pintan siquiera. Frente a los vándalos de la CNTE y sus socios anarquistas, la policía federal ha sido un absoluto cero a la izquierda. Si se pensaba que con solo crearlos, vestirlos y presentarlos atemorizarían a los anarquistas alérgicos al trabajo (pero adictos al presupuesto y al poder) han fracasado de punta a punta.

Congresos locales, como es el caso de Jalisco, han caído hasta lo más profundo del fango. De 1995 a la fecha, todas las legislaciones ―sin excepción― se han caracterizado por subirse los sueldos y prestaciones, crecer en más del mil por ciento la nómina y los recursos sin ofrecer al pueblo de Jalisco nada que no sean escándalos y corrupción. La llamada Auditoría Superior de Jalisco, es otro caso vergonzoso, ejemplo vivo del derroche y la incapacidad. En medio de una orgía de saqueos y derroches municipales y estatales, lejos de llamar a cuentas a los presuntos delincuentes del erario, la ASEJ se construyó un edificio que muchos países del primer mundo envidiarían  ¿No hay nadie en el gobierno que vea lo que sucede y comience a poner orden antes de que esto se desmorone?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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