Opinión
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En la vida es necesario hacer altos, detenernos para cuestionarnos acerca de algunas cosas, en particular de la vida, la verdadera vida, entendidos que el resto de las cosas son temporales, pasajeras. Durante estos días todo mundo habla de la navidad, pero pocos saben el sentido y mensaje que contiene, pues limitan la fecha al nacimiento de Jesús ―aunque en realidad se desconoce la fecha exacta de su nacimiento― así como a dar y recibir regalos, sin saber la mayoría que Él es el Mesías, el Salvador de Israel y de todos los pueblos de la Tierra. Claro, de aquellos que respondan a su amor y acepten su obra redentora.

Para muchos judíos, no para todos, Jesús (Yeshua en hebreo) no es el Mesías; lamentablemente entre la cristiandad el asunto no mejora, pues poco se sabe acerca del personaje central de la Biblia, lo que demuestra la ausencia de comunión entre el Salvador y el pecador, que lo somos todos.

En días pasados presenté en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL 2015) mi más reciente obra «YESHUA, EL MESÍAS». En la contraportada escribo lo siguiente:

 

―”Nadie puede afirmar con sabiduría y certeza que YESHUA (Jesús) es o no el Mesías si su respuesta no se sustenta en la Biblia. Ni la tradición, ni las costumbres, ni el éxito literario o poder del tipo que sea, pueden calificar o descalificar. Toda opinión que no cimente su argumentación en las Sagradas Escrituras carece de valor por cuanto es justamente en la Torá, los Neviím y los Tehiliím (Ley, Profetas y Salmos) donde Dios dejó a Israel y al resto de las Naciones los antecedentes, los porqués, el perfil, el cuándo y el cómo vendría el Mesías. Pero sobre todo para qué”.

 

La anterior afirmación confronta de manera directa al lector de la obra, aunque esta se extienda a todo ser humano, pues no se puede rechazar al enviado de Dios nomas por declararse ateo o por entender la fe de manera distinta a como ha sido revelada en las Sagradas Escrituras. En todo esto tienen responsabilidad, en ese orden: rabinos, sacerdotes, pastores, catequistas y demás instructores no capacitados ni versados en la Biblia (o con mero conocimiento intelectual), pues aunque sean personas secularmente cultas, para las cosas divinas se requiere llamado, fe, conocimiento y haber nacido de nuevo, como le advirtiera Jesús al rabino Nicodemo. De no ser así la sentencia del Mesías cobra vigencia: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo”.

¿Quién es el Mesías? La Escritura anunció paulatinamente los tiempos, el perfil y circunstancias en que vendría el Mesías a salvar a la humanidad caída, y de acuerdo a los cientos de profecías cumplidas (anunciadas en la Ley, los Salmos y los Profetas), Yeshua―Jesús es el anunciado por Dios. Resulta pues literalmente imposible que las profecías se cumplan de nuevo en persona alguna. De hecho falta que cumpla la otra parte de la profecía, la de Mesías Rey, misma que cumplirá como legítimo heredero del trono de David, puesto que Jesús es descendiente directo de él y en la actualidad es imposible que judío alguno pueda probar tal cosa. Para ello, sin embargo, tendrá que retornar; evento que tomará por sorpresa a la humanidad misma, pero sobre todo a los gobiernos impíos de la Tierra ―que lo son casi todos―. Le harán la guerra pero todos serán derrotados. No lo dice quien esto escribe, es lo que enseñan las Sagradas Escrituras, tan comentadas por muchos, pero tan desconocidas por los más.

No queriendo tomar más espacio, comparto al lector un par de fragmentos de mi libro recién publicado en espera de que enriquezcan su ser interior, que si se amplía a su familia, me sentiré más que honrado y satisfecho:

 

―”…es menester entender y reconocer de una manera integral la persona y obra del Mesías redentor, que como se ha podido apreciar fue anunciada en forma por demás detallada y anticipada en el Tanaj (A.T.), como también establece su reinado glorioso al final de los tiempos. No obstante, antes tenía que morir en expiación por el pecado del judío y del gentil de todos los tiempos… Los hombres tenemos que entender que la Escritura no puede cambiar ni ajustarse a nuestros deseos y caprichos, con humildad debemos aceptar que Dios en su soberanía así lo dispuso y por tanto así tenía que suceder, incluso gozarnos de que en su amor y misericordia se propuso salvarnos y Él conoce mejor que nadie, los tiempos, las formas, los porqués y las circunstancias en que debían(en) desarrollarse las cosas, puesto que en su omnisciencia ―otro de los atributos divinos― el Señor sabía desde la eternidad le necesidad de enviar a su Hijo el Mesías Yeshua para que a semejanza del cordero pascual, muriera por nosotros los pecadores que lo somos todos, pagando con su sangre nuestras culpas” (pág. 312).

 

―”Hagamos un pequeño receso. La modernidad y su hijastra la posmodernidad han enseñado a sus pupilos a rechazar a Dios y las verdades reveladas en su Palabra, de manera que la palabra pecado no cabe en su engreído intelecto, por tanto, su vacío existencial rechaza la obra expiatoria del Mesías, de ahí que las palabras de Octavio Paz describan esa horrenda soledad posteista que no requiere de mayor agregado: ‘Los hombres modernos, incapaces de inocencia, nacidos de una sociedad que nos hace naturalmente artificiales y que nos ha despojado de nuestra sustancia humana para convertirnos en mercancías, buscamos en vano al hombre perdido, al hombre inocente…’. Hagamos ahora un nudo y tomemos de nuevo el hilo de nuestro tema: redentor y pecador arrepentido son un binomio entendido en el Plan de Dios, cuya unión permite la espera segura del reino mesiánico anunciado en las Escrituras” (pág. 313).

 

Que pase una linda Navidad, que el Mesías le bendiga a usted y su apreciable familia, son mis mejores deseos (A los interesados el libro lo puede adquirir en la cadena de Librerías Gonvill en todo el país o en su sitio en la red)

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 5 min

Sin temor al error y la exageración, los gobiernos del siglo XXI son los más corruptos en la historia de México. Cuando más tinta, radio e imágenes televisivas nos machacan todos los días de transparencia y rendición de cuentas ―gastando al efecto miles de millones de pesos― funcionarios y burócratas de angora se llevan los dineros públicos con total desvergüenza. Su exhibicionismo provoca indignación e impotencia en los ciudadanos; pecado y delito agravado si se toma en cuenta la condición del pueblo mexicano.

La publicación reciente de los aguinaldos de algunos funcionarios de Jalisco (ubicados en posiciones muy abajo en importancia) corroboran lo que el pueblo piensa de sus gobernantes, que dicho sea de paso y con las excepciones de siempre, les tiene por mega ladrones, ineficientes e insensibles. Calificativos a los que han agregado el de exhibicionistas, ¿y cómo evitarlo?, si mientras que el ciudadano promedio gana al mes entre 4 y 6 mil pesos, estos bribones se llevan lo que ellos ganarán en muchos años y con un enorme esfuerzo. En cambio los funcionarios con muy poco esfuerzo, a la luz del día y ante los ojos de todos.

Veamos algunos ejemplos locales: el magistrado del TAE, Laurentino López cobró de aguinaldo este año $393,125.00 pesos, el presidente del Consejo Electoral del Estado, Guillermo Alcaraz $313,055.00, el presidente del STJ, Carlos Vega Pámanes $281,313, el gobernador Aristóteles Sandoval $276,991.00, por señalar algunos a manera de muestra.

En el ámbito federal las cosas no mejoran. En tanto que el Presidente de la República tiene un sueldo decoroso y cuyas responsabilidades están por encima de las de cualquier ciudadano (su aguinaldo será por $ 76,848 pesos, mas $319,628 por concepto de gratificación); entre los integrantes de la monarquía las cantidades que se llevan en diciembre son verdaderamente escandalosas. Dignas de enjuiciarlos a todos.

     Inician la lista los ministros de la SCJN cuya ambición económica les aleja de toda representación de justicia ante un pueblo pobre, agraviado y como dijera Colosio ―parafraseando a Jesucristo― “con hambre y sed de justicia” ¿Y cómo no, si el presidente, Luis María Aguilar se lleva de aguinaldo $586,449.00 pesos. El líder del TEPJF, Constancio Carrasco la misma cantidad. Lorenzo Córdoba del INE $454,627.00. Eduardo Sojo del INEGI, $418,917.00 pesos, Raúl González de los Derechos Humanos $404,367 pesos, Ximena Puente del IFAI $399,274.00, los siete consejeros del CJF recibirá cada uno $378,147.00 pesos, los del IFT $366,000.00 cada integrante y los del INAI $399,000.00, etcétera, etcétera.

Si le agregamos a esto los miles y miles de cortesanos y nobles que integran la monarquía huehuenche (súmele los sindicatos corruptos ―aunque se digan de “izquierda”―) y tendremos por amarga conclusión de que por eso estamos como estamos. Entendemos la razón por la cual no hay obra pública, porqué el IMSS se encuentra en quiebra, porqué la deuda pública (externa e interna) ya es impagable, etcétera, y es lógico, con una clase política tan voraz y sin ningún compromiso social las cosas no podían ser de otro modo.

     ¿Para qué poner un negocio y complicarse la vida con un sinfín de trámites en dependencias públicas y burócratas indolentes?, ¿Para qué invertir, para qué trabajar, crear empleos y esforzarse para que México crezca, si se pueden afiliar a un partido y ofrecerse a sí mismos en busca de un cargo público o de elección popular? No hay que invertir nada. Basta con su ególatra persona, con mentir a diario, ser profundamente egoístas, no pensar en la suerte de México y gastar las pocas neuronas en uso en el modo de enriquecerse lo más pronto posible. De entrada a través de abultadísimos sueldos, aguinaldos, bonos, seguros, y demás prestaciones. Ya en el cargo buscar la forma de hacer jugosos “negocios”. Lo de la franquicia política no hay problema, todos son igual de rentables (hablando de negocios e inversiones).

En su exhibicionismo han convertido el Congreso Federal (y no pocos locales) en teatros de comedia vulgar (pero nada baratos), en el que bandas de facinerosos ―si no lo son, esa impresión dan― pelean los dineros públicos a los contrarios, capaces incluso de lanzarse monedas de chocolate al estilo Judas en ese templo de traiciones, en el que los representantes nomás representan su interés personal y a su franquicia política. Punto.

Lamentablemente hemos llegado al límite. A las cosas tiene que decírseles por su nombre, nada de eufemismos y de buscar lo políticamente correcto. Son muletas de apoyo que nomás han servido para encubrir acciones de latrocinio y corrupción. Llevarse los dineros públicos con tanto cinismo y desvergüenza ―disfrazados de “legalidad”― no dejan de ser delitos, actos de simples ladrones. Sobre todo cuando el pueblo lucha a diario para apenas sobrevivir, en tanto que gobernantes y burócratas de angora satisfacen con creces sus vulgares ambiciones abofeteando el rostro de un pueblo al que le juran representar en una democracia, cuando en la realidad son una extraña monarquía integrada por bucaneros y parásitos(con la excepción de unos cuantos que nos merecen todo respeto y que sin su presencia en el aparato público este país estuviera ya sumido en el caos) ¿O usted, cómo calificaría a los gobiernos actuales en base a los enormes sueldos, aguinaldos y prestaciones que nos cobran a los ciudadanos?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 4 min

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